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Los gemelos comparten todo

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Los gemelos comparten todo. No solo son hermanos, sino que un lazo más especial los une por compartir el mismo útero al mismo tiempo. Lily tenía mis genes, y yo tenía los suyos. Nuestra compatibilidad, era más que asombrosa, era casi perfecta. Dos niñas iguales en todos los sentidos.

Y sin embargo nacimos en meses distintos. A ella, le tocó la alegría del 31 de diciembre, y yo me adapté al agotado amanecer del primero de enero de un año completamente nuevo.

Tal vez sea un hecho sin importancia, pero creo que ese pequeño desfase de minutos que técnicamente me obligó a nacer en un día diferente, marcó a fuego nuestra personalidad. La alegría de Lily yo la deseaba, y mi calma y serenidad fue anhelada por ella...

Las horas, la dieta y el ejercicio, corrieron rápido los días, y pronto me hallé casi a mitad de año con un guardarropa que parecía no era mío. Nada me quedaba como antes, mis pantalones se caían, y las camisas que se pegaban a mis rollitos, ahora flotaban sobre mi cuerpo.

Podía notar el cambio, aunque siguiera sintiéndome igual. Quizá porque solo los más cercanos a mí, resaltaban la obviedad de mi avance. Y porque intentaba mirarme al espejo lo menos posible, todavía no estaba lista para ver a Lily de nuevo.

—¿Y cuántas libras han sido hasta ahora? –demandó el novio de Nina.

Sus exquisitos ojos whisky me observaban con cautela, estaba segura que él intentaba recordar mi versión rellenita que conocía desde hace dos años. Greg Talbot, era un guapo, pero despiadado abogado, de rasgos serios y filosos, con sonrisas torcidas y a veces con palabras gruñidas.

Era un hombre que sabía su meta en la vida, esa ambición lo llevó a ganar puntos con Nina. Greg era jefe del área legal en Quest Enterprise, además de la mano derecha de Aiden. Ya que mi amiga fue promovida a líder de división de su propio departamento en la misma empresa, ambos llegaron a conocerse muy bien en poco tiempo.

—Hasta hoy. Han sido sesenta libras. ¿No es increíble, amor? —comentó Nina, más emocionada que yo, con mi progreso.

Greg se sentó a la mesa, y Nina ocupó su lugar a la derecha. Cada vez que él se quedaba a dormir, ella no dejaba de sonreír. Era lindo verla enamorada de alguien, por lo general los chicos que tuvo antes solían ser inmaduros o.completos asnos. Greg era una bocanada de aire puro y maduro que ella necesitaba.

Llevé la pasta que Nina preparó, hasta la mesa, sentándome al lado de Ethan, y a la izquierda de Greg. Natalie, sentada al otro costado de Nina, no dejaba de observar a Ethan y a mí con cierto recelo.

Hace más de un mes que había empezado a creer que a mi amiga americana le estaba interesando el modelo inglés a mi derecha. O no nos miraría con cierto recelo cada vez me acercaba a él.

Tenía que hablar con ella, y asegurarle que Ethan sería solo mi amigo.

—Es jodidamente asombroso —siguió Greg, maravillado—. ¿Qué demonios has hecho para hacerlo tan rápido, Maddie?

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora