Capítulo 72

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Sentí que todo se movía a mi alrededor en cámara lenta, mis latidos, mi respiración, Ramiro levantándose a abrir la puerta...

Me puse de pie y puse mi mano en la perilla, sobre la suya.

—¿Qué...? —le cubrí la boca y lo empujé de regreso, hacia la cocina.

—Escucha... —estaba temblando, yo, mi boca y mis palabras—, ella... ella no puede... no puede verme aquí —me estoy rompiendo en pedazos.

El chico frunció el ceño.

—¿Por qué...?

—Te lo voy a explicar, te lo juro, pero no puede verme aquí, te suplico que me ayudes —le imploré.

Todavía extrañado, miró a la puerta, luego a mí.

—Le diré que no entre a la habitación..., la principal —señaló.

—Gra...cias —dije sin voz.

Casi me iba sin mi maleta.

Entré y me encerré.

¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡No puede ser!

¿Por qué tuvo que venir hoy?

¡¿Precisamente hoy?!

Me abracé, con una mano en el pecho, tratando de tranquilizarme.

¿A dónde fue? —esa es Jane. Escucharla me puso peor.

Ramiro no le respondió y sentí que vomitaría cuando escuché los pasos de alguno muy cerca, al otro lado de la puerta de esta habitación.

¿Qué haces con eso? —le preguntó Ramiro.

Es que el cloro estaba aburrido y lo saqué a platicar con la escoba —respondió Jane.

Suspiré.

Solo van a hacer limpieza.

Necesito que se vaya... No puedo verla.

No sabía si habían pasado minutos u horas, pero me estaba muriendo de los nervios.

Solo a mí me pasaría algo como esto.

Llevaba creo que horas sentada en el piso, abrazando mi cabeza en un intento de ignorar todo lo que hacían allá afuera.

Se me atoró el corazón en la garganta cuando escuché la perilla de esta puerta.

¡No! —gritó Ramiro—. Ahí no puedes entrar.

... ¿Por qué?

Porque... ahí duerme Derek. ¿Vas a recoger su ropa interior?

... Hazlo tú entonces —desistió de la puerta.

Respiré en silencio, con una mano en mi pecho. Sentí que iba a morir.

Oye..., ¿por qué no me dijiste que no tenía ninguna oportunidad con Gala? —le preguntó Ramiro.

No necesito que se hagan plática, necesito salir de aquí. Ya estoy empezando a considerar la ventana.

Te lo dije —respondió ella. Su voz sigue siendo desinteresada, tanto o más que antes.

No, dijiste que no iba a poder acercarme a ella, no que no le gustaban los hombres.

Yo tampoco lo sabía y, aunque lo hubiera sabido, no tenía ninguna obligación de decírtelo.

Jane..., algo me dice que te caigo mal —Jane no le contestó. Me relajé y suspiré. Entonces, así como me trataba a mí, trata a todos—. ¡Eso! Me ves como a un insecto.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now