➵ 38 (El nemetón).

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Cierto era que los problemas rondaban mi mente como si de alguna manera unirme a la manada de Deucalión para salvar a los seres queridos de mis amigos, y por ende a mi familia, fuese el mejor plan ejecutado en estos meses; aunque pudiese morir en el intento. Las llamadas perdidas se almacenaban en mi teléfono con pantalla táctil, dejando mensajes en los cuales avisaban sobre cuatro de Stiles, tres de Isaac, otras tres de Peter, y dos de Derek: sin duda parecían demasiado preocupados.

Me dolió demasiado tener que descolgarlas, pues si lo llamamos de alguna manera, podría decirse que estaba al borde del suicidio con predeterminación, y no deseaba arrastrar a ninguno de ellos conmigo. 

Jake y yo fuimos obligados a asistir las primeras horas de clase para investigar sobre otra posible desaparición, sobre otro sacrificio. Nos encontrábamos en el pasillo, la mayoría de los alumnos se ubicaban en sus respectivas clases, y pude ver cómo mi compañero de faena se colocaba uno de sus dedos en la boca para ordenarme silencio, haciéndome entender que estaba escuchando algo importante. Sin pensárselo dos veces comenzó a caminar a paso ligero por los vestuarios de los chicos, y por la cara de absoluto disgusto fingido; no iba a gustarme demasiado. 

Abrió la puerta con lentitud, intentando no realizar ningún tipo de ruido para evitar molestar a las dos personas arrodilladas en el suelo, las cuales no parecieron inmutarse. Stiles y Lydia se besaban, unían sus labios como si se tratase de uno solo; y solo pude lograr recordar que jamás pudo olvidarse de ella.

Giré sobre mis propios talones, atravesando el pasillo por el cual había venido, mientras escuchaba como alguien más gritaba mi nombre; y no me detuve, mis piernas adoptaron un movimiento veloz sin querer que nadie me siguiera, pues quería estar sola. 

Entré al baño de las chicas. Me quedé mirándome fijamente en el espejo, aunque no estaba llorando, pero juraría que mi corazón saldría por mi boca en menos de un mísero minuto. Mi piel pálida advirtió que tampoco respiraba, que había contenido la respiración desde que mis ojos corroboraron el beso.

La puerta fue tocada, asustándome, y haciendo que diese una bocanada de aire de forma casi inconsciente, controlando mi respiración, y tratando de sobrellevarla de la mejor manera posible.

— ¿Sarah? ¿Estás ahí? Sí que estás ahí, te oigo respirar.

Jake hablaba al otro lado de la pared, tocando con tanta insistencia que terminé por deshacerme del pestillo para que pudiese pasar. Me abrazó, pues quizá sentía compasión por mí, quizá pena, probablemente era algo que quisiese que viera.

— ¿Por qué me llevaste al vestuario?

— Porque Stiles estaba sufriendo un ataque de pánico, pensé que si te llevaba podrías ayudarle.

Hizo una mueca.

— ¿Por qué debería creerte? Le mentiste a Isaac.

Pregunté con algo de rencor, mirando al suelo, pues los actos de Jake no quitaban importancia a los cometidos por Isaac.

— Porque ahora eres de nuestra manada.

Respondió de una manera tranquilizadora, consiguiendo que parte de mis dudas se resolvieran y terminase por creerle. Cogí las cosas que sin darme cuenta había tirado al suelo, empujé la puerta del baño de las chicas y la sostuve para que también pudiese salir... No había nadie en los pasillos, ni siquiera Lydia o Stiles, posiblemente ambos se hubiesen ido. 

(...)

Nos dirigíamos al bosque con el coche de Jake, pues segundos antes Scott nos había mandado un mensaje comunicándonos que estarían allí, y nosotros no queríamos, o no debíamos esperar. 

Another Hale | Stiles S.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz