48. Spoiler

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Alec y Magnus se miraron ante la pregunta de Etta.

Magnus agradeció que ya había estado llorando, unas lágrimas no se distinguirían sobre otras.

Se sentó en la camilla, obligando a Etta a ayudarlo. El latido del corazón de sus hijos todavía se escuchaba, Magnus pensaba pedir una copia, era un sonido que sentía que podía escuchar por siempre, probablemente su sonido favorito.

—Eso es un no? —Etta sí había visto las nuevas lágrimas.

Pero entonces Alec no aguantó más y se metió entre ellos. —Sí vamos a seguir juntos —quitó, sin mucha delicadeza, las manos de Etta y ayudó él a su encadenado a bajar.

Sus manos se quedaron sobre su vientre un momento. Magnus sólo lo miró, sus ojos verde dorado muy abiertos. No porque haya dicho que sí, ese era el trato que habían hecho, iban a fingir ser pareja como Cat y Ragnor para conservar a sus hijos; lo que le sorprendió fue que lo estuviera tocando así frente a alguien más cuando en la cocina se había alejado cuando Jace entró.

Alec quería limpiar las lágrimas de Magnus, pero sus manos se sentían bien sobre su vientre, sobre su piel, entonces dejó suaves besos en sus mejillas, limpiando la humedad con sus labios.

Magnus cerró sus ojos y sonrió. Tenía varios meses más de embarazo, ¿tal vez lograría que quedarse fuera real y no sólo un trato?

Etta los miró un momento. Ella creía que fingían, intuía en plan de Magnus, sabía que él haría lo que fuera por mantener a sus hijos. Ella tenía lista una solicitud para hacerse cargo de él y de los niños, o niñas, cuando Alec los dejara, porque hasta antes de hoy había estado segura que Alec nunca iba a intentar siquiera una relación real y ahora estaban aquí, abrazados frente a ella.

¿Se habría equivocado?


* * * * *


Magnus iba feliz con su ultrasonido y la grabación de los latidos de sus hijos.

Iban de la mano, Alec se rehusaba a soltarlo, alegando que podía tropezar o algo. Magnus lo dejaba, aunque no se creía eso.

Moría por preguntarle por qué se había portado así en el consultorio, pero no quería arruinar el momento.

Cuando llegaron a la heladería, Alec fue a pedir para ambos, mientras Magnus enviaba la grabación a Catarina, Ragnor, Raphael, cuando llegara a casa se los mostraría también a Isabelle y Clary.

Estaba casi saltando en su asiento y no notó cuando tiró su ejemplar de Soñadores. Alec y él eran de esos lectores que cargaban el libro aunque después no tuvieran tiempo de leer.

Un chico rubio se acercó y se lo dio, Magnus le sonrió y le dijo gracias, su sonrisa parecía permanente de tan feliz que estaba, el chico se lo tomó como una invitación y ya iba a sentarse frente a él. —También lo leí —le hizo un guiño—, me encantó el final cuando...

—¡Nooo! _Magnus gritó para que no se sentara ni le dijera el final.

Alec estaba ahí incluso antes de que el chico entendiera que pasaba.

Él se alejó mientras Alec revisaba a Magnus, su vientre, sus brazos, su piernas... Magnus se ruborizó por las miradas que todos les daban.

—¿Qué pasó? ¿Te hizo algo? ¿Te duele algo?

Alec ya iba a ir tras el chico cuando Magnus lo detuvo y negó. Hizo ese puchero que Alec estaba empezando a amar. —Quería hacerme spoiler —susurró.

Los ojos de Alec se entrecerraron. —¡Magnus, me asustaste!

Magnus bajó su mirada, avergonzado. —Lo siento.

Inesperadamente, Alec no estaba molesto. Sólo se había preocupado. —Está bien, sólo me asustaste. Voy por los helados.

Magnus todavía no lo miraba cuando preguntó: —¿Puede ser uno doble para mí?

Alec se rió y le susurró: —Pero si el de los antojos soy yo.

Eso hizo que la sonrisa de Magnus regresara con más fuerza que antes.

Y Alec no entendía por qué eso lo hacía tan feliz a él.

Encadenados (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora