86. Tócame sin miedo

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"Puedo ver los beneficios" y entonces Alec lo estaba besando. Sus manos por todas partes. En su vientre, sus costados, la cadera, la espalda... Y esos labios suaves frotándose suavemente contra los de Magnus, su lengua enredándose con la suya, probándolo, delineando sus labios...

Alec ya no era aquel chico tímido, retraído, negándose a sí mismo, asustado de lo que estaba sintiendo, de sentir atracción por un chico. Seis meses habían pasado para que ser encadenado de Magnus Bane ya no fuera una condena que aguantar, sino un milagro que agradecía que hubiera sucedido. El amor llegando a su vida. Su sueño de una familia.

Alec bajó sus manos un poco más allá de la espalda de su encadenado, haciendo que Magnus saltara y después se riera.

—Lo siento —Alec rompió el beso, sentía sus labios hinchados y sus mejillas arder, movió sus manos un poco hacia sus caderas, pero no dejó de tocarlo, ya no podía—. ¿Fue demasiado? ¿Estoy siendo demasiado? ¿Te molesta?

Magnus le sonrió, lleno de ternura, sus manos acariciando esas mejilla ruborizadas antes de abrazarlo, su cabeza en el hombro de Alec después. —Estoy desnudo, Alexander. Hemos hecho el amor. Vamos a tener dos hijos. Estoy enamorado de ti. Y...

—Yo te amo también —dijo Alec, apretando a Magnus contra él, todo lo que se atrevía sin temor a lastimarlo.

Sintió la sonrisa de Magnus moviéndose hacia su cuello, dejando un beso fugaz. —Y me amas también. No me importan tus manos en mi cuerpo, es algo que me encanta, mi amor. Sólo me sorprendiste. Estamos por tomar un baño juntos, tonto. No estaría aquí si no quisiera que me tocaras. Todavía pienso que eres hermoso, con un rostro y cuerpo perfecto, mientras que yo estoy embarazado de prácticamente seis meses, pero la forma en que me miras, cómo me haces el amor, cuando me tocas...me haces sentir hermoso también.

Alec besó uno de sus hombros desnudos. —Porque eres hermoso, Magnus Bane. Conmigo o sin mí, eres perfecto.

—Prefiero contigo —Magnus dio un paso hacia atrás y le sonrió.

—Me tienes contigo —Alec beso sus manos con ternura.

Magnus gimió suavemente. —Creo que me rio porque estoy feliz y nervioso, y todavía me sorprende que me quieras. ¿Puedo quitarte esto?

Alec alzó una ceja cuando Magnus señaló su ropa, cambiando de tema. —¿No se supone que debíamos ser cuidadosos aquí y por eso te desnudaste antes?

Magnus sonrió tímidamente. —Sí, pero tú no.

—Puedo hacerlo. Tenías razón —Alec de sólo imaginar a Magnus resbalando...

Magnus retrocedió hasta volver a sentarse en el banco, aunque sin soltar a Alec. —Puedo desnudar a mi encadenado y ser muy cuidadoso.

—¡Tramposo!

—Inteligente —dijo Magnus con un guiño y una risa, pero Alec no se quejó demasiado mientras su encadenado lo desnudaba. Pasando sus manos por su piel, los brazos, el abdomen, sus dedos recorriendo sus piernas hacia arriba y hacia abajo.

Alec sintió sus muslos temblar y su excitación crecer. Detuvo la mano de Magnus a regañadientes. —Vamos ya, por favor. Me estás matando.

Magnus la tomó y dejó que Alec lo ayudara a entrar en la bañera, para después meterse tras él, su espalda contra el pecho de Alec, los brazos de éste rodeándolo, una de sus manos tomó una esponja y comenzó a frotar suavemente su vientre...

Magnus dejó caer su cabeza contra el hombro de su encadenado, recargándose más contra él, disfrutando las atenciones de Alec, preguntándose si Alec se daba cuenta del suave empuje de su miembro contra él.

No es que le molestara, pero era una mezcla de sensaciones en claro contraste. La excitación creciendo y la ternura de sus caricias suaves...

¿Cómo podía Alec ser tan perfecto? ¿Y qué había hecho él para merecerlo?


Encadenados (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now