~Khorosheye imya~

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Es extraño, suelo soñar con la muerte de mis padres y despierto agitado y con los ojos llenos de lágrimas pero esta noche no, sentí un leve roce que me despertó pero me negué a abrir los ojos y ver que aún estaba encerrado en la celda, había algo entre mis brazos y lo apreté con más fuerza para seguir durmiendo pero no tardé en darme cuenta que lo que tenía abrazado era el brazo del chico que me miraba con cara de ternura por encima de mi hombro, lo solté con sorpresa y pegué un brinco golpeándome en la cabeza con la cama de arriba, al verlo solo vi su sonrisa burlona.

      -Veo que despertaste bello durmiente babea manos- dijo con tono sarcástico pero con cierta ternura en su voz.

-Lo...lo siento mucho- estaba muy apenado- no quería babearte...no sé cómo pasó eso...- agaché la cabeza y escuché nuevamente su risa.

      -No te preocupes, ha sido un chiste- acarició mi cabello para después bajar a mi mandíbula y darme un beso a lo que solo pude quedarme quieto con los ojos cerrados y al separarnos tratar de ver sus hermosos ojos pero solo logré ver manchas de colores recordando que no sabía dónde habían quedado mis gafas durante la noche y sentí la vergüenza apoderándose de mí nuevamente.

-E...oye... ¿no has visto mis gafas?...es que no veo nada.

Su risa volvió a resonar en la celda y sentí su movimiento en la cama para luego recibir algo en el ojo cuando intentó colocarme las gafas, lo que provocó que su risa aumentara.

-¡Auch!- exclamé tomando mis gafas y colocándomelas bien- Me has hecho daño...- reproché sintiendo el ardor en mi ojo; él solo se tranquilizó un poco y me acarició la mejilla con las uñas, la sensación es extraña pero no del todo desagradable.

      -Lo siento...eh...- hizo una pausa mirándome a los ojos- ...eh... ¿cómo te llamas?- hasta ese momento caí en la cuenta de que tampoco conocía su nombre y lo único que sabía de él era que es el prisionero Takame y está aquí por un error.

-¿Ah?... ¿yo?... eh...soy Yalek- dije volviendo de mis pensamientos- y... ¿y tú?

      -Aki- me respondió simplemente con una sonrisa adornando sus labios- por cierto, lindo nombre Yalek- ensanchó su sonrisa de forma coqueta.

-Gra...gracias...también lindo nombre el tuyo...-Dije devolviéndole una sonrisa tímida a Aki. En ese momento se escuchó el timbre que indica la hora del desayuno y él se puso en pie inmediatamente jalándome y consiguiendo que me diera otro buen golpe con la cama de arriba; mi cerebro definitivamente no resentiría tantos golpes, soltó otra risa y continuó jalándome con la mano que había entrelazado a la mía.

-¿Tú quieres dejarme tarado verdad?- pregunté levantándome de mala gana- anda, debes ir a desayunar- dije sin más sobando el nuevo golpe.

      -Claro que no...cómo crees...- exclamó sarcástico agarrándome de la cadera para subirme a su hombro tan fácil como si fuera un costal.

No me gusta que me carguen, siempre lo eh aborrecido por muchas razones, me hace sentir débil y pequeño, pero el miedo que siento de estar separado del piso es algo que me congela y me da pavor.

-¿Pero qué haces?... yo no puedo ir...bájame...- dije sin poder evitar que el miedo se escuchara en mi voz- po...por favor...bájame...- repetí casi sollozando.

Él me dejó deslizarme hasta que quedé abrazado en su cuello y rodeando su torso con mis piernas, él me sostuvo por debajo y me dio un suave beso en los labios para luego esconder su rostro en mi cuello; me apreté más contra él mientras sentía su respiración acariciar la piel desnuda de mi cuello, me gusta estar así y comencé a juguetear enredando su cabello en mis dedos sin dejar de sentir cierta preocupación por el repentino cambio que sufrió.

-¿Te encuentras bien?

      -Si...- su respuesta fue muy baja y sonó casi como un sollozo- solo... olvídalo...- levantó la cara y me dio otro beso que me llenó de calor y ternura, es el primero de esta forma, no me resistí y lo dejé besarme y bajar lentamente a mi cuello mordiéndome suavemente mientras a me recorría una descarga eléctrica y le doy un beso en la mejilla acercándome a su oído.

-Debes irte- le susurré.

      -No entiendo por qué no vienes- dijo saliendo de mi cuello y mirándome a los ojos- Hernández se moriría de celos si te viera- su tono era divertido.

-Es mejor así...- me solté de su abrazo y caminé hasta la parte más profunda de la celda para recargarme en la pared, quisiera decírselo, contarle todo pero no soportaría que algo le pasara por mi culpa, no lo meteré en esto, es mejor que no sepa lo que ocurre.

      -Eh, no te vayas al rincón emo, solo tardaré unos minutos- dijo subiendo a su cama por ropa para cambiarse- por cierto ¿qué vas a querer de desayunar?- me preguntó bajando solo con el pantalón puesto, con su camisa y chaqueta en la mano.

-Nada...no te molestes- dije sin apartarme de lo que él acababa de bautizar como el rincón emo, Dios, este hombre quiere volverme loco, es imposible ignorar ese cuerpo esculpido de pálida piel, solo puedo pegarme más a la pared tratando de que no vea mi sonrojo que seguro lo hace reír de nuevo.

      -Anda, dime que quieres de comer o te traeré espárragos, y esas cosas son peor que el veneno- me sonrió y extendió su mano invitándome a ir con el fuera del rincón, su comentario me hizo reír un poco; sin atreverme a mirarlo, tomé su mano y fui con él hasta casi llegar a la puerta.

-Si no te ves a dar por vencido trae lo que quieras- dije resignado mirándolo y dedicándole una sonrisa; como me gustan sus ojos, me sujetan como cadenas llevándome a otros sitios muy lejos de todo eso que venía torturándome los últimos meses, me agrada su compañía y su calor junto a mí. Salió con una sonrisa triunfante en sus labios.

-¿Qué estás haciendo Yalek?- las dudas me golpearon y mi cabeza se azoto contra la pared, estaba a punto de hacer una lista de todas las razones por las que no debía sentirme así con él cuando escuche la puerta abrirse y vi al director que me llevó otra vez a aquel laboratorio y en cuanto entre negué con la cabeza y sin darme tiempo a decir nada tenía nuevamente a dos hombres golpeándome las costillas, pero esta vez no fueron tan cuidadosos; me empujaron y yo caí golpeándome con la orilla de una mesa y un dolor punzante se adueñó de mi pómulo. Al ver lo ocurrido el director detuvo inmediatamente a los hombres indicándoles que se alejaran, se acercó a mi levantándome la cara para ver el golpe.

    -Esto no sale de aquí...- dijo en tono amenazante entregándome mis gafas que habían caído con el golpe- ¿Entendido?- dijo en un gruñido; asentí y uno de los guardias me llevó de regreso a mi celda.

No soy nadie [BL] (EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora