106. Ser tuyo para siempre

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NOTA: Lean de nuevo el capítulo 10, por favor. Y, para que no se confundan, no he perdido la secuencia de la historia. Esto es lo que sucedió este día en que los partos de adelantaron 🙈


Esa mañana, Magnus había despertado con los labios de Alec sobre su hombro.

Magnus se quejó suavemente, aunque apretó su mano sobre la de Alec que estaba sobre un costado de su vientre. Dormir últimamente parecía imposible y salir de la cama no era algo que quisiera hacer justo ahora, parecía una buena idea quedarse aquí para siempre. Incluso si no era cómodo para nada...

Entonces el cuerpo de su encadenado se deslizó más cerca del suyo tras él, hasta que estuvieron en contacto completamente. Los brazos de Alec lo rodearon, una de esas manos suaves y cálidas abierta sobre su vientre.

—¿Recuerdas...? –ambos comenzaron a la vez y después se rieron. El aliento de Alec erizando la piel de Magnus, golpeando en su nuca. Un escalofrío lo recorrió.

Sí recordaba.

—...la primera vez –fue Magnus quien terminó, con un suspiro.

Aquella primera vez, el primer beso, cuando Alec se había colado en la cama junto a él –como ahora, pero, a la vez, tan diferente– y había besado precisamente cerca de su hombro.

Alec suspiró también, su nariz contra la piel de su encadenado, acariciando hacia arriba y hacia abajo antes de que gimiera suavemente, presionando un poco más antes de hundir sus dientes sobre su hombro.

Magnus sintió su cuerpo estremecerse y vibrar. Quería hacer lo que había hecho en aquella ocasión: se había girado y había besado a Alec por primera vez y lo había dicho: "No tiene que ser así". Su primera vez, aunque obligada por una cadena, no tenía que ser así.

Pero esta vez, debido precisamente a su avanzado embarazo, no podía. Así que sólo apretó la mano de Alec y susurró: —No comiences con remordimientos, Alexander, ya pasó. Simplemente no pude evitar recordarlo. Ha pasado tanto y, a la vez, tan poco. Meses, han sido sólo meses, los primeros no tan fáciles, y míranos ahora. Fueron pequeños pasos, uno a la vez, hubo retrocesos, pero ahora estás aquí, pegándote a mí no pensando "Tengo que hacerlo tarde o temprano", sino...

Alec besó un lado del cuello de Magnus y lo susurró todavía con sus labios contra su piel: —Quiero hacerlo. Porque quiero hacerlo.

Magnus suspiró y se relajó. —Exactamente. Porque quieres hacerlo.

Alec empujó un poco más, como si quisiera fundirse con él y no separarse  nunca más. —Alguna vez leí –le dijo, mientras lo abrazaba con más fuerza, tanto que Magnus podía sentir el latido de su corazón– una expresión que no podía entender, era algo como "Querer enterrarme en él, alojarme bajo su piel, habitar en su cuerpo" y no era exactamente eso, estoy parafraseando, pero esa es la idea. Mi punto es que me parecía extraño querer meterte bajo la piel de alguien, porque no se refería a la unión de los cuerpos que sucede, por ejemplo, al hacer el amor, era algo más... Hoy creo que puedo entenderlo. Tengo miedo, Magnus, tanto que quisiera poder cavar bajo tu piel –ambos soltaron una carcajada, sus cuerpos vibrando juntos– y quedarme ahí, dentro de ti, seguro de que nunca podrán separarnos. Creo que, como dije, no es la idea de unir los cuerpos, sino...

Magnus intentó girarse, aunque su propio cuerpo y el apretado abrazo de Alec se lo impidió, así que sólo volteó su rostro. —Las almas. Creo que lo extraño para ti de esa expresión era la intensidad en ella, ese querer ser parte del otro, la necesidad pura que va más allá del físico. No es querer poseer al otro, mi amor, es querer ser parte de él, una parte importante, vital. Creo que es unir las almas de nuevo. De nuevo, así como en el Mito del andrógino, los cuerpos divididos, la búsqueda de las almas gemelas. Tal vez buscas, a través del cuerpo, volver a sentir alma y corazón.

Los ojos de Alec eran como cielos limpios, brillantes y cristalizados por las lágrimas. Tan puros, tan sinceros, tan desesperados. —Puede que haya sido por una cadena que te conocí, Magnus, pero eres tú. Tú, ese de quien quiero ser parte, ese en el que quiero habitar hasta el último día de mi vida. Eres tú mi encadenado, el amor, mi amor, a quien mi alma quiere. Mi alma gemela, mi predestinado.

Magnus, como pudo, acarició el rostro de Alec y, en ángulo completamente incómodo, se acercó para juntar sus labios. —Tú, sólo tú pudiste hacer que ser encadenado se convirtiera en amor, sólo contigo. No te elegí, pero creo que de algún modo lo hice. Cuerpos y organismos sirven para la compatibilidad, para las cadenas. Alma y corazón para el destino. De haber podido, a ojos cerrados, en una habitación oscura, guiado por el instinto, escuchando a través del resonar de mi corazón en mis oídos el tuyo, yo te habría elegido a ti, Alexander Lightwood.

—Quiero ser tuyo –medio dijo Alec entre besos, pero Magnus lo entendió.

Y eso es amor de verdad, libre, sincero, no pedir que "Seas mío", sino querer ser del otro.

Magnus lo besó de vuelta. Un "Lo eres, lo eres. Y lo soy, siempre soy mío, pero también tuyo" sin palabras.

Y es que ellos no sabían lo frágil que es todo, o tal vez sí y por eso alargaron su mañana en la cama.

Tal vez presintiendo lo que se venía.

Porque podía ser la última.

Y ojalá hubiera sido posible realmente colarse bajo la piel del otro y no separse nunca.









* ~ * ~ *

😭😭 creo que ya saben quién fue una de las personas cuyo parto de adelantó 😭💔

¿Releyeron el capítulo que les dije? ¿Recuerdan ese momento?

¿Quién será la otra persona en riesgo? 🙈💔


Encadenados (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now