72. No te estás curando.

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Lydia suspiró para después poner las manos en el teclado de su portátil e intentar averiguar la tercera clave a pesar de lo nerviosa que se encontraba. Presionó unos de sus dedos a la letra D, luego lo deslizó hasta la E, seguido de la R y de nuevo la E, finalizado con la K. Derek.

No sé como describir aquel momento en el que el nombre de la persona de la cual estoy enamorada rebela una lista de nombres que van a ser asesinados por dinero. Mi respiración se cortó al ver como los nombres aparecían. Tal vez no vaya a morir, Jake es la segunda clave y él sigue vivo, ¿No es así?

No puede ser lo que estoy viendo. No es que conozca a Derek desde hace mucho, pero sé que él no se merece morir. Hablé con Sarah sobre él, y me contó que su primera novia murió en sus brazos. Eso debe de ser demasiado triste, por eso él nunca más ha vuelto a amar a nadie, y sonreír de la manera en la que solía hacerlo. Pero yo pude ver como es él en realidad, detrás de esa fachada de piedra, se esconde un corazón roto y dolido, y yo pienso protegerlo.

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Por alguna extraña razón me encontraba en el departamento de Derek, tumbada en su cama y tenía un fuerte dolor de cabeza en la sien. Lo ultimo que recuerdo fue como Sarah y Stiles salieron de la bóveda para buscar algo de ayuda. Parpadeé un par de veces para procesar el lugar en el que estaba. Me destapé para poder salir de la cama y ver que Derek se encontraba durmiendo en el sofá. Me acerqué lenta y silenciosamente intentando evitar despertar a Derek. Me senté justo en la mesilla para lograr ver como una mancha de color rojo estaba en la camiseta de color blanco de él. Levanté su camisa dejando ver sus abdominales bien definidos, pero unos segundos después reaccioné para ver la herida que estaba justo delante de mis ojos. La observé con detenimiento hasta que las manos de Derek sujetaban mis brazos para evitar que tocara esa herida, la cual no tenía buena pinta.

-¿Qué estás haciendo?-Preguntó levantando una ceja y en tono neutro, para después soltar mis brazos.

-No te estás curando.-Dije lo evidente, poniendo mi vista de nuevo en la sangre reciente que estaba en su camiseta.

-Algunas heridas tardan más.-Dijo. Sé muy bien como va este tipo de cosas, nací siendo mujer jaguar, lo que significa que sé perfectamente cuanto debe tardar en curarse las heridas. Mi infancia no fue del todo buena, mi padre cada luna llena se convertía en algo totalmente peligroso y sin control para todo el pueblo, y cuando no era luna llena maltrataba a mi madre, día tras día. Una noche, algunos cazadores irrumpieron en mi casa, asesinando a la mitad de mi familia por el crimen que había cometido mi padre al asesinar a cientos de personas. Pero mi padre, aún viendo la sangre de su familia en el suelo, paredes y en los propios cuerpos de sus hijos muertos, escapó sin ningún remordimiento. Mi madre, mi hermano Dylan y yo, pudimos escondernos hasta que acabó la matanza. No tenía más de diez años cuando ocurrió aquello. Ahora mi madre se está muriendo, y la única persona que podía curarla, me dijo que tenía que proteger a alguien si quería que mi madre siguiera con vida. Estoy en Beacon Hills para salvar a mi madre de la muerte. Estoy protegiendo a Sarah porque ella me lo pidió. Espero que estés cumpliendo tu promesa, Talia.

-¿Qué está pasando?-Dije al no creer las palabras que me decía. Recuerdo muy bien lo que vi en esa lista, y que Derek no se esté curando hace que cada vez me encuentre más preocupada por él.

-Tal vez estoy cansado.-Dijo. No tenía pinta de entender lo que estaba pasando, menos lo sabía yo, pero sabía que esto no podía ser bueno. Se dio la vuelta esperando a que lo ignorara.

-Derek, enséñame tus ojos.- Dije mientras observaba como Derek intentaba evadir la conversación.

-Los acabas de ver.- Dijo sin ni siquiera mirarme. Si no se da la vuelta ahora mismo ,se la daré yo.

-Tus otros ojos.-Dije captando su atención y haciendo que se diera la vuelta para que después diera un pequeño suspiro.-Bien, ¿Por qué no me dices lo que realmente está pasando?

-Estoy perdiendo mis sentidos.-Soltó por fin libremente. No creo que eso pueda ser posible, o puede que sí teniendo en cuenta que volvió a ser adolescente por unos días.

-Tengo algo que puede ayudarte.-Dije sonriendo mientras me levantaba de la silla e iba directa hacia mi bolsa que se encontraba justo al lado de la cama. Rebusqué entre la ropa hallando una pistola. Recuerdo que Talia siempre me decía que tenía que tener una a mano, igual que la tenía ella.

Me dirigí hacia Derek con ella en la mano, lo cual le incomodó un poco.-No me gustan las armas.-Contestó al verla.

-Eso es porque nunca has aprendido a usar una.-Dije sonriendo al acordarme de que a mí tampoco me gustaban antes de tener una en mis manos.

-O porque me han disparado.-Dijo mirándome con una ceja levantada, hacía que se viera realmente atractivo así.-Varias veces.

-Usar un arma no es solo aprender a apuntar y disparar.-Dije entregándole la pistola, la cual no rechazó.-Adelante, apúntame.

Me distancié de él un paso mientras él reía incrédulo. Inmediatamente levantó el brazo para apuntarme, pero yo hice un giro de mano para quitársela de las manos en menos de diez segundos, lo cual pareció no gustarle.-Déjame probar otra vez.

Sin rechistar volví a entregarle el arma, e hizo lo mismo que la primera vez, por supuesto, volví a robarle de nuevo el arma.-Puedo hacer esto todo el día.-Dije volviendo a entregársela.

Lentamente se acercó a mí, lo cual hizo que mi respiración se agitara. Puso su mano en mi nuca para después juntar nuestros labios. No sabía muy bien por qué estaba haciendo esto, pero me gustaba. Llevaba demasiado tiempo esperándolo. Sentí la pistola en mi abdomen, rodé mis ojos cortando el beso.-Has hecho trampa.

-Estoy aprendiendo.-Sonrió mientras dejaba la pistola a un lado de la mesa. Estaba demasiado cerca de mí y no tenía intención de apartarse. Uno de sus brazos rodeó mi cintura, mientras que con el otro me levantaba para quedar con mis piernas entrelazadas a su cintura y luego sentarme en la mesa que estaba en el medio del departamento. El beso ahora era hambriento y había acelerado el ritmo. Quité su camiseta para que después él quitara la mía. Posicioné mis brazos al rededor de su cuello y con una de mis manos jugaba con la parte trasera de su pelo. Me acerqué más a él mientras sus manos ahora estaban viajando por mis caderas y me apegaba más a él haciendo que soltara un pequeño gemido. Un gruñido sonó de su parte mientras sus frías manos subían hacia arriba deshaciéndose de mi sujetador. Desabroché el botón de su pantalón haciendo que este se deslizara hasta abajo quedando con unos boxers color gris. Él hizo lo mismo conmigo para después volver a acercarme más a él, ahora la ropa interior que nos sobraba había desaparecido. Los labios de Derek se dirigieron a mi cuello dejando besos húmedos en él. Iba bajando hasta llegar a mis hombros, y en uno de ellos dio un pequeño mordisco haciendo que volviera a gemir. Inmediatamente entró en mí, iba lento, sin prisa alguna, y yo gemía su nombre en su oído.

Another Hale | Stiles S.Where stories live. Discover now