~Una Oferta~

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-¡Mamá, papá! están aquí- Las lágrimas caían por mis ojos y se mantenían suspendidas en el aire como si toda la gravedad hubiera desaparecido solo para mis lágrimas- ¡Los extrañé tanto!

      -Hijo, ¡debes esconderte!- la preocupación en sus rostros era evidente, me detuve en seco y los mire muy confundido -Corre, ya casi llegan- Sus voces suenan lejanas no entendía nada.

-¿Quiénes?- En ese momento se escuchó un golpe en la puerta.

      -Corre, te daremos tiempo- la orden de mi padre retumbaba en mis oídos, me llegó como un golpe contundente y antes de darme cuenta estaba corriendo hacia el sótano y deslizándome por el hueco que me llevaría a un espacio vacío bajo las tablas del suelo; el débil rayo de luz que se colaba entre las tablas me permitía ver como entraron varios hombres a mi casa.

    -¿Dónde está?- gritó uno de los extraños dirigiéndose a mis padres, mi corazón se aceleró, pero el miedo me paralizaba, traté de no respirar para que no pudieran encontrarme pero temía que en cualquier momento escuchasen el sonido de mi corazón desbocado.

      -No está aquí- mi padre hablo con la voz más tranquila que le eh escuchado nunca - no sé porque vienen a irrumpir a casa de dos pobres viejos que no han hecho nada a nadie.

    -No te burles de mí- gritó nuevamente el hombre desconocido - Sé que se esconde y lo voy a encontrar con o sin su ayuda- una sonrisa sínica se formó en sus labios volviendo a hablar, pero ahora con un tono resignado -Pero si no me ayudan...me temo son inútiles...y lo inútil...-disparó contra mi madre y de inmediato ella cayó al suelo- Se desecha...

Quería gritar, me mordí el dorso de la mano para acallar los sollozo que se me quedaron atorados en la garganta cuando escuché un segundo disparo y el rayo de luz que se filtraba entre las tablas de madera se vio tapado por algo que cayó y casi de inmediato un líquido caliente comienzó a escurrir mojando mi cara y mi torso.

      -Hijo...te...te amo.- Escuché la voz de mi padre apagándose mientras sientía las lágrimas saliendo de mis ojos de forma involuntaria.

    -¡Despierta ya!- me gritó una voz familiar mientras recibía un balde de agua helada que casi podría jurar tenía pedazos de hielo -El jefe quiere verte.

Me levanté del suelo donde acostumbraba dormir, no es que fuera muy cómodo pero en esa habitación donde me habían recluido no había mucho más, solo el viejo y frío suelo que, exceptuando el hecho de que siempre estaba húmedo por la forma acostumbrada de despertarme, me parecía bastante aceptable. Caminé junto a el hombre que me despertó por todo el pasillo girando dos veces a la derecha, una a la izquierda, a la derecha y tres veces más a la izquierda y llegamos a una puerta grande, de madera que definitivamente no encajaba con el resto del lugar pero al abrirla esa sensación de estar en un lugar completamente diferente quedaba totalmente asegurada, entré a una sala enorme con muebles de madera y una alfombra roja con decorados en oro y plata que representaban el arte típico del país; de niño siempre había querido viajar a Japón pero me imaginaba la estadía algo más...placentera.

    -Buenos días señor Smirnov- Saludó el hombre sentado detrás de un gran escritorio al fondo de la sala - vamos, pase, no tenga miedo... solo quiero hablar con usted- mostró la sonrisa que siempre ostentaba como si de una medalla se tratase. Me acerqué al escritorio -¿A pensado mejor nuestra oferta?- preguntó señalando una silla cerca del escritorio.

-No gracias...-respondí con la mejor voz que me salió.

    -Bueno entonces responda, ¿A pensado mejor nues...?-comenzó a decir de nuevo pero lo interrumpí antes de que terminara de formular su pregunta por segunda vez.

-Esa es mi respuesta señor, ¡No gracias! no me interesa aceptar su oferta en lo más mínimo- dije con la voz cansada de repetir lo mismo vez tras vez.

    -¿Está seguro?, sabe que mis superiores no se darán por vencidos ¿verdad?- preguntó con un tono divertido.

-Lo sé, de cualquier forma mi respuesta seguirá siendo NO.

Eso terminó la charla con aquel hombre y el mismo guardia que me había llevado por el pasillo me guió de regreso a la misma habitación; no es como que no supiera dondé quedaba pero al final era su prisionero y no querían que escapara, tres giros a la derecha, uno a la izquierda, derecha y dos más a la izquierda. Se cerró la puerta luego de que fui arrojado dentro y me quedé solo en la oscuridad; a eso de las dos de la tarde se abrió la puerta y deslizaron un plato con algo que era totalmente asqueroso en todo sentido, agradecía no poder verlo debido a la profunda oscuridad porque seguro me negaría a comer y moriría de inanición, terminé lo que había en el plato y me puse a mirar por toda la habitación, desde que llegué estaba buscando el punto débil del cuarto, sé que debía tener alguno y no me rendiría hasta encontrarlo; debía haber alguna especie de ventilación, eso explicaría que el lugar siempre fuera tan frío a pesar de que todos afuera se quejaran de calor.

Se oyeron pasos afuera y me quedé en un rincón, en silencio hasta que pasaron y se perdieron a lo lejos, proseguí con mi tarea hasta que me sentía tan cansado que no era capaz de mantenerme en pie; me recosté en el piso quedándome dormido a los pocos minutos.

Al despertar mi rutina se repitió durante las siguientes semanas.

No soy nadie [BL] (EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora