~Terpeniye imeyet predel~

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Parecía haber pasado una eternidad cuando abrí los ojos, la habitación blanca estaba completamente iluminada; de mi lado derecho una cortina gris bloqueaba cualquier visión y de mi lado izquierdo un hombre se recargaba sobre su mano con gesto de aburrimiento.

― Maldita basura, realmente eres un dolor de cabeza.

Se levantó indiferente y salió por unos instantes antes de arrastrarme fuera de la enfermería. Las expresiones del médico y las enfermeras eran complicadas, supuse que tenía algo que ver con el dolor punzante que se extendía por mi cuerpo con el más mínimo movimiento; pero eso ya no importaba. Lo seguí sin resistirme hasta la misma habitación elegante, donde el grupo de hombres esperaba a que me dejaran dentro como un desecho.

― Señor Smirnov, bienvenido.

En cualquier otro momento hubiera sido terriblemente irónico que me recibiera con ese tono y esa amabilidad fingidas; pero estaba en un punto donde no podía importarme menos. Me limité a chasquear los dientes y aceptar los anteojos que un guardia me ofrecía.

― ¿Qué quieren?

― Su pequeño juego nos ha causado un gran problema, mire nada más- todos los ojos en la sala se giraron a mirarme con expresiones de desaprobación― pero debo reconocer que tenemos que agradecerle.

No comprendí a lo que se refería, no importaba cómo lo viera, no había hecho nada que les acercara a convencerme en lo más mínimo; sin embargo la sonrisa en su cara, a pesar de seguir siendo enfermizamente falsa, se extendía de lado a lado como, cortando sus rostros en una imagen psicótica.

― Llevamos muchos años sin poder darle una sentencia a uno de los peores criminales, pero gracias a este último ataque el Kokkai no puede ignorarlo más- con una seña otro hombre le pasó un folder que leyó en silencio por unos minutos―. Los crímenes cometidos no pudieron ser juzgados por la edad del criminal, sin embargo ahora es completamente posible y la justicia ha hablado-. Sentí mi corazón caer al piso, un mal presentimiento empujando todo mi ser a un abismo profundo; pero me obligué a mantenerme firme―. Por los crímenes de asesinato, extorción, complicidad, múltiples comercios ilegales, posesión de armas, entre otros; se sentencia al prisionero Takame Akihiko a la pena de muerte.

― ¡Ustedes!

No podía más, no podía con sus chantajes, con podía con sus juegos. ¡No podía con el maldito tono de burla que se pegaba en cada una de sus palabras!

Mi cuerpo se movió por sí sólo, avanzando en su dirección mientras que toda la escena se pintaba de rojo para mí. No me detuve a pesar de los dos hombres que me sujetaron fuertemente de los brazos y me arrastraron hasta una silla donde me sujetaron. Mi mente estaba en blanco, quizá en negro; ya no lo sabía muy bien. Sólo quería acabar con todo en ese preciso momento.

― Señor Smirnov, ¿cómo puede ponerse así por un criminal tan vil? Nosotros creímos que estaría feliz de limpiar su preciado mundo de una escoria como esa.

― Ustedes. ¿Cómo...?

El dolor en mi estómago llegó sin previo aviso, y cuando miré hacia abajo un dedo largo se hundía en una de las muchas heridas, causando que el líquido rojo saliera abundante, manchando la ropa y el piso, llenando el ambiente con el olor de la sangre. Al otro lado los aplausos pausados fueron un remate a la burla que estaban representando.

― Me sorprende, creí que sería un poco más...- me miró como si buscara en mí las palabras que necesitaba― complicado encontrar un incentivo lo suficientemente bueno para usted.

Quise mirarlo y que viera el odio en mis ojos, pero de nuevo el dolor se extendió en mi cuerpo y un segundo camino sangriento fue pintado desde mi pecho, arrancando un grito inevitable.

― Se lo dije señor Smirnov, somos sus amigos- los pasos sonaron apagados sobre la alfombra y una mano fue colocada sobre mi hombro― y los amigos se ayudan-. Escupí la sangre acumulada en mi garganta sobre sus zapatos, no tenía nada más, no podía hacer nada más, sólo mirar impotente cómo me tomaban del cabello y me forzaban a un estado que ya ni siquiera podía describirse como lamentable―. Si coopera esto será más fácil para todos.

― Malditos.

Mi cabeza calló de nuevo en cuanto me soltó y pude ver perfectamente las huellas sangrientas que quedaban con cada paso que daba de vuelta a su lugar; comprobando una vez más que los hombres poderosos sin escrúpulos eran los más peligrosos.

― Me parece que el dolor ha cegado su juicio, dejaremos que se recupere.

La sala se llenó de ruido, algunas personas riendo, otras charlando como si no pasara nada; algunos guardias desatándome y obligándome a levantarme sobre unas extremidades que parecían completamente inútiles. Esperaba que me llevaran a la celda, o a la enfermería, esperaba poder ver a Aki y tratar de buscar una forma de salir de esto; pero nunca esperé que me llevaran hasta una habitación blanca con una cama, un espejo y un escritorio.

La escena casi parecía normal, la habitación de una persona demasiado ocupada para cuidar de sí misma, aunque no estaba desordenada y podría incluso considerarse agradable. Sin embargo, era justo eso lo que más me asustaba de esa habitación.

Con puertas cerradas y una pequeña rendija que daba al exterior era otra celda, pero estaba completamente cerrada, parecía la jaula de oro especialmente diseñada para engañar a las mentes sin dejarles saber que realmente eran prisioneras. Un lugar donde los días pasaban a la velocidad que ellos marcaban, de día iluminado por una luz blanca y brillante; por las noches tan oscuro que apenas podía ver mis manos frente a mí. Mas era sólo otra ilusión, sin dejarme saber el tiempo o lo que ocurría afuera, volviendo a mis sentidos una herramienta más para su juego.

A veces entraban enfermeras que revisaban el estado de mis heridas, con sus cubre bocas y sus batas, como mudas figuras de papel que parecían no mirarme en realidad. No importaba cuanto preguntara o intentara que me dijeran algo de lo que pasaba afuera; de lo que pasaba en la prisión, o siquiera el estado de Aki. Sólo una chica se dignó a mirarme como un ser humano, y la mirada que me dedico estaba llena de compasión; una mirada que no mentía. "El juego había terminado".

Cuando habían pasado varios días y las heridas no dejaron de abrirse, decidieron que lo mejor era mantenerme quieto, así que me sujetaron a la cama y me sedaron.

Durante ese tiempo mi mente causó un conflicto sin detenerse, mis sueños eran confusos y dolorosos; no podía despertarme de ellos por más que luchara buscando desesperadamente una salido. Tampoco podía despertarme ni hablar para pedir que me dejaran salir, ya no había más luz, sólo la oscuridad del pasado y las brumas de un futuro aborrecible. No era mejor que un paciente mental esperando la próxima dosis de drogas o alguna cura milagrosa.

A pesar de eso apenas determinaron que estaba lo suficientemente recuperado me sacaron de esa habitación y me arrojaron de nuevo al salón donde una vez más estaba reunido el grupo de hombres con sus expresiones indiferentes.

― ¿Ha pensado mejor las cosas?

No tenía palabras para responder, me sentía acabado, no había nada, ni voluntad, ni consciencia de mí mismo. Sólo un vacío doloroso que me mantenía en pie con la mirada perdida.

― Se lo replantearé. Si usted nos da una respuesta positiva le prometo su libertad y la de su amigo Takame, pero si usted sigue negándose no podremos hacer nada y su amigo terminará sus días en un plazo menor a dos semanas-. Alcé la mirada sin energía ni siquiera para mirarlo con odio―. Entiendo su difícil situación, así que le daremos hasta mañana por la mañana para tomar una decisión, puede volver a su celda.

Sin decir más Takeshi me tomó del brazo y me arrastró por los pasillos del complejo, un paso tras otro, dejando pedazos de mi alma en forma de lágrimas silenciosas con cada uno de ellos.

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Yo...

Justo ahora no hay mucho que pueda decir.

Lamento la demora

No soy nadie [BL] (EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora