99. Me encantas tú

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El puño de Alec frotó suavemente la espalda baja de su encadenado y Magnus gimió.

Alec soltó una risita y besó su hombro desnudo. Su otra mano se deslizó de su cadera hacia su abultado vientre de ya más de siete meses y medio.

—¿Se siente bien?

—Mnm –Magnus dejó caer su cabeza hacia atrás, buscando a Alec todavía con los ojos cerrados, una de sus manos acarició el cuello de su encadenado cuando éste besó su hombro, enviando una corriente por todo su cuerpo, su otra mano cubrió la de Alec sobre su vientre ya tan abultado–. Sí. Bien.

Alec siguió masajeando la adolorida espalda de su encadenado, mientras frotaba suavemente su vientre, sintiendo a sus hijos moverse. Era extraño, saber que había dos vidas dentro de Magnus, que pronto los tendrían en sus brazos, que ese movimiento, ese abultamiento cada que pateaban o se acomodaban eran sus hijos, eran dos pequeñas personitas que eran parte de ambos.

Era extraño, maravilloso, y Alec quería llorar de felicidad, de agradecimiento por este sueño que él ni siquiera sabía que tenía. No hasta que se cumplió.

Dejó su nariz acariciar la curva del hombro de Magnus hasta llegar a su cuello que comenzó a besar y mordisquear suavemente.

El gemido de Magnus cambió completamente entonces, cuando Alec, con cuidado, se deslizó de su espalda a su lado, sin perder contacto nunca, el masaje ahora olvidado. Una de sus manos se deslizó sobre sus hombros hacia el centro su espalda para poder recostarlo, Magnus estaba por decir que después ya no podría levantarse sólo si lo hacían así, pero Alec lo calló con sólo su mirada, con esos ojos azules llenos de amor, antes de tomar sus labios en un beso.

No estaba exactamente sobre él, era difícil por su vientre tan hinchado ya, pero a su lado, aferrado a él, besándolo con tanto amor, ternura y deseo. "Te amo, te amo, Magnus" dijo entre besos.

Y Magnus sabía que era verdad. Magnus tenía que confiar en que así como él lo sentía, los demás lo sabrían, que una prueba absurda no le quitaría al amor de su vida y a sus hijos.


* * * * *


Alec salió de la cama, dejando a un Magnus feliz, cuando el llanto del pequeño Enaid los despertó de su siesta.

—Yo voy –se ofreció, dejando un beso en la frente de su encadenado.

Clary y Izzy estaban a días de los ocho meses y habían ido a su última revisión antes del parto. Sebastian había ido con su hermana, así que Magnus se ofreció a cuidar a Enaid.

—Me encanta –dijo Alec, cuando regresó a la cama y depositó al bebé ya muy despierto entre ellos–, es tan lindo y juguetón. Y mira esos ojitos verdes. Y su naricita –Alec la tomó entre sus dedos y Enaid rió feliz, mientras Magnus sonreía mirando a su encadenado.

—Me encantas tú –Magnus lo dijo de manera espontánea, sin pensar, sin pretender y fue por eso que Alec enrojeció aunque también sonrió–. Me encantas, Alexander –repitió, su mano en aquellas mejillas ruborizadas–, fue esto lo que yo vi en ti incluso cuando lo ocultabas, fue esto lo que me hizo ser paciente y darme cuenta que valía la pena, que valías la pena.

Alec giró su rostro y besó la palma de su mano. —Gracias por no rendirte conmigo, por amarme.

Magnus quiso jalarlo para un beso, pero Enaid tenía otros planes y se removió recordándoles que él también estaba ahí y era importante. Magnus se rió y dijo otro "Te amo", antes de mirar al bebé: —A ti también te amo, hermoso.

—Raphael y Ragnor tienen una cita –dijo Magnus después de un rato, con un suspiro–, a veces me pone triste, ¿sabes? Últimamente están inseparables y pienso que es porque quieren aprovechar sus últimos momentos juntos...

Alec limpió la lágrima que resbaló por la mejilla de su encadenado. —No tienen que ser los últimos. Catarina, Ragnor y tú se aman, aunque no sea un amor romántico, si alguien puede engañar al sistema son ellos. Tienen que confiar...

Magnus intentó sonreír. —Eso esperó. Cat habló con Etta sobre esta ley absurda y las pruebas...

Alec se sorprendió por eso. Sabía que Etta y Catarina se seguían viendo, pero no que habían hablado del tema. Tenía miedo de preguntar, pero era necesario: —¿Qué le dijo? ¿Qué piensa ella? ¿Qué sabe?

Magnus hizo una mueca.



Encadenados (Malec Mpreg)Kde žijí příběhy. Začni objevovat