30. Ángeles

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Magnus lo consideró, pero al final decidió no pedírselo a Alec. Por ahora las cosas estaban bien entre ellos y no quería arruinarlo sólo por un libro.

Y él podía ir solo.

Cuando Raphael ya se iba, corrió tras él y se lo pidió. "Sólo déjame en la librería, volveré en un taxi". Raphael lo pensó mucho y protestó varias veces antes de aceptar. A pesar de su aparente desinterés, quería mucho a Magnus y no quería que nada malo le pasara.

—Voy a estar bien —Magnus agitó su mano hacia Raphael—, ni siquiera tengo que cruzar la calle, compraré algunos libros y esperaré un taxi aquí.

Raphael entrecerró sus ojos, considerando dejar a Magnus, pero al final no pudo. Llamó a la casa Lightwood, esperando que Ragnor o Catarina contestaran y bueno, "Esto ya no fue mi culpa", se encogió de hombros cuando fue la voz del encadenado de Magnus. —Soy Raphael, traje a Magnus a la librería Ángeles, pero no voy a poder esperarlo —y colgó.

"Veamos qué tanto le interesas, Magnus".

Bajó y siguió a Magnus discretamente. Lo vio hablar con varias mujeres embarazadas, ellas le sonreían y algunas le pidieron fotos como si fuera famoso. Incluso hubo un momento en que una niña gritó tanto al ver a Magnus que los empleados de seguridad llegaron, "Disculpe" había dicho la madre "es que ama el caso de Magnus, está ansiando ver a sus hijos, y verlo embarazado". "¡Es mágico! Mamá está embarazada también, Magnus" había dicho Clara. La niña se llamaba Clara. Le habían regalado algunos libros a Magnus que ahora iba cargado.

Raphael suspiró, Alec no había llegado, y estaba por ir a ayudar a su amigo a recoger los libros que se le habían caído, cuando un bonito empleado se le acercó con una sonrisa. —Déjame ayudarte. No deberías estar aquí solo...

—No está solo —la voz profunda, un poco molesta, los hizo mirar a ambos. 

Raphael sonrió y salió de la librería. Lo que sucediera ahora ya no era su problema. Al menos había venido.

El empleado alzó una de sus cejas, un poco ignorándolo. —No está solo —repitió Alec—. Y no hace falta tu ayuda, pero muchas gracias.

El empleado miró a Magnus. —Graciás, está bien, lo conozco.

—Soy su encadenado —dijo Alec, mirando al empleado.

Magnus sonrió, no entendía porque, cuando antes quiso ocultarlo, ahora lo decía sin que lo preguntaran.

—Gracias, iba a tomar un taxi, pero son muchos libros, y...

—¿Por qué no me llamaste? —Alec metió todo de nuevo a la bolsa y le dio la mano—. Me gustan los libros, te habría acompañado.

Magnus se sorprendió tanto que no dijo nada. Alec se rió, una risa que él no creía haber escuchado antes. Era bonita.

—Magnus, somos algo así como... ¿aliados? Pedirme ir contigo a la librería está dentro de eso.

Magnus asintió y mordió su labio antes de preguntar algo como ¿Antojos de madrugada también?

—Ya que estamos aquí, vamos —Alec, tal vez sin darse cuenta, lo tomó de la mano como a un niño pequeño—, hay un libro que quiero.



Encadenados (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now