➵ 33 (Se suicidó).

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Isaac.

El entrenador les dio acceso a una de las habitaciones a Jake y a Sarah, y eso, sinceramente no me gusta demasiado. Aún así, confío plenamente en ella, sé que me quiere, y espero que no cumpla las normas y venga a mi habitación a media noche. 

Los chicos aún no la han encontrado, estoy al borde del desmayo, tenía que haberme fijado más por dónde iba, no estar acojonado debajo de una cama. Scott, Allison y Boyd irían a buscar al imbécil, la última vez que le vieron, fue en la primera planta, los demás iríamos a buscarla a ella, nadie la ha visto desde que se metió en la habitación, y eso me preocupa. 

La buscamos por todas partes, y como último recurso, llegamos a su habitación, la puerta no abría, pero podía escucharla llorar y su corazón latir rápidamente. Rompí la puerta, sin resultarme demasiado difícil. Allí estaba, sentada en la ventana con las piernas desnudas sobresaliendo de ella, dándonos la espalda. 

— Tengo que hacerlo, ellos me necesitan. Mi familia, los he visto, quieren que esté con ellos. 

En cuanto escuchó que parte de nosotros estábamos dentro de la habitación, se giró lentamente para mirarnos, con sus mejillas llenas de lagrimas, incluso estaba temblando. 

— Nosotros también somos tu familia, tus amigos, Derek, Peter, Cora... Yo, Sobre todo, yo soy tu familia. Nosotros te queremos. 

Dije intentándome acercar, pero ella negó con la cabeza, amenazando con tirarse por la ventana si se me ocurría dar un paso al frente más. Jugaba con sus piernas, deseando poder hacerlo.

— No te creo, ellos me han dicho que no te crea...

—  Entonces créeme a mí ¿Vale? Te necesitamos con vida. Nuestras vidas serán un completo caos sin ti, no podría levantarme por las mañanas sabiendo que jamás volveré a ver más tu sonrisa, tus ojos marrones o tu lunar en el brazo derecho. Y como ya te dije una vez, si mueres, me verás desolado, y me volveré literalmente loco.

Stiles se acercaba lentamente, logrando acercarse lo suficiente para coger su cintura y atraerla hacia el interior de la habitación. Stiles, siempre fue Stiles y siempre lo será. Lydia cerró la ventana una vez que ya estaba dentro, para evitar que volviera a querer lanzarse. 

— Lo siento. 

Agarré su mano, conduciéndola hacia el calefactor, apretando mi mandíbula, dejando que se quemara. Sacudió su cabeza, haciendo un gesto de dolor, aunque su mano ya estaba curándose. 

— Jake... ¿Dónde está Jake? Tenemos que encontrarlo. 

Fruncí ligeramente el ceño, no entendía por qué le interesaba tanto ese chico, hace varias horas podría haberle escupido perfectamente en un ojo, y ahora estaba deseando encontrarle. Se frotó la mano, y comenzó a caminar fuera de la habitación, delante de nosotros, parecía incluso que sabía dónde tenía que ir. 

— ¿Por qué aquí?

Stiles finalmente preguntó lo que todos nosotros nos estábamos preguntando, esperaba que no se hubieran hecho amigos en la habitación mientras que no estaba, porque entonces podría haber bronca. 

— Su padre se suicidó en esta habitación. 

Sin duda parecía que habían tenido una conversación larga y tendida, y de nuevo, no me gustaba demasiado. En la habitación no se escuchaba demasiado, pero estaba segura de que él estaría allí, lentamente abrió la puerta, pues no estaba cerrada con llave. Y, allí estaba Jake, mirando la biblia de la habitación doscientos trece, el periódico en el que avisaban el suicidio de su padre. 

— Pensaba que los chicos malos no lloraban. No puedes hacer eso.

Él no pestañeó hasta que Sarah abrió la boca, la cual se acercaba a él, sin ningún tipo de miedo por lo que pudiera hacer. Terminó por dejar de lado el libro que tenía entre las manos, y giró su cabeza para mirarnos.

— No estoy llorando, pero voy a suicidarme.  ¿Y por qué no? No tengo a nadie. 

— Puedes tenernos a nosotros. 

— ¿De verdad?

— ¡No!

Gritó Stiles, alzando las manos de forma exagerada, haciendo que varios de nosotros diéramos un respingo por lo fuerte que alzó la voz, sin duda ninguno nos esperábamos aquello. Sarah le miró con la ceja alzada, fulminándole con la mirada. Antes de que ella pudiera responder a su pregunta, Scott apareció por la puerta con una de las bengalas que nos quedaban, y él, volvió a ser más Jake que nunca después de eso.

— No tengo intención de unirme a vosotros, yo estoy con los malvados, los de los ojos rojos, ¿Entendéis? Aunque... A ti no me importaría unirme. Te acabará dejando, Isaac, y Lydia, una pena que las noches locas las pases con Aiden. 

Finalmente, dio una carcajada y terminó saliendo por la puerta, sin duda algún día le sacaré la mandíbula a ese gilipollas, mis puños se apretaron con fuerza, claramente siendo ellos los que controlaran mi cuerpo.

— Que pena que esté conmigo. 

Alcé la voz para que pudiera escucharme, mas ella no sabía dónde meterse, tengo claro que no le gusta demasiado su presencia, pero por alguna razón, hay algo dentro de ella que no le deja destruirle.

— ¿Ha dicho Aiden?

Preguntó Stiles, algo alterado después de las palabras del supuesto chico malo, sin duda, no le gustaba demasiado a él tampoco que Lydia estuviera metiéndose en la cama del enemigo, bienvenido al club.

— Solo fue una vez. Bueno, muchas veces. 

(...)

— No quiero saberlo. De verdad que no quiero saberlo... Por si no os habéis dado cuenta, el partido ha sido cancelado, nos volvemos a Beacon Hills. 

Por la noche, no queríamos volver dentro de ese motel, así que preferimos quedarnos a dormir dentro del autobús. Y, cuando amanecimos, el entrenador estaba gritando desde la puerta, logrando que todos nos despertáramos. Ni siquiera me acordaba del partido, sinceramente después de intentar suicidarme no tenía muchas ganas de jugar. 

— Entrenador, ¿Puedo ver su silbato?

Preguntó Lydia, logrando que el entrenador se lo diera, y eso era demasiado extraño, pues parecía que le tenía demasiado aprecio, como si llevara con él desde el colegio, y eso es asqueroso. 

— Eh... Sí, pero quiero que me lo devuelvas. 

Fue a buscar a Ethan mientras ella aprovechaba para tapar el silbato y soplarlo, encontrándose con que su mano estaba llena de acónito. 

— Cada vez que el entrenador toda al silbato, vosotros lo inhaláis, así es como el Darach se metió en vuestras cabezas, así os controlaba. 

Stiles arrojó el silbato a la carretera, mientras el entrenador se dedicaba a gritarle, y yo dedicaba toda mi atención a alguien que me hablaba desde varios asientos atrás, o más bien me susurraba para que solo yo pudiera escucharle. Jake. 

— Ella no te quiere. 

— Solo intentas enfadarme. 

— Si quisiera enfadarte, habría hecho algo más que acostarme con ella; como cortarle un brazo o algo así. Me acuerdo de pocas cosas esa noche, pero de eso me acuerdo perfectamente. 


Another Hale | Stiles S.Where stories live. Discover now