➵ 26 (Lo que eres).

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— Papá, te he dicho que estoy bien.

Me encontraba en la casa de Stiles, y es que le había perdido la pista desde la noche anterior, nadie sabía nada de él, incluso le pusieron una orden de búsqueda a su coche, realmente tuve miedo de que le hubiera pasado algo grave. 

— Stiles, ¿Qué ha pasado?

Abrí la puerta, ignorando sus palabras. Me acerqué lentamente, logrando ver que tenía un moratón en su mejilla, por lo que aproximé mi mano para poder acariciarle lentamente, sin querer hacerle demasiado daño. 

— Ha sido Gerard. 

Se sentó en la cama, y no dudé demasiado en hacer lo mismo, queriendo mantenerme cerca, como si quisiera protegerle. No, si de alguna manera estoy destinada a tener que cargarme a alguien de mi familia, se rifaban las papeletas. 

No me dio demasiado tiempo a responderle, mi teléfono estaba vibrando en el pantalón de mi bolsillo trasero; era Isaac. 

— Tienes que venir, Jackson se está transformando en una cosa aún peor.

— Solamente tardo diez minutos. 


¿Está evolucionando como un Pokémon? 

Me preguntó Stiles, el cual parecía que estaba escuchando la conversación, aunque realmente no me resulta extraño, estaba pegado a mi mano y a mi móvil los tres segundos que duró mi conversación. 

— No lo sé, nunca he visto Pokémon. Tengo que irme. 

— ¿Sabes cómo me verás? Me verás desolado. Y si mueres, voy a volverme literalmente loco, tu muerte no te afecta a ti sola, afectará a las personas que te rodean, las personas que irán a tu funeral querrán saber como van a vivir el resto de sus vidas sin ti; querré saber como viviré el resto de mi vida sin ti.

Suspiró, agarrando mi mano, acariciando lentamente el dorso, y la otra, la cual me quedaba libre, la acerqué a su labio partido, pasando por encima la yema de mi dedo pulgar, en leves roces. 

— Tienen un plan, Stiles. No me pasará nada; tienes que traer a Lydia, ella es la única que puede ayudarle, tienes que hacer que crea en todo esto. 

(...)

— Eso no han sido diez minutos.

Se quejó Isaac en cuanto llegué al garaje en el que me habían citado, parecía en ruinas y deshabitado desde años, incluso. Allí estaban todos, aunque Stiles todavía no había llegado con Lydia. 

Jackson se levantó de la bolsa color negro, la misma que le pusieron en la morgue del hospital; agarró a Derek, lanzándole contra la pared en cuanto pareció que se encontraba consciente. 

Una flecha atravesó el hombro de Isaac, se parecía demasiado a las que usaba Allison, mas afectivamente era suya, entonces me acordé del sueño, cuando hablé con ese chico desconocido. Todo estaba pasando demasiado rápido, y yo no estaba reaccionando como debería; varias balas de la pistola de Chris se dirigían hacia la Kanima, aunque éste se dedicaba a correr por todo el garaje. 

Nos convertimos a la vez, y aunque Derek se extrañó de mi color de ojos, no quise darle demasiada importancia, pues eso no estaba importando en este momento. Venía directo hacia mí, y aunque Isaac se levantara del suelo con intención de ayudarme, Allison terminó clavándole un cuchillo. 

— ¡No te tengo miedo! 

Grité, con la esperanza de que me escuchara, mas solo se acercaba a mí lo más rápido que sus patas le permitían. Mi pierna acabó en su abdomen, saliendo disparado, ni siquiera yo comprendía de dónde había sacado tanta fuerza ni cómo lo había hecho. Se levantó, agarrándome por el cuello. 

— Espera.

Scott, que sabía lo que Gerard estaba planeando, agarró a Derek del suelo, mientras él le acercaba el brazo a su boca, con intención de que le mordiera. Mas, cuando Derek lo hizo, su brazo se tornó negro, como pasaba cuando Jackson vomitaba en los baños del instituto. 

— ¿Qué me has hecho? ¿Has metido acónito en mis pastillas?

— En realidad, es fresno silvestre.

Su nariz, sus ojos, expulsaban líquido negro, tanto, hasta que terminó desmayándose en mitad del garaje. El jeep de Stiles, después de varios minutos, acabó apareciendo, atropellando a la Kanima por accidente, aunque siendo un mal necesario para todos nosotros. Ambos salieron del coche, y ella llevaba una llave entre sus dedos, colocándose frente a él para poder enseñársela.

Inmediatamente, sus escamas desaparecieron, cogiendo la llave que Lydia le entregaba. Aprovechando el momento en el que se encontraba distraído, Derek clavó sus garras en él, cayendo al suelo junto con la llave. Gerard había desaparecido en cuestión de segundos, no creo que ese señor nos vuelva a dar más problemas. Las uñas de Jackson chirriaban en el asfalto, y sus ojos se volvieron azules.


Aparecí en la misma calle oscura que la otra vez, también me encontraba con el mismo chico, aunque ahora llevaba la ropa de calle, la misma que había usado la noche anterior, como si los sueños no fueran del todo sueños. 

— ¿Qué estás haciendo aquí?

— He venido a advertirte. Tu novio, una chica, y una moto; también un accidente. Ellos van a venir, que no se enteren de lo que eres. 

Another Hale | Stiles S.Where stories live. Discover now