38. Enamorarse

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Magnus estaba, sentado en el taburete que Alec odiaba, con una enorme sonrisa. —¿De verdad?

Clary asintió varias veces. —Sí, e Izzy también.

Magnus casi daba saltitos. Luego hizo un puchero. Seguían hablando de los antojos y no entendía cómo es que ellas ya tenían y él no.

—Seguro no tarda en sucederte también —Clary puso una mano en el hombro de Magnus y le sonrió.

Magnus no se atrevía a preguntar si Clary e Izzy sentían algo por sus encadenados, pero era obvio que se estaban cómodos con ellos y ambas estaban disfrutando los embarazos.

Magnus se encogió de hombros. —Supongo que sí. Sólo quiero que ya suceda. Sé que será hermoso...o raro. A veces son raros, ¿cierto?

Simon se rió, recordando los antojos de Izzy.

Justo en ese momento Alec iba entrando. —¿Quién es hermoso?

—O raro —dijo Isabelle, entrando tras él.

—No quién —dijo Magnus, sin mirarlo—. Qué. Hablábamos de los antojos. Yo también quiero, esa parece ser una parte divertida del embarazo, y no sólo ponerse sentimental o engordar.

Magnus hizo un puchero que Alec no dejaba de mirar.

Izzy se sentó a su lado. —No es tan genial, a menos de tengas a alguien dispuesto a cumplirlos sin importar la hora. Entonces lo disfrutas bastante —y de verdad se veía feliz mientras le sonreía a Simon.

Magnus frunció el ceño un momento, luego sonrió. —Puedo hacerlo yo mismo o molestar a Raphael —sonrió mucho al imaginarse pidiéndole a su amigo cumplir alguno de sus antojos.

Alec malinterpretó esa sonrisa. —Creo que eso debería hacerlo yo... Porque soy tu encadenado —se apresuró a agregar cuando todos lo miraron sorprendidos—, porque eso es lo que se espera, es lo correcto.

—¿De verdad? —Magnus sonrió tanto que Alec ya no podía ni quería retractarse. Magnus sonreía tan bonito, ¿por qué nunca lo notó antes?

—Sí. De verdad. No tienes que llamar a tu amigo.

—¿Qué amigo? —Ragnor y Catarina iban entrando en ese momento.

—A Rapha para que cumpla mis antojos —Magnus le guiñó a Ragnor.

Ragnor sólo se rió. —Sí, suerte con eso.

—Oye —Catarina le dijo—, si tú cumples mis antojos, alguien debe hacerlo por Mags.

Isabelle sonrió ampliamente, esperando.

No tardó mucho. —Por Magnus —enfatizó Alec—, lo haré yo.

Pero todos lo ignoraron. Magnus se preocupó más por saber de los antojos de su amiga. Simon y Clary terminaron de cocinar para todos. Jace seguía dormido. Ragnor estaba hablando por teléfono y sonriendo demasiado. Izzy se acercó a su hermano y presionó su hombro sin decir nada.

Estaban ya terminando de comer, cuando Alec se acercó a su encadenado. Magnus había estado muy sonriente conversando con todos y Alec sintió una punzada irracional de celos, le gustaba cuando Magnus centraba su atención en él, cuando lo miraba y le sonreía sólo a él. Era totalmente absurdo, pero ya estaba ahí, casi susurrando en su oído: —¿Quieres que vayamos al jardín a leer?

_Sí, sí, sí —Magnus parecía un niño, dejó la conversación a medias, y hubiera saltado del taburete si Alec no le hubiera dado la mano para bajar con calma—. Sí —dijo más tranquilo—, quiero saber qué ha pasado. ¡Anda, vamos! —sin soltar su mano, los dirigió a la habitación. Tenían que ir por la novela antes.

—¿A dónde van tan apresurados y felices? —preguntó Simon.

Ragnor resopló. Y las tres mujeres gritaron "A enamorarse".

_¿Enamorarse quién? —Jace iba entrando, todavía con los ojos medio cerrados—. Me encontré en las escaleras a Alec y Magnus. Iban riendo como locos. ¿Por qué son tan felices a esta hora de la madrugada?

Clary puso los ojos en blanco. —Ya son más de las diez, Jace.

—Como sea, ¿entonces quién se está enamorando?

Todos, incluso Simon, lo miraron preguntándose si estaba hablando en serio.

Encadenados (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora