CAPITULO 38

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Nash fue a la habitación de Nevan, para comprobar cómo se encontraba, con llevaba una bandeja con la comida de ese día. Pensaba que estas últimas semanas eran las más importantes durante el embarazo, por eso se aseguraba de que el omega comiera bien. Travis lo seguía en silencio, moviendo su cola de un lado a otro, muy feliz. Amaba ir de excursión por el hostal, siempre se escondía entre las macetas para darles sustos a los huéspedes y les enseñaba algunos de sus trucos favoritos, para que le dieran sus chuches. Celia tenía un pequeño tarro con chuches para los gatitos en recepción, ya se había resignado a que ninguno de esos traviesos peludos le hicieran caso, así que se alió con ellos.

-Travis, guarda silencio, Nevan está durmiendo. – el gato maúllo bajito. – Muy bien.

Toco dos veces a la puerta, para avisar que estaba allí y llamó a Nevan para pedirle permiso para entrar, Travis esperaba pacientemente sentado al lado del alfa, frotado su cabeza en su pantalón. Llamó de nuevo al omega al no recibir respuesta y sonrió burlonamente al imaginarse a Nevan dormido.

-Tiene el sueño profundo, pobre... - rio. – Debe estar muy cansado, Travis.

Abrió la puerta despacio para no asustarlo y apoyo la bandeja sobre el manillar para mirar en dirección a la cama donde dormía – supuestamente- plácidamente, Nevan. La visión se veía interrumpida por el carrito de Emily y un gran oso de peluche. Travis paso antes que Nash, el gatito se preparaba para saltar sobre la cama y ser apapuchado por el omega.

-Nevan, es hora de comer. – le avisó bajito. – Te he traído la comida, Silver te ha puesto doble razón de arroz, para que te llene más. – sonrió. – Estaba preocupado por ti, le dije que estabas tomando una pequeña siesta.

Espero durante unos minutos una respuesta, mientras preparaba la bandeja con cuidado, Nash vio el pequeño bulto escondido entre las sabanas y se sintió tranquilo. Nevan tenía un sueño muy profundo, incluso después de que Travis lo saludara no sé despertó. El gatito maúllo confuso al entrar entre las sabanas del omega.

-Está dormido, no querrá jugar ahora, Travis... - sus maullidos eran insistentes. – No seas travieso, déjalo dormir un poco más.

Travis salto a la mesa enfadado, asustando al alfa, Nash lo regaño después de recomponerse. Era difícil ordenar la comida del omega con Travis dando vueltas de un lado al otro. Nash lo bajo al suelo en varias ocasiones, para seguir trabajando.

-No puedo jugar, espera un poco... - Travis mordió su mano al ver que estaba siendo ignorado. – Sabes que no se puede morder, puedes hacer daño. – dio un pequeño toque al hocico del gatito. – Si, si... También tengo comida para ti, pero debes esperar un poco más.

Nash se asustó al ver a Travis saltar sobre el bulto que creía que era Nevan, estaba dispuesto a regañarlo de nuevo, cuando se dio cuenta de que eran almohada. La espalda de Travis se tensó al oler las feromonas del alfa. Nash deshizo la cama con cuidado y vio la escena que había montado Nevan, toda su cama estaba llena de almohadas y algunos juguetes de Emily, que aparentaban ser él. Sus pantuflas de vaquita estaban al lado de la cama, junto a su pijama.

Llamo a Nevan unos cinco veces, pero no obtenía respuesta, el contestador le repetía todo el tiempo "Apagado o fuera de cobertura, vuelva a llamar o deje un mensaje." Las manos de Nash fueron rápidas al escribirle mensajes al omega, el último que recibió de fue aquella mañana, donde le daba los buenos días.

"Nevan ¿Dónde estás?" – tenía un mal presentimiento.

"Nevan ¿Qué estás haciendo?"

"Travis y yo estamos en tu habitación, queríamos comer contigo. Pero no estás."

"¿Ha pasado algo? ¿Estás bien?

"Por favor, respóndeme."

Salió de la habitación alterado, no sé había dado cuenta de la huida del omega, su habitación tan solo olía a él y a una dulce fragancia de fresa de los peluches de Emily. Travis maúllo de nuevo para que lo mirara, su cara se mostraba triste. Llamó de nuevo a Nevan, al buscarlo por su planta y no encontrarlo. El corazón le iba a mil por horas, no era normal que se fuera sin decir nada, incluso les avisaba cuando iba a comprar al super de la esquina.

Hasta el final del caminoWhere stories live. Discover now