Capítulo 5

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Quise ir temprano a la casa de Flor, al estudio de Colec, para ir a sacar las pinturas que dejé, unas que hice a los 13 años y son realmente malas, tanto que no quisiera que nadie las viera. Las dejé ahí hace mucho y siempre le daba largas a pedirle a Colec que me las devolviera.

Tengo que tirarlas antes de que alguien las vea, o Jane. Si hago una buena pintura, quizá pueda impresionarla con mi talento. A ver si eso le genera alguna reacción.

Antes de que dieran las 8, me puse una chaqueta, tomé las llaves y salí directo a la casa de Flor.

Ya sé que parece que importuno con toda la intención, pero mi madre trabaja como tutora de posgrado y suele organizar las ponencias de alumnos que presentan tesis, por eso viaja mucho y por lapsos prolongados, a distintas partes del mundo.

Lleva ya tres meses en Francia y me ha llamado un par de veces, en cambio, nada más pregunta si tengo dinero y cuelga. Eso es todo.

Nunca le he dicho que me siento muy sola cuando se va. Aunque nos la pasemos peleando, es agradable volver a casa sabiendo que hay alguien ahí.

No me gusta estar sola.

Comencé con las clases con Colec a los diez años, pues a mi madre recién le habían dado su primera ponencia y era su primer viaje, así que quiso que me mantuviera ocupada con algo, ya que mudarnos no era opción, por eso es que, al ofrecerme cursos distintos, escogí el de pintura, a unas cuadras de nuestra casa, para que tampoco anduviera por calles lejanas.

Colec y Flor siempre fueron agradables conmigo y con todos mis compañeros, pero, un día, se me escapó decirle a Flor que en mi casa no había nadie, porque me preguntó si vendrían por mí, ya que la clase había concluido muy tarde, en fin, los dos comenzaron a atender que pasaba hasta cinco meses sola cada dos y de vez en cuando me enviaban comida o me llevaban a mi casa, luego empecé a quedarme a comer, cenar y, en dado momento, ya iba a desayunar con ellos.

Se convirtieron en mi familia y no hay nada que no haría por ellos, inclusive poner todo de mi parte para llevarme bien con su sobrina, aun si esta chica parece querer matarme.

Llamé a la puerta, segura de que Flor era quien iba a abrirme y, para mi sorpresa, fue Jane. Otra vez estoy nerviosa.

—¡Hola! —saludé como debía. Fui muy amable y encantadora, no hay duda. Nada más me cedió el paso, sin respuesta alguna—. Con permiso —entré y no pude evitar encogerme de hombros un poco al pasar cerca de ella, con el miedo de que me fuera a hacer algo. Una vez que entré y Jane cerró la puerta, me enderecé y busqué a alguien más—. ¿Dónde está Flor? —pregunté.

—En la cocina —respondió con la misma falta de interés. Por lo menos ya me contesta las preguntas. No quise perder la oportunidad y, antes de que se fuera, intenté señalar su brazo, solo que se apartó como si la hubiera pellizcado o algo así, por lo que retraje la mano. Suspiró con fastidio—. ¿Qué quieres? —se tranquilizó o quizá está meditando para no abofetearme.

—... Pe... perdón. Pero, ¿qué te pasó? —pregunté por su muñeca, con evidente miedo.

—Nada —se cubrió con la sudadera, lo que me dijo que en realidad no quiere hablarme o responderme sobre eso—. ¿Es todo? —me miró.

Está enojada, eso es seguro. No sé si sea yo o con todos sea así de cortante y fría, al grado de ser grosera.

—No, bueno..., quería preguntarte si te molesta que esté aquí.

No quisiera que me diga que así es, aunque estoy convencida de que sí.

—¿Por qué piensas eso? —se cruzó de brazos. Su pregunta me dio un halo de esperanza. Está siendo un poquito más amable que antes.

—Porque tienes esa mirada de «Ash, ya llegó esta tipa» —dije con nerviosismo.

—No pretendía darte esa impresión.

Quise sonreír por reflejo. Entonces no me ha tratado así de mal porque no le agrado, solo es su forma de ser.

—¿Significa que sí te caigo bien? —me mordí los labios para no emocionarme de más.

—No, tampoco —su actitud ácida regresó.

Fracasé otra vez.

Durante la cena, nadie converso nada, digo, antes hablábamos, yo les contaba mis cosas, ellos a mí las suyas, pero ahora parecemos desconocidos.

¿Qué tiene esa chica? ¿Por qué es así? ¿Qué vino a hacer aquí? Considerando lo evidente que es que no le gusta el lugar, la comida, ni las personas, algo muy grave debió obligarla a venir a Verona.

Colec me contó que su hermana, Alicia, si no mal recuerdo, la madre de Jane, se volvió a casar hace algunos años, con Haníbal, y a él no le agrada este hombre, entonces, quizá Jane está aquí por eso mismo, porque tiene conflictos con su padrastro.

En los nueve años que llevo conociéndolos, cuando Colec me hablaba de sus sobrinos, nunca antes la había mencionado a ella, hasta hace poco, cuando ya vivían en América y vinieron a arreglar trámites de su residencia, me contaron que ahora estaban empezando a llevarse bien con ella y nunca pregunté de dónde salió.

De saber que tendría que convivir con ella, creo que debí haber intentado averiguar algo más.

Por la mañana siguiente, pasé a comprar unos cuantos croissants y los llevé a casa de Flor, para desayunar con ellos y también quería ver a Jane, a ver si tenía otra oportunidad de hablar con ella o de escucharla. A pesar de que lo que dice es directo y antipático, me gusta su voz.

—No tienes que traer nada —Flor repitió lo que tantas veces me ha dicho cada que vengo con algo.

—Me gusta —dije, yendo a sacar la vajilla. De la nada, Flor se recargó en la mesa, con una mano en su estómago e hizo una mueca, además emitió un quejido—. ¿Qué tienes? Siéntate —le acerqué una silla, donde se sentó y suspiró—. ¿Te duele algo?

—No... —hizo otra mueca.

—¿Cómo no? Voy a... —pensaba ir a buscar a Colec, solo que me tomó del brazo.

—Está bien.

—Es evidente que algo te duele —insistí quedándome de pie sin retirar su mano.

—Siéntate —indicó sonriéndome, aunque todavía apretándose el vientre, ahora con ambas manos. Tomé asiento delante de ella. Echó un vistazo a su alrededor y luego se inclinó a mí—. Estoy embarazada —musitó.

—¡¿Qué?! —no pude evitar gritar de emoción.

—No hagas ruido —agitó una mano.

—Perdón —bajé el tono—. ¿Cuánto tiempo tienes? ¿Por qué no me habías dicho?

—Es que... —se mordió el labio—. No estábamos seguros de que vaya a salir bien, por eso no le hemos dicho a nadie.

Enserié.

—¿Es de alto riesgo? —pregunté angustiada y Flor asintió—. ¿Cuánto tiempo tienes?

—Tres semanas. Llevo ya un año en un tratamiento para que pudiera lograrse, y me cayó horrible, por eso teníamos planeado venir, para estar cerca de mi médico. Sabes que no me gusta ir con otros.

—¿Y va bien?

—Sí —sonrió.

—Me alegro. Sabes que me vas a tener aquí como mucama, nana o niñera, lo que sea.

Flor me sonrió y me abrazó.

Sé muy bien que llevan mucho tiempo deseando un hijo y saber que están en proceso dé, me causa alegría y emoción.

Estoy segura de que todo va a salir bien.




Nota de la autora ☄️:

Paralelo Capítulo 7 - Viraha

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