101. Mi ideal

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Catarina había regresado –después de su revisión por sus siete meses de embarazo– a la Clínica exclusivamente a hablar con Etta, después de que Magnus hubiera acudido más tarde triste a ella para contarle sobre la prueba que decidiría no sólo si él y Alec podrían seguir juntos, también si podrían conservar a sus hijos.

«—Te amo, Magnus Bane –había dicho Alec a Magnus después de escuchar lo que aquella mujer les había dicho–, y no hay modo de que un examen diga lo contrario.»

Magnus había asentido, en silencio, con un nudo en su garganta, abriendo sus brazos para su encadenado, necesitando el contacto para sentir que era cierto, que todo saldría bien, que el mundo sabría que ellos realmente se amaban y no les quitarían a sus hijos.

Así habían estado ellos cuando Catarina salió de su revisión, aferrados uno al otro. El rostro de Alec enterrado en el cuello de Magnus y los brazos de éste rodeando con fuerza a su encadenado. El pequeño Enaid, ahora dormido, entre ellos.

Y habría sido una imagen perfecta si no hubiera sido por los ojos enrojecidos de Magnus cuando alzó la mirada y se encontró con la de ambas.

—¿Todo bien? –Etta había preguntado porque, aunque hubiera habido confusiones que hicieron a Alec pensar que tenía un interés amoroso en Magnus, y aunque ahora tenía un interés realmente vivo en Catarina, todavía seguía preocupándose por Magnus, no sólo por su salud física, sino por sus emociones y sentimientos, por el chico tan asustado que la miró tan perdido en esa primera revisión cuando ya se sabía embarazado.

Magnus había forzado una sonrisa, queriendo preguntarle en este momento tantas dudas que tenía, pero no quería que Alec pensara que no confiaba en su amor, así que simplemente había intentado forzar una sonrisa que ninguna de ellas le creyó.

Etta había susurrado algo a Catarina y ella había asentido. Se habían dado un apretón de manos –tal vez demasiado largo para alguien que realmente prestara atención, tal vez el pulgar de Etta frotando el dorso de la mano de su paciente, tal vez sus pieles se habían erizado, subiendo por sus brazos y llegando a cada rincón, tal vez sus corazones saltaron y tal vez sus estómagos se llenaron de aquellas mariposas de las cuales hace tiempo se había dejado de hablar, de las que desaparecieron después de los encadenamientos que acabaron con la libertad de amar– y un "Hasta el próximo mes" que para cualquiera era sólo una despedida convencional entre médico y paciente.


* * * * *


Pero más tarde, más tarde Magnus no pudo evitar ir a la habitación de su amiga. "Voy a preguntar cómo salió todo" le había dicho a Alec, pero terminó llorando con ella: —Le creo. Realmente le creo que me ama, lo siento, me lo demuestra. Y yo mismo me he enamorado de él en este proceso. No es sólo costumbre por estar al lado suyo durante meses, no es sólo miedo a la soledad, no es sólo atracción, y no es sólo querer aprobar por nuestros hijos. Lo que en un inicio fue una condena, una cadena, una prisión, y después un trato por el bien de ellos, de Max y Rafa, hoy sé que es el amor real, el que pude haber encontrado de haber nacido en un mundo libre, pero tuve la fortuna de conocer gracias a este encadenamiento. Lo sé, pero tengo miedo. Dicen que nos vigilan, ¿y si Etta tiene que testificar o algo, si recuerda como fue Alexander conmigo las primeras veces? Tengo miedo de que algo salga mal, que algo tan importante dependa de una maldita palabra: "Aprobado" o no.

—Yo no creo que Etta testificara en tu contra, Mags –la misma Catarina había abrazado su vientre. Si Magnus no aprobaba, ¿qué probabilidades tenían ella y Ragnor? ¿Y si no se le permitía ni siquiera ver al menos una vez a su hija?

—No a propósito, pero es su trabajo, Cat. No es si ella quiere, ¿y si la obligan a hablar?

Catarina había recordado que Etta les dijo que era casi imposible que engañaran al sistema, pero ella no diría nada de la relación real entre Ragnor y Catarina, y la importancia de Raphael en sus vidas. Ella lo había prometido. Ahora tenía sentido que prometiera no decir nada. Seguramente era verdad, ella daba sus comentarios y observaciones sobre los encadenados que estaban bajo su supervisión.

Así que le prometió a Magnus, por ella y por él, por sus hijos, averiguar.


* * * * *


Los ojos de Etta, al día siguiente que regresó sin cita, eran enormes: —¿Te sientes mal? ¿Pasó algo?

Catarina, todavía sin responder, le había hecho una señal discreta a Etta.

Ella entendió e, igual que el día anterior, desactivó las cámaras de seguridad.

—Tiene que ser rápido. No me van a creer que dos veces, y con la misma paciente, en dos días seguidos, las cámaras fallaron durante toda nuestra charla.

Catarina no se había reído.

Etta había fruncido el ceño entonces, acercándose a ella, sus manos en los costados del vientre de Catarina. Y ésta había suspirado, nunca tuvo ningún problema con la homosexualidad –incluso si oficialmente "no" existían parejas del mismo sexo hasta que encadenaron a Magnus y Alec–, pero, tal vez por la convención,  siempre había soñado con encontrar al hombre ideal, aunque nunca se sintió correcto, por ejemplo, haber tenido relaciones con Ragnor, ella había pensado que era debido a que eran sólos amigos, que no había ese tipo de atracción entre ellos, pero entonces Etta le había sonreído esa primera vez y el mundo pareció detenerse para darle un respiro, para dejarla tomar su lugar, el lugar correcto, y las manos de Etta habían estado sobre ella –como ahora– y se sintió bien, las mariposas en el estómago, los escalofríos, las ganas de supirar, reír, gritar, llorar. Besar.

Ella nunca, antes de Etta, se imaginó o deseó besar a una chica.

Así que tal vez ella nunca conocería al hombre ideal, porque su ideal era una ella.

Había suspirado Catarina con sólo ese toque y Etta se relajó un poco. —¿Qué pasa?

Y cuando Catarina hizo la pregunta, Etta dijo: —No podemos hablar eso, no aquí.

Porque aparentemente había mucho más de lo que todos ellos suponían, más que sólo leyes horribles y encadenamientos para repoblar el planeta.

Secretos mucho mayores.









* ~ * ~ *

Escribí un nuevo mpreg por si quieren leerlo, les va a gustar, se llama Destiny

Y no, Joseph no aparece en los libros de cazadores, en un personaje mío, como lo son Esperanza, Elara o Ernesto en otras de mis historias 😻

Encadenados (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now