➵ 24 (Tu amigo Stilinski).

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Isaac.

— ¿Isaac qué has hecho?

Scott aparecía por la puerta, y preguntaba directamente al ver a Sarah tirada en el suelo, ni siquiera nos dio tiempo a recogerla para cuando quiso llegar, y es que probablemente estuviera siguiendo a su amigo. 

— Pregúntale a tu amigo Stilinski. 

No era capaz de mirarle a la cara, simplemente me dedicaba a agarrarla de los brazos para poder subirla entre los míos y bajar las escaleras hasta llegar al jardín, no había nadie allí que no fuéramos nosotros; la fiesta había acabado. 

— No ha sido su culpa. Nos han drogado, todos hemos visto algo que no deberíamos. 

Scott empujó a su mejor amigo para tirarle hacia la piscina, mas no tardó demasiado en salir a flote con el ceño fruncido y sacudiendo su pelo como si fuera un perro mojado. Yo simplemente me limitaba a mirarle con la mandíbula apretada. 

— Sal del agua, has disparado a Sarah con el arco de Allison. Me suda los cojones que no sepas disparar o no te acuerdes de nada...

Stiles salía de la piscina sin entender demasiado, quizá fuera consciente de la situación por mi tono de voz y lo rápido que estaba hablando. Miraba a Sarah con los labios entreabiertos, sin llegar a comprender por qué él haría algo así. 

— ¿Por qué vosotros no habéis tenido alucinaciones?

Scott se adelantó, ni siquiera me dejó acabar mi conversación con él, solamente quería saber por qué nosotros no habíamos bebido de ese coctel que Lydia había preparado con algún tipo de vodka. 

— ¿Podéis llevarme a un hospital?

Preguntó Sarah, sin responder a la pregunta que nos había hecho Scott, ahora teníamos otro problema más importante que el ponche y las drogas, ella estaba débil y probablemente se estaría muriendo. 

— Stiles la llevará al hospital. Nosotros vamos a buscar a Lydia.

Como siempre, era el que mandaba y mantenía el control en este tipo de situaciones, quizá fuera lo mejor en este preciso momento, ya que Lydia no aparecía por ninguna parte, y solamente nosotros podíamos ayudar a encontrarla. 

— Está bien, pero como vuelvas a hacerle algo, juro que te mato.

(...)

Acabamos en el cuartel de la policía, todo estaba completamente repleto de sangre con cadáveres por todas partes. Sin embargo, cuando quise ser consciente de lo que estaba ocurriendo, recibí un corte en la nuca junto con Derek en cuanto quisimos pasar por la puerta. 

— Gracias a Dios. 

Habló Scott, el cual no se dio cuenta de que estábamos paralizados hasta que caímos de boca al suelo en una de las salas de la comisaría. Al parecer, ya no estaba él solo, sino que por alguna razón el idiota también se encontraba allí cuando debía estar con mi novia, o con mi amiga especial.

— ¿Este es el que domina a Jackson? ¿Este crío?

Preguntó Derek desde el suelo, logrando ver por el rabillo del ojo como Matt estaba parado frente a los cuatro. Sin embargo, nosotros dos éramos los únicos paralizados, ellos dos se encontraban perfectamente bien de pie. 

— Bueno Derek, no todo el mundo tiene la suerte de ser un hombre lobo grande y malo. Así es, estoy aprendiendo muchas cosas... Hombres lobo, cazadores, Kanimas... Excepto tú, Stiles, ¿En qué te conviertes tú? 

Preguntó directamente, haciéndose notar en la sala, pues parecía que se sintió medianamente incómodo con las palabras de Derek, como si quisiera demostrar que tenía más poder del que nosotros pensábamos. 

— En el hombre de las nieves. Pero es más una cosa de invierno, es algo estacional. 

Terminó diciendo, y él ordenó a que Jackson, ahora el lagarto homicida le paralizara con su veneno hasta caer sobre el pecho de Derek, castigando así a los dos por sus palabras, por reírse de él, de alguna manera. 

— Quítamelo de encima.

Se quejó Derek, apretando con fuerza la mandíbula, comenzando a cabrearse, tanto que podía oler cómo sudaba y sentir las ganas que tenía de arrancarle la cabeza a ese crío con problemas paternos.  

— Pues no lo tengo nada claro, los dos hacéis muy buena pareja, ¿Qué os parece Sterek?

Ambos negaron. Sin embargo, Scott terminó por quitarle de encima a Stiles para que pudiera respirar con normalidad, o al menos intentarlo, ya que aunque no lo pareciera, el delgaducho pesaba lo suyo.  

Escuché un ruido proveniente de la puerta, Melissa había llegado a la comisaria, y su hijo fue acompañado de Scott. Nosotros tres nos quedamos en el suelo, ya que no pudiéramos movernos todavía, sin duda no era una sensación agradable. Sonó un disparo, su madre gritaba, mas algo me decía que el balazo no lo había recibido ella, sino su hijo. Matt agarró a Melissa hasta encerrarla en una celda, junto al padre de Stiles. 

— Yo quiero el libro, necesito respuestas. 

Matt traía a Scott del brazo, zarandeándolo hasta dejarlo en la misma sala que nosotros, y hablaba de algo que yo no comprendía, pero que después de todo tenía cierta curiosidad por saber. 

— ¿A qué?

Respondimos los cuatro al unísono, con cierto resquemor, alzando ligeramente nuestra voz, como si empezara a hartarnos esta situación. Quiero salir de aquí, quiero ir en busca de Sarah, necesito saber si está bien. 

— A esto.

Se levantó la camiseta, enseñándonos las escamas que le estaban saliendo en la piel, aún así, antes de que pudiéramos responder siquiera alguno de nosotros, se llevó a Scott fuera de la sala. Tenía que dejar de movernos como si fuésemos muñecos. .

— Podemos curarnos antes que Stiles.

Murmuró Derek, que se clavaba las garras en la pierna para sentir dolor, mas yo hice lo mismo, quería curarme de esta mierda lo antes posible. No iba a quedarme ni un segundo más a merced de este gilipollas.

Unas alarmas se escuchaban en el exterior, seguidas de unos disparos, y yo me juraba cualquier cosa a que Matt no tenía nada que ver con esto, sino los Argent. Derek se levantó al instante, yo lo hice pocos segundos después. 

— Llévate a Stiles. 

Me ordenó. Le agarré de la camiseta, sacándole fuera del recinto, lo suficiente para no tener que encontrarnos con esa gente y llevarnos un disparo por no haber hecho literalmente nada, solamente estar en un sitio equivocado. 

— ¿Isaac?

Me preguntaba una y otra vez, esperando que le hiciera algo de caso y respondiera a su llamada. Aunque después de varios minutos, en el trascurso del camino, terminé por hacerlo. 

— ¿Y ahora qué quieres?

— ¿Por qué vosotros no tuvisteis alucinaciones?

— Ya lo dije, nosotros no bebimos.

— Estabais demasiado ocupados...


Another Hale | Stiles S.Where stories live. Discover now