Después de la muerte de sus padres, Kelyani Knowlton decide irse Asia para encontrarse con ella misma. En su viaje se encontrará con Ancestral, quien dará al inicio a sus enseñanzas por las Artes Místicas así como revelaciones de secretos familiares...
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La hechicera se encontraba viendo su reflejo en el espejo mientras observaba de nuevo el vestido que tenía puesto para ese día. Era el día de su boda y los dos habían decidido tener una ceremonia sencilla con poco invitados. A pesar de que en en un inicio habían decidido ir al registro para solo firmar un papel, Clara se había emocionado con la idea de ser participe en la preparación de la boda de su tía, eso sin contar que hubiera dejado a lado a su hermana en un día importante para Kelyani.
— ¡Por Odín! –la voz de Aruna hizo que Kelyani volteará inmediatamente –. Te ves tan hermosa de novia.
— Solo es un vestido blanco, no hagas tanto alboroto – respondió la menor –. Simplemente es eso.
Aruna se acercó para abrazarla, o por lo menos, lo que su vientre de siete meses le permitía. Después, le ayudó acomodar los pequeños arreglos que necesitaba para antes de salir a la terraza del Santuario de Nueva York que había sido adornado entre Sienna, Aruna y Clara en las últimas dos semanas.
— Se volverán locos sus fans cuando se enteren que se casaron – comentó Aruna mientras acomodaba una corona de flores en el cabello castaño de su hermana.
— No quisimos anunciar nuestro compromiso por asuntos personales, pero sabemos que debemos de anunciar nuestro matrimonio. De todos modos, explotará el Internet cuando se enteren – Kelyani puso sus manos en la espalda.
Aruna le puso el velo que usaría ese día, dejándole impecable. La hechicera se quedó viendo el reflejo porque jamás creyó que se casaría algún día en el momento que entró al Kamar-Taj. La mayor de las hermanas recargó su cabeza en el hombro de su hermana haciendo que sonriera satisfecha por el resultado.
— Si mamá y papá estuvieran aquí estarían tan felices de que sus dos hijas se casaran con los hombre correctos.
— Ryan tendría toda su aprobación, pero de Stephen... no sé – respondió la hechicera.
— Eso no importa ahora. Hoy es un día especial para ti y Stephen. No es la gran boda, pero creo que mientras los dos lo disfruten, todo estará bien.
Escucharon como alguien tocaba la puerta haciendo que las dos se separaran. Kelyani dio permiso haciendo que Wong entrara. Aruna le dio una sonrisa antes de salir del cuarto. La hechicera se sentía afortunada de que ese día al fin se realizaría con las personas más importantes para los dos.
— Está todo listo – anunció Wong con una sonrisa –. Me alegra saber que estás feliz por esto.
— Tú eres parte culpable de que me esté casando con Stephen – comentó la castaña divertida –. Si no fuera por que nos divertía tu enojo cuando hablábamos en voz alta en la biblioteca. Tal vez no nos hubiéramos divertido tanto.
— Sí, cosa que tuve que soportar hasta que los dos se mudaron al Santuario de Nueva York – respondió malhumorado.
— ¿Te puedo confesar algo? – el Hechicero Supremo asintió –. El día que luchamos contra Kaecilius, sus seguidores y Dormammu, le dije a Stephen que te iba a pedir una cita.
