121. La prueba del amor (Parte III)

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Amarte me hace creer en la eternidad.
(Carta de Magnus a Alec, extra de The red scrolls of magic)




«—Con Alexander. Quiero que estén con él.»

«Con Magnus... Magnus es su padre, Magnus los llevó en su vientre, lo destrozaría no tenerlos. Lo amo, sí y no tengo dudas;  pero si ustedes no logran verlo, no quiero su vida arruinada, basta con la mía. Si ustedes llegan a la conclusión de que no lo amo, quiero que al menos Magnus sea feliz.»


* * * * *


Etta y el otro guardia se habían apartado de Magnus y esperaron por indicaciones. No hablaron entre ellos, sólo esperaron.

Alec ya debería haber terminado, así que seguramente la prueba estaba por terminar.

Faltaba la última parte.

No fue hasta que les dieron la autorización que Etta se atrevió a mirar a Magnus. Ella no dudaba del amor que Alec y él se tenían, fue testigo, estuvo ahí las primeras semanas y vio la diferencia, vio la evolución, sobre todo en Alec. Pero la verdad era que no siempre eran justos.

Sus manos se cerraron en puños cuando escuchó al jefe del área decir "Creo que nos conviene autorizarlos. Se quieren, por lo que seguirán juntos y habrá más hijos; y además y que ellos han funcionado, podremos aprobar la ley..."

Ni siquiera era porque realmente se amaran, y la última fase de la prueba era la que ella más odiaba. Y aun así no podía haberle advertido a Alec o a Magnus.

"Llévenlos a los cuneros y pasen a la última pregunta."

—Vamos —el hombre, todavía con el archivo de Magnus porque faltaba un resultado más, se acercó y lo hizo ponerse de pie.

Magnus miró a Etta antes de salir. Cómo deseaba poder decirle con la mirada tantas cosas, rogarle que lo despidiera de Alec, porque sabía que si Alec se quedaba con los niños, él...

Había un nudo en su garganta y lágrimas que seguían resbalando. Casi tropezó un par de veces y el guardia simplemente lo empujó.

Su voz era un susurro roto, entrecortado: —¿Van a encadenarme de nuevo?

Etta misma sentía lágrimas empañando su vista. Pero fue el hombre quien respondió: —Sí.

—¿Con un... Con...? —no podía preguntarlo, ni siquiera resistía la idea de estar con alguien más, alguien que no fuera Alec. No importa que lo consideraran compatible. No podía imaginarse viviendo con alguien, durmiendo, entregando su cuerpo...

—Con una mujer. Si ustedes no aprueban, entonces la iniciativa de Encadenados tampoco.

—Pero yo... —Magnus no podía imaginarse siendo tomado por alguien, pero tampoco haciendo el amor a una mujer...no, teniendo relaciones, porque el amor sólo era posible con Alexander Lightwood.

Entonces, repitiendo lo que le dijeron aquel primer día, Etta dijo: —Biológicamente, y en cualquier sentido, sigues siendo un varón, Magnus. Sí, tu cuerpo fue adaptado para que pidieras llevar a tus hijos en tu vientre, pero no quiere decir que no puedas ser padre...del otro modo. Ser tú quien...

No.

Magnus apenas resistió la urgencia de cubrirse los oídos y cerrar su mente a la idea. No es que no quisiera más hijos, pero no quería embarazar a una desconocida.

Encadenados (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora