106. Absorción fetal.

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Stiles.

— ¿Estás bien?

Me preguntó Lydia al ver que estaba tirado en el sofá mirando el móvil como si fuera obsesivo, y de alguna manera así era, no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Sarah había desaparecido la noche en la que fuimos a buscar a Lydia, habíamos discutido y yo había culpado a su padre por eso. Por si fuera poco, ahora se había enterado de que era la bestia, y huyó de nosotros, debe estar sintiéndose verdaderamente mal. 

— Sí, sigo pensando, intentando descubrir, por qué Sarah... Ni siquiera estaba en la lista de quimeras genéticas.

Y en si iba a morir, si nuestra discusión había sido una ruptura definitiva, si iba a odiarme cuando volviera... Estaba pensando demasiadas cosas y ninguna pregunta tenía respuesta en mi cabeza.

— Ahora sí. Sarah nació con el síndrome del gemelo desaparecido.

Melissa apareció por la puerta con una carpeta con demasiados archivos que parecía que iban a romperla ya que se trataba de una de papel. Lydia me lanzó una mirada rápida para que nos levantáramos, y así lo hicimos, acercándonos a la mesa del despacho de mi padre, ya que nos encontrábamos en comisaría.

— ¿Quieres decir absorción fetal? 

Preguntó Lydia mientras se acercaba cada vez más para ver la foto que nos estaba enseñando, parecían dos fetos en una misma bolsa. Ni siquiera sabía a lo que se estaba refiriendo, alguien iba a tener que explicármelo de otra manera si quería saber qué era lo que le estaba pasando a mi novia.

— ¿Alguien puede decirlo con palabras que no tengan más de tres sílabas?

Pregunté, esperando que la respuesta fuera afirmativa, realmente tenía que saber todos los detalles de la situación, ahora mismo. Estaba empezando a alterarme, al menos un poco, quería la solución en mis manos, ya.

— Se comió al otro.

Fruncí ligeramente el ceño, entendiendo ahora lo que quería decir, ahora sí que podía comenzar a pensar. Tiene que ser lo suficientemente importante como para que quisieran experimentar con ello, no parecían tan tontos como para dejar pasar aquello.

Pocos segundos después de estar mirando aquella fotografía junto con Melissa y Lydia, una llamada entrante salió de mi teléfono, era Chris Argent.

(...)

Cuando bajamos del coche de Chris Argent, vimos como la bestia salía de dentro de una especie de sótano en el bosque. Scott, Theo y Peter iban detrás de ella intentando frenarla y los doctores del mal no estaban por allí, lo que me hacía pensar que tal vez los había matado, y mi teoría se confirmó al ver uno de sus cuerpos tirados en el suelo. Ahora, era más real, fuerte y rápida que los últimos días, ya no parecía ser una sombra, era contundente, sólida. 

Parrish se bajó rápidamente del coche, en su condición como perro del infierno, comenzando a luchar contra la bestia con sus fuertes brazos y repleto de llamas. Aprovechando que estaba despistada, Chris y Gerard empezaron a dispararla, esperaba que fueran balas que solamente la detuvieran, como me habían prometido.  Sin embargo, en cuanto escuchó los disparos comenzó a correr hacia el lado contrario, como si no le gustara el sonido, era más consciente que anteriormente. 

Después de varios disparos, la bestia fue formándose a hombre, girándose para poder ver a los Argent.

— La bestia de Géuvadan, conozco tu nombre, ¿Recuerdas el mío?

Gritó Gerard para que pudiera escucharle, y fue así pues terminó de darse completamente la vuelta para poder escuchar con claridad lo que le estaba diciendo. No conocía de nada a ese hombre, y no me estaba gustando, que alguien me traiga a mi novia ahora mismo, lo mando yo.

— Argent.

Respondió en un acento francés, adentrándose en el bosque mientras el perro del infierno le seguía hacia las profundidades. Gerard, se agachaba a por uno de los bastones que tenían los doctores del mal, ni siquiera sabía por qué quería eso, quizá coleccionaba reliquias.

— La auténtica bestia, Sebastien Valet. 

Sí, bueno, me daba igual, por lo que, me subí directamente al coche a la espera de que todos los demás lo hicieran, si alguno no arrancaba, entonces sería yo quien lo hiciera. Inmediatamente, aunque con algo más de parsimonia, los Argent se subieron dejando a Chris al mando del coche mientras arrancaba y comenzaba a conducir por la carretera hacia los túneles. Si de ahí había salido, entonces, supusimos que podría volver.

— Lo sabías, ¿Verdad?

Preguntó Chris a su padre, mientras que o fruncía ligeramente el ceño intentando enterarme de lo que estaban queriendo decir, necesitaba, ahora más que nunca las cosas claras, no entendía de lo que estaba hablando.

— No estaba seguro, pero lo sospechaba. Tiene sentido que la lanza de Marie Jeanne se forjara de nuevo como algo tan inocuo que puede parecer un bastón.

Comenzó a juguetear con el bastón, si aquél cachivache iba a salvar a mi novia, entonces me parece genial que lo haya recogido del suelo como si el viejo tuviera síndrome de Diógenes, por primera vez, lo felicitaba. 

— ¿Pero la matará?

Espero que diga que no, como no diga que no, voy a armar la de Dios es Cristo, Gerard, abre ya la jodida boca, vamos. Ni siquiera sabía por qué yo no se lo estaba pidiendo, y es que si preguntaba, probablemente se me quebrara la voz. 

— Sí.

Another Hale | Stiles S.Where stories live. Discover now