63. Todo va a estar bien

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Magnus estaba tan angustiado. No sabía qué hacer, él no era bueno en estos casos. Sentía una revolución en su estómago, náuseas que no eran precisamente por el embarazo, y dolor de cabeza, además sus manos no dejaban de temblar mientras tomaban las de Catarina.

—Todo va a estar bien, Cat, todo va a estar bien, sólo, no te rindas, no me dejes, no te duermas. Tú vas a estar bien, la bebé va a estar bien, y ella y mis hijos van a crecer juntos, y se van a querer m-mucho —la voz de Magnus se rompió con eso último, sintió las lágrimas cálidas bajar por sus mejillas de nuevo.

Catarina respiró profundamente y abrió los ojos, sentía cada vez más dolor y humedad entre sus piernas. —Mags, t-tienes q-que calmarte...

—N-no p-puedo —Magnus empezó a llorar abiertamente, sin control.

Catarina intentó sentarse, eso hizo que Magnus dejara de llorar. —¡No! Ahí quédate, Etta dijo no esfuerzos —lo había dicho pensando que era él, pero daba igual.

—Piensa en tus hijos —fue todo lo que Catarina dijo, una mirada seria incluso en estos momentos.

Magnus respiro, todo su cuerpo, temblando, una de sus manos en su vientre y la otra en la mano de su mejor amiga. —Te dijimos que fueras al médico —cuando Catarina hizo una mueca, él agregó: —Está bien, ya no importa, sólo respira. Tu bebé va a estar bien. No te duermas, Etta no me dijo nada de eso, pero no te duermas...

—¿Etta?

En ese momento sonó el timbre. Magnus quería correr a abrir, pero fue con calma. No quería otro accidente.

Los Lightwood aunque tenían una mansión, no tenían montones de sirvientes como cabria esperar. Tal vez deberían cambiar eso ya.

—No hagas nada. No tardo. Debe ser ella.

Etta estaba esperando, pasando su peso de un pie al otro, mordisqueando su labio inferior, sus manos jugueteando con su maletín. Ella acarició el vientre de Magnus en cuanto le abrió la puerta y luego lo abrazó. —¿Seguro tú estás bien? Te ves pálido, dime dónde está y qué pasó, y tú debes tranquilizarte, en cuanto vea a tu amiga y me asegure que está bien, iré contigo.

Magnus la guió a la habitación y le contó lo ocurrido en el centro comercial y como nadie le respondía. Ella tomó sus hombros y lo miró a los ojos. —Cariño, tienes que calmarte. Es tu amiga, pero piensa en tus bebés. Ya estoy yo aquí. Tú ve a recostarte y respira, no te hace bien esto.

—Pero yo quiero estar, ella me necesita...

Etta negó. —No. Yo tengo que revisarla, si no sirve lo que traje, llamaré una ambulancia e iremos a la clínica, pero tú cálmate. Y si puedes, contacta al padre. Yo tengo que reportar esto, no lo hice por ser tu amiga, pero esto podría hacer que les quiten al bebé.

—La bebé. Y además creo que no responden porque están en sus entrevistas.

—La bebé —Etta le sonrió y acarició su mejilla—. Y, lamento decirte esto pero, siempre pueden usar cualquier cosa en tu contra para quedarse a los bebés. Ve a recostarte y sigue llamando. Yo prometo ayudar a tu amiga.

Magnus aceptó, aunque lo que quería era estar ahí para Cat. Dio varias respiraciones profundas y siguió llamando a Ragnor y a Alec.

Etta respiró también antes de abrir la puerta y poner su mejor cara, ser doctora no era fácil en estos momentos. Ella siempre quería salvarlos, a todos, y además está era amiga de Magnus. No podía fallarles.

Su corazón se detuvo y luego se aceleró cuando vio la gran cantidad de sangre.

Catarina intentó sentarse cuando escuchó la puerta abrirse de nuevo. Sus ojos enrojecidos se encontraron con los de Etta y eran bonitos a pesar de todo, ella en sí misma lo era, pensó Etta mientras se acercaba.

—Hola, bonita, ¿cómo te sientes? Cat, ¿verdad? Dime exactamente qué pasó mientras te reviso. Todo va a estar bien, te lo prometo.

Catarina, no supo por qué, le creyó.

Encadenados (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now