~Escapé~

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Habían pasado unas semanas y la rutina era la de siempre y cada vez el hombre del escritorio, que me había dicho se llamaba Desukuto Ppuman, tenía una sonrisa más amplia ante mi imagen deteriorada y mi insistencia en negarme a su oferta que me ahorraría todo el suplicio, pero no planeaba dejarme vencer tan fácilmente, simplemente jamás aceptaría su oferta.

    -Señor Smirnov, no sabe cuánto lamento ver un talento como el suyo desperdiciado de esta manera, entiendo que no es el área en que suele desempeñarse pero entienda que solo queremos aprovechar todo su potencial en algo que beneficiara a muchísimas personas...¿cómo puede ser tan egoísta con ese maravilloso cerebro que posee?...por favor, se lo digo como amigo...acepte la oferta, firme el contrato y todo esto que le hace sufrir acabará.- dijo acercándose a mí y colocando su mano en mi hombro con un acto condescendiente.

Sentí un nudo en el estómago, en cualquier momento toda la sarta de mentiras que este hombre acababa de escupirme en la cara me haría vomitar, negué con la cabeza evadiendo su mirada.

-Puede decirme todo lo que quiera y como quiera pero no me hará cambiar de opinión- me levanté dispuesto a marcharme de esa sala.-dígame una cosa...-dije sin voltear a mirarlo- ¿Les costó mucho encontrarme?

    -Ja- es lo único que el hombre dijo y esto me hizo esbozar una media sonrisa de lado sin que el hombre a mis espaldas pudiera verla; salí por la puerta pero por una razón que aun no alcanzo a entender no había nadie afuera, el guardia no estaba en su puesto y me di cuenta que esa era mi oportunidad.

Corrí lo más rápido que podía por los pasillos, intentando no hacer ruido; tres derechas, una izquierda y después dos izquierdas más, llegué a otra puerta que abrí rápidamente y sin dudarlo dos veces salté fuera de aquel edificio y me dirijí hacia el exterior, no muy lejos de ahí había un pueblo, lo recuerdaba muy bien y seguí corriendo sin parar; ni yo mismo entendía cómo es que la adrenalina del momento me había hecho llegar tan lejos, (tal vez debería comenzar a hacer un estudio sobre ello) pero en ese moemto debía concentrarme en correr y no detenerme hasta estar a salvo o al menos llegar al pueblo y poder descansar un poco, ya vería que hacer después para volver a Europa.

Seguí corriendo hasta quedar exhausto deteniéndome en mis rodillas para poder respirar otra vez, por suerte estaba ya en las afueras del poblado y con unos cuantos metros más podría esconderme en algún callejón, me dolía todo, la mecánica del cuerpo siempre fue más fácil en los libros, pensaba mientras caminaba por las calles del pueblo recibiendo miradas desconfiadas de sus habitantes y bueno tu condición física nunca fue algo de que enorgullecerse menos si has pasado semanas sin comer bien, me repetía mi cerebro y no terminaba de entender si era consuelo o autocrítica. Al final encuentré un lugar donde casi no había personas y podría descansar por un momento antes de seguir con mi odisea, me senté en el piso y cerré los ojos.

Me mantube con los ojos cerrados hasta que escuché un sonido metálico, de una puerta al abrirse y vi a un hombre arrojando sobras de comida al callejón para después volver a cerrar la puerta tras de sí sin siquiera notar mi presencia, me levanté y fui hacia la comida que no podía ser más asquerosa que la de las últimas semanas, cojí un pedazo de pan quemado y estaba a punto de tomar algo más cuando un gruñido amenazante me sorprendió haciéndome pegar un salto rápido; de inmediato entiendí que aquellos perros querían la misma comida que yo y que no estaba en condiciones de pelear por ella, guardé el trozo de pan que ya tenía en mis manos y me alejé rodeando a los perros sin quitarles la vista de encima.

Me habían sacado de mi escondite temporal y necesitaba buscar otro antes de que llegaran a registrar el pueblo, era seguro que lo harían; pasé un par de horas registrando todo el pueblo por si había algún lugar relativamente seguro pero solo conseguí que las personas comenzaran a murmurar asustadas ante mi presencia, al final me decidí por mejor ocultarme en el bosque a las afueras del pueblo, lo miré, estaba cubierto de una espesa niebla, no es que me pareciese una idea especialmente inteligente pero necesitaba refugiarme y seguro con la niebla no sería tan fácil que me encontraran; tomé valor y me adentré en el bosque con las manos al frente tratando de ver más allá del par de metros que la niebla me permitía.

Habían pasado horas y no dejé de caminar entre los árboles y la niebla, estaba agotado y solo caí al piso sin remedio, recuerdé el pedazo de pan que había en mi ropa y lo saqué pero mi cansancio era tal que no logré probarlo antes de quedarme dormido en la tierra del bosque que seguía cubierto por la densa niebla.

Me desperté al escuchar voces que se acercaban, no lograba entenderlas muy bien pero ya no estaban lejos, debía comenzar a moverme o me encontrarían, vi mi mano y recordé que no pude comer nada el día anterior, pero seguramente los pájaros se habían comido mi trozo de pan porque lo único que quedaba en mi mano eran migajas, me sacudí y comiencé a caminar alejándome de las voces, la niebla se había disipado pero eso solo me dejaba más expuesto y unos metros más adelante caí, levantándome trabajosamente, mis piernas no respondían, unos cuantos metros y dos caídas más adelante me fue imposible levantarme y solo me quedé en el suelo rogando porque no me encontraran; pero como tenía que ser no se dieron por vencidos muy rápido.

    -Ahí está- se escuchó la voz de un hombre que gritaba y después pasos de más hombres. ¿En serio enviaron a todo un ejército a buscar a un chico que se está muriendo? pensé al sentir los pasos más cerca, me levantaron en brazos sin ningún tipo de cuidado y me llevaron con ellos de vuelta al enorme edifico gris que parecía custodiar el pueblo entero.

No soy nadie [BL] (EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora