➵ 34 (Gimiendo su nombre).

5.7K 333 36
                                    

— Buenos días, papá.

Le dije a Peter dándole un beso en la frente en cuanto llegué del viaje de un día. Casi nos morimos seis de nosotros, y todo eso fue en vano, porque ni siquiera los chicos tuvieron su esperado partido. 

Aprendí muchas cosas de Jake esa noche, él no es quien dice ser, tiene una parte buena, por mínima que sea viniendo de uno de los componentes de la manada de alfas. 

— ¿Qué quieres? Dilo, sé que quieres algo.

Me preguntó rápidamente, arqueando una ceja. Sin duda se me notaba que estaba buscando algo, yo negué varias veces con la cabeza, intentando que mi mentira colara y mi padre me creyera. 

— De camino en el autobús me he acordado de tu vieja moto, y como tú ya tienes coche, pensé que...

— ¿Que podría dejártela?

— Exacto, sólo si no te importa.

— Está bien. 

Después de que Peter aceptara en dejarme su vieja moto negra, subí a la parte de arriba en busca de darme un baño, y es que llevábamos varias horas metidos en el autobús, el aire acondicionado no funcionaba, y hacía demasiado calor. Y sí, apestaba. 

— Isaac, Isaac. 

Fruncí ligeramente el ceño, parándome en mitad del pasillo, pensando que había sido algún tipo de confusión, pero lo que no lo era fue el choque del cabecero contra la pared de la habitación.  Parecía que alguien estaba susurrando su nombre, o más bien; lo estaba gimiendo.

— Shh, cállate o Derek nos escuchara. 

Mis ojos se abrieron como platos, sin duda era la voz de mi novio, y la de mi prima Cora, no podía moverme del sitio, pero tampoco quería seguir escuchando el traqueteo ni los gemidos de nadie. Corrí a mi habitación, dando un gran portazo para después cerrar el pestillo y deslizarme por la puerta llorando hasta llegar a sentarme en el suelo. Quizá tenga un cartel en la frente que diga, "ponme los cuernos con alguien de mi familia".

— Oye, Sarah... Yo...

Pronto se escuchó a alguien llamar a la puerta e intentar abrirla. Era Cora, y yo no dejé que acabara, lo que menos quería ahora era hablar con la chica que me había engañado mi pareja. 

— No quiero hablar contigo. 

Dije cortante, ni siquiera parecía que estuviera llorando, pues mi voz estaba modulada perfectamente para que nadie lo notara. Sequé mis lagrimas, saliendo de la habitación y encontrándome con ambos mirándome fijamente. 

— ¿Qué estáis mirando?

Pregunté mirándoles rápidamente para después bajar por las escaleras, no quería ver a ninguno, quería desaparecer. Me sentía engañada, puede que también usada, le había entregado algo a alguien que no se merecía, si ambos se gustaban podrían habérmelo dicho antes, ni siquiera descarto que no fuera la primera vez que lo hacían. 

(...)

Estaba en el bosque, sentada en una piedra, con una botella de vodka en mis manos, ya llevaba varios vasos, ni siquiera puedo saber cuántos, ya que no me había dedicado a contarlos, o puede que lo olvidara desde el quinto. Sin duda, estaba algo mareada, pero no pensaba parar hasta olvidar. 

— ¿Stiles?

Pregunté al notar una mano sobre mi hombro, girándome para ver quién era el propietario, incluso tuve que entrecerrar mis ojos para enfocar a la persona que estaba tras de mí. 

— Prueba otra vez. Jake, soy Jake. 

Creo que sonreía, pero tampoco estaba segura, incluso sentía que parte de mi cuerpo no estaba coordinado con mi mente, pero tampoco estaba en situaciones criticas, solamente estaba un poco confusa. 

— ¿Qué haces aquí?

— Puede que te estuviera siguiendo... Así que, ¿Vodka? ¿Qué ha pasado?

— Mi novio me ha puesto los cuernos con mi prima la guapa. 

— Entonces, ¿Se puede decir que ya no tienes novio?

Jake se sentó a mi lado, no borraba esa sonrisa ladina de su rostro, parecía que estaba pensando en hacer una maldad, aunque pensándolo mejor, siempre tenía esa misma sonrisa. Antes de que yo respondiera, él ya estaba acercándose poco a poco a mí. 

— Supongo. Jake, ¿Qué haces?

Le pregunté, sin siquiera moverme o hacer un intento por apartarme, y la verdad es que en ese momento no me estaba importando demasiado. Me habían engañado, y yo tenía derecho a... A nada, no voy a besar a ese tío. 

— Voy a besarte. 

Murmuró con la voz ronca antes de chocar sus labios contra los míos, no sé qué se supone que estaba haciendo, pero me estaba dejando y me gustaba. No sé qué tipo de problema tengo, pero tengo que parar ahora mismo.

— Creo que tengo que irme...

— Ni siquiera te puedes levantar por ti misma. Así que solo te gustan los chicos malos como Isaac o como yo. 

— ¿Quién dice que me gustes?

— Porque escucho tu corazón latir cuando estoy cerca, y porque estás aquí conmigo cuando Boyd acaba de morir.

Another Hale | Stiles S.Where stories live. Discover now