84. Ragnael 😻

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Caminaron dentro de la habitación, de la mano, Ragnor sin dejar de mirar a Raphael y éste evitando su mirada.

—¿Estás bien? -—Ragnor preguntó, tirando de él para sentarse juntos en la cama.

—Sí —Raphael le dio un intento de sonrisa—. ¿Quieres una copa de vino?

Ragnor le dio una sonrisa torcida. —¿Estás intentando seducirme? —sus manos subieron por los muslos de Raphael—. Los pétalos de rosa, vino... —acarició sus costados, su pecho, y finalmente acunó su rostro—. Porque no necesitas hacerlo. Ya sabes. Soy tuyo. Siempre ha sido así.

Raphael estaba por protestar, y Ragnor lo conocía perfectamente para saberlo, así que no le dio la oportunidad de hacerlo. Sus manos lo acercaron más a él, sus cuerpos más juntos, y sus labios tomaron los suyos.

Raphael suspiró, cerrando los ojos, y dejándose arrastrar por el beso, perderse en él, en el cuerpo que tocaba al suyo, en las manos de Ragnor siempre suaves sobre su rostro, su cuello, enredándose en su cabello, y sus labios tiernos tomando los suyos en un beso que comenzó lento y fue subiendo de intensidad.

La espalda de Raphael cayó sobre el colchón, recordando apenas el corazón que había formado con pétalos -siguiendo el consejo de Magnus-, el cuerpo de Ragnor sobre el suyo, más y más cerca. Los besos dejándolo sin aliento, se estremeció cuando sus caderas chocaron de nuevo, y Ragnor medio gimió, medio suspiró, al romper el beso. Su aliento mezclándose con el de Raphael. Sus frentes juntas.

Amo mucho besarte —la voz de Ragnor fue sólo un susurro.

Ellos no eran tan demostrativos como Magnus y Alec. No eran de besos y abrazos a cada momento, al menos no en público. Eran más discretos, tal vez porque siempre fue una relación prohibida. Pero no por eso se amaban menos.

Raphael no supo qué decir, en ese momento deseó haber puesto más atención a los cursis discursos de Magnus. Dejó una de sus manos en la cadera de Ragnor, su brazo rodeándolo, acercándolo más a él, como si eso fuera posible. Su otra mano acarició suavemente el rostro de Ragnor.

Ragnor quiso voltear su rostro y besar esa mano, en su lugar, sólo se recargó más en el toque. —Sé que me amas, porque te amo igual, cariño. ¿Qué sucede? Apreció mucho estos gestos, pero no son tu estilo. Tú me demuestras tu amor a cada segundo, sin necesidad de rosas o botellas caras de vino.

Como cuando pensaste en alejarte de nosotros, pensó Ragnor, porque eso sería lo mejor para nosotros y la bebé.

Ragnor se alzó sobre sus brazos, cuando Raphael no dijo nada. Sólo entonces notó los pétalos sobre la cama. —¿También aquí? —la figura estaba ya deformada por sus cuerpos, pero todavía parecía que se habían hundido en un corazón rojo—. Oh, wow.

Raphael se sintió ruborizar de nuevo. Este no era su estilo y lo hacía sentir algo ridículo. Con cuidado, quitó Ragnor de encima y fue a servir dos copas de vino.

Ragnor vio sus manos nerviosas temblar sosteniendo las copas y la botella. —¿Seguro está todo bien? Esto es...raro.

Raphael se encogió de hombros. —Te quiero. Y sí, yo sé que lo sabes, aunque no te lo diga a cada momento. Pero saber que Magnus está con Alexander, ver a sus hermanos con sus encadenados, e incluso a la doctora siendo amable con Cat... No sé, me hace pensar si no quisieras eso, o qué habría pasado si tu encadenada fuera otra y hubiéramos tenido que separarnos. O, si hubieras sido tú en vez de Magnus, tal vez un encadenado sería tu salvación. Alguien a quien pudieras amar libremente, formar una familia...

El ceño de Ragnor se frunció. —El asunto no es tener un encadenado o una encadenada, Rapha. Yo te quiero a ti. No es tener preferencias por hombres o mujeres, es encontrar a la persona correcta, la persona con la que quieres pasar tu vida entera, y ése eres tú para mí. Tú y nadie más.

Se puso de pie y se detuvo frente a él. Su mano tomando la copa que le ofrecía y la otra acariciando su rostro. —Escucha, es difícil esto, nuestra situación, pero te amo y lo vale mil veces. Vamos a luchar por lograrlo y ser felices. Valen más los besos escasos o palabras cariñosas contigo que cualquier otra cosa, Raphael. No pienses que hay cualquier otro para mí. No lo quiero. Te quiero a ti.

Raphael sintió su corazón acelerarse por esas palabras, y después desacelerar porque sentía exactamente lo mismo. Miró a los ojos del amor de su vida, a punto de una gran confesión de amor, pero al final sólo sonrió. —Sabía que no debía acudir a Magnus. Fue pésima idea. No funcionó, ¿cierto? Voy a culparlo a él.

Ragnor también sonrió, dio un pequeño trago al vino y luego volvió a dejar la copa en su lugar. —Funcionó perfectamente. Sólo necesitaba algo para saberme y sentirme amado y valorado —ambas manos ahora en el cuerpo de Raphael— y ese eres tú. Ya estamos aquí, demuéstrame entonces que me quieres.

—Yo no te quiero —dijo Raphael muy serio, provocando que Ragnor se tensara—, te amo, tonto. Siempre lo he hecho y siempre lo haré.

Y ahora iba a demostrárselo.

Encadenados (Malec Mpreg)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang