95. Lo quiero todo de ti.

2.3K 115 15
                                    

Theo Raeken.

— No.— Dijo Scott, con la mirada fija en los ojos de Liam. Parecía incluso que estaba perdido, que no tenía total capacidad para razonar, ni siquiera yo pensaba que su respuesta fuera negativa.

— ¿Cómo que no?— Preguntó Liam, sus puños estaban ligeramente cerrados, y sus nudillos comenzaban a ponerse blanquecinos debido a tanta presión. Su mandíbula estaba apretada y se dirigía rápidamente hacia Scott, estaba enfadado y me atrevería a decir que también algo decepcionado por su alfa.

— Liam, mírala. Está demasiado débil, la matará.— Señaló disimuladamente a Hayden, la cual se encontraba en el suelo, sudando, tiritando, e incluso su color de piel había palidecido; se estaba muriendo, pero eso ya lo sabía.— No sabemos lo que le está haciendo el mercurio, ni siquiera sabemos si es mercurio. No es la única manera de salvar su vida.— Por supuesto que no lo era, para ser sinceros me parecía una completa estupidez. Los únicos que podían salvar a Hayden eran los doctores del pavor, y obviamente no iban a hacerlo. Y... Puede que yo también pudiera.

— Salvó la mía.— Se quejó el más pequeño de todos. Seguía enfadado, y estaba seguro que en cualquier momento, iba a explotar.

— Bueno, eso era... Distinto. Estabas colgando de una cornisa.— Seguía pensando lo mismo, ni siquiera estaba nervioso, ni su pulso se había acelerado.— Dije que haría todo lo posible, por eso no voy a hacer algo que creo que la matará.— Levanté la mirada, escuchando la respiración de Scott.

— Scott.— Le grité, buscando en mí bolsillo del pantalón su inhalador, tirándoselo a las manos para que pudiera cogerlo. Lo cogió, agitándolo un poco para después poder presionar el botón, e inhalar de él; me estaba intentando controlar una sonrisa al verle de esa manera, tomando de ello.— Chicos, no sé cual es la estadística de supervivencia a una mordedura de hombre lobo, pero no va a sobrevivir. Tenemos que hacer algo.

Recordé, mientras Scott seguía sentado en uno de los sillones del hospital, con la mirada perdida, confuso. Su madre había venido en busca de Hayden, iba a practicarle una terapia de quelación, eliminaba metales pesados de la sangre. El único problema es que puede dañar los riñones, y Hayden solo tenía uno, y a mí no me importaba.

— Vamos a necesitar ayuda con él.— Me atreví a romper el silencio, ladeando un poco la cabeza para poder ver mejor los movimientos y reacciones de Scott.— Tiene dieciséis años y está enamorado. El primer amor, ¿Te acuerdas de lo que es eso?— Claro que se acordaba, incluso yo había oído hablar de esa cazadora, una Argent.— Todas esas emociones mezcladas con la súper luna no va a ser bueno. — Scott simplemente se limitaba asentir, y a suspirar, como si pensara de la misma manera que yo.— Y no me refiero a sujeciones o cadenas, me refiero a Malia, Stiles, Lydia... Sarah. Necesitas a tú manada Scott.

— No estoy tan seguro de tener una.— Yo tampoco lo estaba, todos ellos se habían dispersado, tal y como yo había planeado.

— Déjame hablar con ellos, déjame ver qué puedo hacer.— Cuando escuché la aprobación de Scott mediante un movimiento leve de cabeza, me levanté de ese sofá mohoso y maloliente, saliendo por la puerta del hospital.

Cogí mi coche, comenzando a conducir hacia mí primera victima de esta noche, no iba a permitir que nadie a parte de mí se saliera con la suya, tenía que conseguir el propósito por el que siempre he luchado: El poder, mí propia manada. Tenía que conseguir que Scott McCall muriera esta noche.

Aparqué el coche en la biblioteca del instituto, el coche de Lydia se encontraba allí, por lo que supe que estaba intentando buscar algo importante. Entonces, cuando abrí la puerta, y la escuché hablar, supe que estaba relacionado con algo de Parrish. Estaba moviendo las páginas, desesperada, parecía incluso que tenía demasiada prisa por encontrar alguna que otra respuesta en aquel libro viejo y anticuado.

Another Hale | Stiles S.Where stories live. Discover now