➵ 40 (Nuestro secreto).

4.7K 295 50
                                    


La puerta de la veterinaria fue tocada con desesperación, y el autor de los hechos ni siquiera llegó a esperar nuestra respuesta, pues poco después terminó abriéndola sin permiso, y dirigiéndose hacia la habitación en la cual nos encontrábamos. Podía escuchar los pasos de dos personas, y por las pisadas que lograban retumbar el suelo, también conocía de quién se trataba; no quería creerlo, ¿Qué se supone que hacen estos dos aquí?

— Estoy buscando a Lydia.

Jake fue el primero en aparecer por la puerta, siendo bastante rápido a la hora de comenzar a buscar a la pelirroja con su mirada.

— ¿Qué quieres?

La respuesta de la misma salió disparada de sus carnosos labios, de la misma manera en la que el contrario había formulado aquella frase, abriéndose paso para colocarse frente a ellos. 

— Necesitamos tu ayuda.

Dijo Ethan poniéndose al lado de su amigo. Sin duda parecían nerviosos, incluso podría añadir que sus intenciones eran lo más real que podrían haberme proporcionado con anterioridad. 

— ¿Para qué?

Preguntó Stiles, el cual se asomaba detrás de Scott, mirándoles con una de sus cejas alzada, como por alguna razón no llegase a fiarse demasiado. 

— Para impedir que mi hermano y Kali maten a Derek.

No podía creer lo que estaba viendo, sus corazones latían con buen ritmo, y eso solo significaba que ninguno de los dos estaba mintiendo, que parecían estar de nuestro lado, aunque sinceramente opinaba que era de lo más extraño. Era consciente de que Jake no era malo, sin embargo no pensé que Ethan tampoco lo fuera; por lo menos, no tanto como los demás alfas.

— Isaac, Allison y yo iremos a por unas cuantas armas de Chris. 

Dijo Scott.

— Ethan, Lydia, Sarah y yo iremos al apartamento para ayudar a los demás.

Continuó Jake, haciendo su propio equipo. Cora estaba recuperada, ni siquiera me interesa saber cómo consiguieron estabilizarla, no cuando no podría gustarme ciertas explicaciones. 

— No. Sarah irá con Stiles a la cueva de las raíces.

— Nosotros la necesitamos más si queremos luchar contra la manada.

— Bien, entonces ve tú con Stiles.

— ¿Sabes qué? Creo que ellos dos se las apañan muy bien juntos, ¿Verdad que sí?

Se corrigió Jake a sí mismo, pues evidentemente no soportaba a Stiles. Por mi parte diré que me gusta más la idea de decidir por mí misma, pero cierto era que el plan de acompañarle sería el más seguro para ambos. 

Así lo hicimos, cada uno seguimos con nuestra parte del plan, mientras yo me dedicaba a sentarme dentro del coche de Stiles, en su querido y preciado Jeep. Todavía no hemos hablado sobre lo que había pasado antes, de nuestro beso, y empiezo a pensar que quizá nunca hablaremos de ello.

El camino se volvió silencioso e incómodo, aunque los truenos que sonaban cerca de nosotros ayudaban a la situación. Poco a poco perdimos la visión de la carretera, pues la niebla decidió jugarnos una mala pasada; hasta que perdió por completo el control de su coche y chocamos contra un árbol.

Mi cabeza se vio golpeada por la puerta, solo recuerdo cómo mi vista se oscurecía lentamente hasta no ver nada; todo se había cubierto de negro.


— Tienes que volver.

Me decía alguien que me resultaba familiar, estaba muy cerca de mí, me zarandeaba, algo que jamás había hecho, ni siquiera se había acercado a un metro de mí. Theo.

— ¿Qué?

Pregunté, aturdida. Su cuerpo parecía tan real, sentía que cada vez aumentaban las posibilidades de poder tocarlo por mi cuenta, de averiguar lo que estaba ocurriendo.  

— No puedes morir ahora que tu condición está mejorando.

Dijo.

— Eh, oye, abre los ojos ahora mismo, no puedes morir ¿Entiendes?

Me gritaba alguien mientras tocaba mi mejilla, de una forma diferente a la persona con la que me encontré en el sueño. Solamente estuve inconsciente, ni siquiera tengo intenciones de morir todavía.

— Mi condición mejora.

Murmuré tras conseguir dar una gran bocanada de aire, abriendo mis ojos con lentitud para poder clavar mi mirada en el rostro ajeno.

— ¿De qué condición hablas?

— Espera, ¿Qué?

— Acabas de decirlo.

— ¿Lo he dicho?-

Pregunté saliendo del coche totalmente destrozado por la parte delantera, y si yo estaba confundida por mis supuestas palabras, la cara de Stiles, y los pensamientos de éste, podrían igualar los míos fácilmente. 

— Lo has dicho.

Dijo Stiles haciendo lo mismo, pero también le dio una mirada rápida a su jeep; quería al coche como si fuera su propio hijo, y ahora estaba para llevarlo al desguace. 

Por otro lado, mis ojos comenzaron a parpadear, y eso solo significaba que el eclipse lunar estaba más cerca de lo que pensábamos.

— ¿Cuánto tiempo llevamos inconscientes?

Le pregunté, dedicándome a seguirle dado que era una de las pocas personas que podía llegar a conocer el lugar de destino. 

— Dos horas.

Respondió echándole un vistazo rápido a su teléfono, el cual también necesitaba ser reparado debido al golpe.

Teníamos que darnos prisa si queríamos encontrarlos sanos y salvos aunque el viento soplaba con fuerza y conseguía que la búsqueda se hiciese todavía más complicada.

— Es aquí.

Frenó en seco. Frente a nosotros había un tocón, una especia de puerta un par de metros a la derecha, y el suelo se estaba hundiendo como si la intención fuese enterrarlos vivos. Abrió la puerta, introduciéndose dentro de la cueva de las raíces, y yo no tardé demasiado en imitar sus movimientos. 

Varias columnas de madera encima de ellos, ni siquiera podían aguantarlo más; iban a aplastarlos. El bate de Stiles sirvió de gran ayuda, interponiéndolo para impedir el paso de la columna, y pocos segundos después de rescatarlos, la tormenta paró. 

(...)

Jennifer se arrastraba por el suelo hasta llegar al Nemetón, agarraba sus raíces con fuerza, con la intención de poder conseguir energía de nuevo.

— Oh, padre e hija, que tierno. Estáis en peligro, todos vosotros. 

Habló Jennifer mientras Peter le daba a vuelta agresivamente, colocando su cuerpo boca arriba, antes de sacar sus garras, y desgarrar el cuello del Darach. 

— Será nuestro secreto.

Murmuró dándome un beso en la frente.  Es increíble lo que la gente puede llegar a decir antes de morir; algunos mienten, otros dicen la verdad.

¿Realmente estamos en peligro? No lo creo.

Another Hale | Stiles S.Where stories live. Discover now