85. Beneficios

6.7K 802 197
                                    

Las manos de Raphael temblaban mientras deshacía cada botón de la camisa de Ragnor. No es que él fuera un amante tímido, aunque no fuera romántico o tan demostrativo, no era tímido con Ragnor, pero ahora los nervios le estaban ganando. Los nervios y la emoción de volver a estar juntos.

Su corazón latía tan fuerte y Ragnor debió notarlo cuando puso una de sus manos sobre su pecho y le dijo "Con calma, mi Rapha" y lo besó con así, con calma, sus labios moviéndose lento contra los suyos. Mientras sus manos, más seguras que las suyas, comenzaban a desnudarlo también.

Los dos terminaron sin camisa. Los dos quitando el pantalón del otro. Raphael quitó rápidamente su propia ropa interior antes de bajar la de Ragnor. Ragnor le sonrió. Su mirada oscurecida por el deseo, pero mezclada con el inmenso amor que se tenían.

¿Cuántos casos como el de ellos habría? ¿Cuántos hombres amando a otro o mujeres a otra? Mientras que, para la opinión pública, la primer pareja oficial fueron los encadenados malec.

—¿Ansioso? —Ragnor se burló.

Raphael lo tomó de la mano y lo hizo recostarse de nuevo. Esta vez ya sin ropa. Desnudos ambos. Piel con piel. —Sólo quiero amarte. Sentirte mío.

Ragnor suspiró, tomando su rostro, haciendo que lo mirara. —Es difícil por nuestra situación que lo creas, pero soy tuyo, mi amor.

Raphael le dio una tímida sonrisa y un "Lo sé" antes de besarlo.

Las manos de Ragnor seguían sobre su rostro, mientras se besaban, las de Raphael bajaron por su torno y sus piernas, separando sus muslos, acomodándose entre ellos. Las caderas de ambos moviéndose, encontrándose, los miembros duros friccionándose contra el otro...

—Aahh... Ra-pha —Ragnor medio suspiró, medio gimió el nombre, cortando el beso—. Te necesito.

—Te amo —Raphael dejó un beso fugaz en sus labios antes de bajar por su cuerpo, dejando más besos suaves por su camino. Pecho. Abdomen. Cadera.

Ragnor separó un poco más sus piernas. Su mano encontró el cabello de Raphael y enredó sus dedos entre algunos mechones. —También te amo.

Raphael sonrió, sin verlo. Dejó un beso en la punta húmeda de su miembro y comenzó a masajearlo con una mano, hasta que Ragnor comenzó a gemir, para poder prepararlo para él.

No les importaba quien era el activo, era mejor poder ser ambos, pero esta vez Raphael quería hacerlo sentir bien, que supiera cuánto lo amaba, y sentir que, como Ragnor dijo, era suyo.

Los ojos de Ragnor, que se habían cerrado en el momento que sintió las manos de Raphael, se abrieron cuando dejó de sentirlas, parpadeó varias veces, sus caderas se retorcieron un poco y Raphael soltó una risita. Subió de nuevo para poder besarlo mientras entraba en él.

Raphael entró lentamente, sin empujar demasiado, Ragnor fue encontrándose con él, hasta que fueron uno solo. Pudo sentir la sonrisa de ambos en un beso congelado. De nuevo, los dos se movieron a la vez. No dejaron de mirarse en ningún momento.

Raphael no quería odiar al resto del mundo, pero a veces no podía evitarlo. Ellos se amaban y no podían estar publican juntos.

No quería ser egoísta, pero no podía evitarlo tampoco. Quería que Cat fuera feliz, por supuesto, que tuviera amor, y no podía evitar pensar que si Etta llegaba amarla sería lo mejor para los cuatro.

Aunque en el amor...

—Ah —ambos estaban cerca, pero siguieron mirándose, manos en contacto con el cuerpo del otro. Llegaron juntos al clímax.

Y, definitivamente, en el amor no se manda.


* * * * *


Magnus estaba sentado en un banco de Alec había llevado para él.

—¿Por qué estás sonriendo así? —Alec estaba arrodillado a un lado de la bañera, llenándola de agua, y asegurándose que la temperatura fuera perfecta.

—¿Cómo sabes que estoy sonriendo? Ni siquiera me estás viendo —Magnus hizo un puchero.

—Así como sé que ahora haces un puchero.

El puchero de Magnus se acentuó. Alec soltó una risita, mientras dejaba la bañera y se acercaba a su encadenado, todavía de rodillas. Un pensamiento fugaz cruzó su mente, estando arrodillado frente a Magnus: ¿Podría algún día estar en esta misma posición, cuando su cadena se terminara, siendo libres, pidiéndole una vida juntos, una familia, que se casara con él?

—Hey —ahora fuera Magnus quien se rio—. ¿Sigues ahí?

Alec parpadeó de regresó a la realidad, sintiendo sus mejillas arder. Tragó, evitando su mirada un momento.

Tal vez, algún día, se dijo.

Después sus manos se alzaron, tomando el rostro de Magnus. Sus dedos rozando sus labios. —Es tan injusto que tengas este hermoso puchero sexy y tierno.

Magnus hizo otro puchero antes de sonreír y jalar a su encadenado para un beso.

Las manos de Alec se detuvieron en la bata de Magnus. —¿Por qué traes esto? —sus manos se colaron debajo, sintiendo sus hombros desnudos, su espalda—. Quería desnudarte yo.

Magnus se estremeció. Y sonrió, aunque Alec no lo notó. —Porque así es más fácil. Y hay que ser cuidadosos aquí, podría resbalarme.

—¿Más fácil qué? —Alec se hizo un poco para atrás, buscando su rostro.

Magnus lo empujó suavemente para ponerse de pie, desató su bata y ésta cayó, dejándolo desnudo completamente. Bajó su mirada y mordió su labio inferior, pero Alec lo hizo mirarlo.

—Está bien —y esa sonrisa y la mirada de Alec hicieron que Magnus se sintiera el hombre más hermoso del mundo—. Puedo ver los beneficios —dijo Alec, antes de besarlo.

Encadenados (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now