➵ 16 (Somos algo).

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Stiles.


— No sé lo que somos, ni siquiera sé si somos algo. Es más, si no la quisiera, no la habría besado varias veces.

Le dije a Scott en el vestuario, alzando los brazos de forma exagerada como muchas de las veces solía hacer, y es que en el fondo creo que soy algo exagerado con las cosas, aunque la situación ahora lo requiere. 

— ¿Y Lydia? ¿La quieres? Porque no querías ir con ella al baile, y ambos lo sabemos. 

Preguntó. Me mordí el labio sin saber qué responder a todo eso, y es que en el fondo no lo tenía claro, simplemente suspiré y dejé que las palabras salieran de mi boca sin darle demasiada importancia.  

— Sí, pero ya no estoy seguro de qué forma.

Respondí, encogiéndome de hombros, terminando por explicarle parte de mis sentimientos a mi mejor amigo. Como ya he dicho en varias ocasiones, la pelirroja es uno de mis amores platónicos, pero puede que ahora esté captando que es una obsesión. 

—Ahí lo tienes. Díselo, dile lo que sientes.

Me aconsejó. Y, estaba claro que iba a hacerlo, hoy mismo, después del entrenamiento de Lacrosse que teníamos justo ahora, se lo diría. 

Scott había captado otra "esencia" como Derek lo llamaba, había otro hombre lobo en clase, o eso era lo que creíamos, por lo que tuve una idea. Debería oler a todo el equipo de Lacrosse y averiguar quién era la nueva persona metida en este embrollo; no tardamos demasiado en saber que se trataba de Isaac Lahey. 

Él y Scott chocaron en el aire, pude ver a Isaac y como sus ojos se volvían amarillos brillantes, él miraba a las gradas, donde estaba Sarah, la cual le estaba diciendo algo, e inmediatamente los ojos de Isaac volvieron a su color natural, algo me decía que ellos dos no solo eran compañeros de clase.

Mi padre y sus compañeros de trabajo irrumpieron en nuestro entrenamiento, estaban buscando a alguien, y yo tenía demasiado claro de quién se estaba tratando ahora mismo; lo sabía todo del trabajo de mi padre. 

— Sheriff, él no fue, yo estaba con él anoche. 

Sarah bajó tan rápido las escaleras que ni siquiera la vi venir, solamente pude escucharla antes de ponerme hecho una furia. Un momento, si estaba con él la noche en la que yo llevaba a Lydia a su casa, ahora todo encaja, por eso no quiso venir con nosotros, había quedado con Isaac. 

Espera, Stiles, eso es imposible, ellos no, ellos no tienen algo, ¿O sí?

(...)

— A veces hay cosas que uno cree que no combinan bien, y resulta que casan perfectamente, pues como dos personas, que nadie pensaría que acabarían juntas, jamás.

Nos encontrábamos en la grada de las pistas de patinaje Lydia y yo, y es que parecía que le estaba contando todas mis penas por no poder entablar con Sarah una conversación sin que su perro personal se pusiera en el medio. 

— Pues yo puedo saberlo, ellos son divinos. No sé si has visto la forma en la que le sonríe. 

Señaló a ambas parejas, pero se estaba centrando más en Sarah y Isaac. Fruncí el ceño y presioné con fuerza los labios, si ella también lo estaba viendo como yo, entonces era que no estaba paranoico. 

— Sí, divinos de la muerte.

Me levanté del asiento, y nos dirigimos los dos a patinar como los otros cuatro lo estaban haciendo. Sin embargo, Lydia se quedó parada viendo una flor de color morada en el suelo, cerca del hielo; acónito, simplemente se dedicó a gritar como si estuvieran degollando a alguien. Corrimos hacia ella, y no pude evitar abrazarla, mas los amigos era lo que hacían. 

Cuando quise darme cuenta, ninguno de los dos se encontraba con nosotros ahora, y tal y como estaba Lydia, Allison accedió a llevarla a su casa mientras los dos nos quedábamos recogiendo, creyendo que Isaac y Sarah se habían ido a otro lado, quizá a darse el lote. 

Boyd, que era la persona que se encargaba del mantenimiento de la pista de hielo, y la persona que me dejó las llaves para poder colarnos,  no tardó mucho en llegar, era de nuestro curso, pero casi nadie hablaba con él. Cuando quisimos darnos cuenta, tenía un mordisco en el brazo. 

— No quiero comer a solas todos los días, si pertenezco a una manada, así tengo amigos.

Terminó diciendo al ver que nosotros le estábamos mirando de una forma un tanto extraña el brazo. Aunque era algo demasiado triste, podía llegar a entender que una persona no quisiera sentirse tan sola. 

— Existen mejores amistades que Derek.

Se quejó mi mejor amigo, y aunque fuera el primo de la chica que me gustaba, estaba de acuerdo con sus palabras. Un ruido se formó al otro lado de la sala, y es que alguien había entrado por la puerta, Derek, Erica, Isaac y finalmente, Sarah. 

— Me duele oír eso Scott.

Dijo el más mayor de todos ellos, acercándose poco a poco a nosotros, con los demás tras él, dejando claro quién era el alfa en estos momentos. No podía creerme que estuviera siguiendo los pasos de Derek, no estaba bien. 

— Sarah, no estés de su parte.

Le pedí, esperando equivocarme con la respuesta que iba a darme, pero lamentablemente no lo hizo. 

— Al menos, no son tan mentirosos como otros. 


Another Hale | Stiles S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora