CAPITULO 52

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Nevan comenzó a sentir el calor de su celo, por la noche, pero no le preste atención. Estaba demasiado ocupado buscando la manera de huir de Nash, sabía que los meses pasaban poco a poco en esa cabaña, a la que tenía que llamar hogar. Emily había crecido bastante, la ropita que habían llevado para ella, le está empezando a quedar pequeña, así que tuvo que ingeniársela para cambiársela poco a poco.

Sentía su cuerpo sensible, sobretodo en la parte del pecho. Cuando Emily tomaba el pecho le dolía, como al principio, cuando aún sabía cómo darle de comer. Lo que más le molestaba era el líquido que salía de sus intimas, era incómodo sentir como su ropa interior se mojaba. Esa mañana se había cambiado dos veces.

-Toma tus inhibidores, Nevan. – le propuso Nash, a la hora de comer. – Será lo mejor para ambos, ya sabes que tu olor me atrae.

Él quería ignora la sensación de vigilancia constante que ejercía Nash sobre sus acciones. Había notado las miradas y los gestos del alfa cuando se acercaba a él, primero tenía algo de vergüenza al sentirlo cerca, alejándose de su lado en silencio. Poco después, tal vez acostumbrado, Nash buscaba a Nevan para tenerlo cerco. En una ocasione, incluso lo vio oliendo una de sus camisas.

-Tampoco vas a hablarme hoy, Nevan. – el omega lo miro de reojo. – Hace mucho que no escucho tu voz ¿Acaso te duele la garganta? – simplemente negó con la cabeza, algo que tranquilizo al ansioso alfa. – Eso está bien, debes decirme cuando algo te duela, yo tan solo quiero ayudarte.

Nevan comenzó a reírse incontrolablemente al escuchar las palabras de Nash, sosteniendo con cariño a Emily, la pequeña intentaba atrapar el cabello de su papá para estirarlo. Nash no dijo nada ante la reacción del omega, solo dejo que siguiera riéndose. En esos momentos, sentía que eran una familia, aunque le molestaba bastante la falta de comunicación con Nevan.

-Pronto será el día de tu cumpleaños ¿Qué quieres que te regale? – Nevan pensó en su libertad. – Necesitas algo, ropa, tal vez. Llevas usando la misma desde que llegamos y te viene un poco grande, sería mejor que te comprará otra que se adaptara mejor a tu cuerpo.

No termino de comer, su cabeza le dolía debido a la fiebre y sentía que se había mojado otra vez, le incomodaba estar sentado en aquella silla de madera, así que decidió volver a su habitación, donde Nash tenía prohibido entrar, debido a un acuerdo. Nash siguió hablándole por la espalda, esperando una respuesta de su parte pero no la obtuvo.

-Debes tomar tus inhibidores, tienes el celo, Nevan. – le reclamo, perdiendo la paciencia. – No podré controlarme si dejas que tus feromonas froten por todos lados.

Nash pudo escuchar una risita proviniendo del omega, de nuevo, se estaba burlando de él. Emily lo miraba con los ojos brillantes, enfadada por no poder tirar de su cabello. Su papá se lo había vuelto a recortar, cuando descubrió que a ella le gustaba. Estaba un poco enfadada, le hacía muecas cuando la miraba, no tardaba en reírse cuando Nevan le apretaba sus mofletes.

-Mi princesa. – le susurro, para que solo ella le escuchara.

Nevan siguió al alfa en su espalda, hasta llegar a la puerta de su habitación, él se separó bastante de su lado. Por alguna razón extraña, Nash había empezado a respetar algunas de sus normas, entre ellas no entrar allí y no obligarle a comer cuando no tuviera hambre.

Dejo a Emily con cuidado sobre su cama y le puso varias almohadas para que no cayera aunque se moviera un poco, después cerró el pestillo de la puerta, escuchando de fondo el gruñido del alfa y puso el armario delante de esta para que no intentará entrar. Sabía que lo había hecho antes, para verlo dormir, pudo ver su sombro en varias ocasiones, pero no dijo nada.

-Papá se va a cambiar. – le dijo a Emily. – Se cambiará en esta esquina, para no molestarte, puedes dormirte mientras tanto, princesita.

No le quitaba la vista a su bebé ni un segundo, Emily estiraba sus bracitos para intentar atrapar las telas que había pegado en el techo, se enfurruñaba con facilidad cuando no lo conseguía, algo que le causaba mucha risa al omega.

Hasta el final del caminoWhere stories live. Discover now