Capítulo 71

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Puse los dedos en su pecho y la toqué.

La hice temblar.

Estoy recostada sobre ella y llevamos ya un largo rato así. No quiero dormir porque tengo que irme a penas amanezca.

La miré.

—Me gustas.

—... Ah, gracias —ironizó.

Me reí al igual que ella.

Está de más decírselo, pero solo lo tenía que sacar. Yo soy más de palabras que de demostraciones.

—¿En qué estás pensando? —le pregunté.

Volvió a mirarme.

—Solamente en ti —respondió.

Sobre la ropa interior, nada más me puse una playera que Iris me prestó y me dormí con ella.

Fue una sensación muy extraña el haber vivido todo esto sin el miedo de que lo hacía a espaldas del mundo entero, como si fuera un pecado.

Por la mañana, me llevó al aeropuerto y, esta vez, la despedida era en serio. Tardaré un tiempo en volver y ella no tiene más días libres.

Llegamos hace cinco minutos y no quería dejar de besarla, hasta que un auto detrás sonó el claxon.

Me aparté y suspiré.

—Llámame —dije y sonrió.

Esta vez no traía valijas porque solo me quedé una noche, así que bajé del auto y entré directo a la sala de abordaje.

Cuando volteé, Iris ya se había ido.

Claro, no hubo detalle que no le contara a Pauline y algunas cuantas cosas a Bianca.

Ellos conocieron a Iris, así que ya esperaban que mi relación con ella avanzara y, a pesar de trato de Pauline hacia ella, ni siquiera me habría dejado salir a aquella cita si algo no le hubiera parecido.

Todo se acomodaba en su sitio.

...

El 1 de enero, Iris me dijo que podía llamarla porque tendría un rato libre y no quería que estuviera sola. Ya me había dicho que no iba a poder ir a ver a su familia, entonces aceptó mi compañía por lo menos mediante una llamada.

Aquí son las dos y media de la madrugada y en mi casa siguen festejando, así que salí al patio a hablar con ella.

—Dime algo en italiano —le pedí. Antes de responder, la escuché reírse.

Sono follemente innamorata di te.

Cada una de mis mariposas lo entendieron.

—Ho voglia di vederti —respondí—. ¿Dónde estás justo ahora?

En una cafetería, la única que encontré abierta.

—¿Asiática?

Es mi primera opción no solo a una cafetería, sino a un establecimiento abierto en pleno 1 de enero.

Judía —corrigió.

—Entonces es café kosher —bebí del vaso que traía.

Si no me gusta, te traeré aquí...

—¿Qué pasó? —pregunté cuando se quedó callada, pero la llamada no se cortó—. ¿Iris?

... Te... llamó más tarde —fue todo lo que dijo y colgó.

—De acuerdo —murmuré para mí, bloqueé mi teléfono.

—¿Con quién hablabas? —preguntó mamá al salir y mirar hacia la calle.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now