~yesli vy uydete, vy zastavite menya stradat'~

16 5 0
                                    

Obedecí con la mirada gacha, subí a la cama y me quedé en la esquina, encogido sobre mí mismo.

      —Yalek- suspiró llevando su mano al bolsillo de su camisa para sacar un pequeño frasco que reconocí de inmediato— lo que quiero es que me digas qué coño es esto- volvió a guardar el frasco dejándome petrificado del asombro. Creí que tal vez me estaba equivocando, busqué en mis ropas con desesperación.

—¿Qué?...-mis ojos se abrieron al no encontrar más que cuatro recipientes en mi ropa, debía haber cinco, lo que significaba que Aki tenía en su poder la maldita causa de mi desgracia— Aki...¿cómo?...¿de dónde lo sacaste?...- sentí mis ojos cristalizarse.

      —Te pregunté primero- su tono era frío e inexpresivo, no me ayudaba en nada a entender lo que había ocurrido. Rompí en llanto incapaz de comprender la razón de que la vida me odiara tanto como para hacerme pasar todo eso, me maldije internamente por haber permitido que encontrara esa cosa.

—Yo...yo...-el nudo en mi garganta ahogaba mis palabras— eso es muerte Aki...- era la única explicación para lo que me había mostrado, si la tapa hubiese sido de otro color no hubiera importado, pero justo tenía que ser gris.

      —¿A qué te refieres?

Mi llanto aumento al recordar todo el dolor que ese polvo que parecía insignificante había causado. Perdí a Faddei, a mis padres, mi país y mi libertad, todo por ese maldito polvo azulado que jamás debió existir.

—¿Por qué?...- reproché en voz baja, no a Aki, a la vida misma, quería saber la razón de tanto sufrimiento.

      —Espero respuesta.

Escuchaba su voz pero ya no era capaz de entender sus palabras, ¿por qué su tono sonaba tan frío?, sus palabras eran afiladas como hielo; sólo pude cerrar los ojos sintiendo el frío extenderse por mi cuerpo.

      —Yalek, contéstame en este momento.

Me aferré a mí mismo, el frío era demasiado intenso, mis huesos dolían y crujían con cada espasmo que sufría, me estaba consumiendo sin yo ser capaz de impedirlo.

      —Mierda- se alejó de mí— voltéate- su tono seguía siendo frío, estrujando mi corazón con cada palabra. Mi mente me gritaba que lo hiciera, que obedeciera al chico que mantenía el ceño levemente fruncido; sin embargo mis músculos se negaban rotundamente a reaccionar, me sentía pesado y terriblemente entumido hasta que de pronto todo se volvió negro una vez más.

Las imágenes de mi último sueño se repetían, al llegar a los brazos de Aki él me hacía caer a un profundo agujero del que jamás podría salir; luego la luz roja que iluminaba un pequeño cuadro que podía reconocer como la oficina del director de la prisión.

    —Decide ya, ¡Maldita sea mocoso!- el mayor me gritaba furioso sosteniendo el arma que apuntaba directo a la cabeza de Aki, él solo me miraba suplicante, ¿cómo podía yo hacerle eso a él?

—Déjelo ir, él no tiene nada que ver con esto- me sorprendí de que las palabras hubieran salido sin duda y sin tartamudeos, solo quería que aquel que se había adueñado de mi ser completo pudiera ser libre muy lejos de todos los problemas que implicaban estar conmigo.

    —Esa no es tu decisión- ladró furioso— sólo firma el maldito contrato y todo habrá acabado, su vida volverá a la normalidad.

      —Yalek, no me dejes- por primera vez desde que esa parte del sueño comenzó, porque estaba seguro que era un sueño, aunque más bien parecía pesadilla, lo miré; estaba arrodillado en el piso con los brazos a los costados de su cuerpo, sus ojos rojos delataban un gran dolor y su cuerpo se estremecía con leves temblores.

No soy nadie [BL] (EDICIÓN)Where stories live. Discover now