6 8

34.7K 2.4K 275
                                    

[AIDEN]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[AIDEN]

No estaba enojado. Pero seguía viéndolo. Por el rabillo del ojo, yo podía notarlo. Ropa negra. Gorra y capucha. Una cámara profesional colgando de su puto cuello. Sí, había sido seguido por un fotógrafo hasta el aeropuerto. Juro no estoy enojado, solo demasiado fastidiado.

Las fotos del aniversario de mis padres fueron publicadas la misma mañana que Madison se marchó a África. La revista de chismes italiana sacó a relucir una buena cantidad de fotos de nosotros, bailando, mirándonos, besándonos. Su identidad también fue publicada, y desde entonces, tengo a más de uno de estos idiotas pegados a mi culo.

—Hijos de perra... —siseé disgustado, al ver que ahora eran tres de ellos.

Giré el rostro hacia la salida de pasajeros. Allí venía ella, acompañada por Pierre. Madison usaba lentes de sol, me pregunté si sabría las últimas noticias en la prensa. Sonreí, pero poco a poco mi semblante cambió al tener a Madison más cerca. La seriedad incómoda en el rostro anguloso del francés tampoco me dio buena espina.

—Hola, amor...

Apenas abrí mis brazos, ella corrió hacia mí. Chocó contra mi pecho, estrujándome con fuerza. Alcé el rostro hacia Pierre Montsalve, algo consternado de sentir que Maddie temblaba. Él se limitó a cabecear con severidad una vez, a modo de despedida.

—Solo vine a acompañarla, no quería dejarla sola —murmuró el sujeto, reticente.

—Ella está buenas manos.

—Espero no mientas esta vez, Aiden. Adiós.

Pierre dio la vuelta y se marchó, dejándome con la maldita réplica en la boca. Él sabe poco de lo ocurrido con sus hijas, y es obvio que sigue teniendo una gruesa venda en sus ojos.

Sacudí mi cabeza, librándome de malos pensamientos ya que al fin tengo a la mujer que quiero entre mis brazos. Y no pienso permitir que nadie me la arranque, sino es a la fuerza. Madison es mía. Sus labios. Sus miradas. Su amor. Es solo mía, no la pienso compartir con nadie.

—Nena, ¿estás bien? —le pregunté preocupado, al escucharla sollozar— Maddie, mírame.

—Lo siento... —admitió, sorbiendo por la nariz antes de dar un paso atrás— te extrañé.

¿Dos días y la tenía así? Estoy haciendo las cosas muy bien. Quise sonreír, pero no podía, cuando también me dolían sus lágrimas. Odio verla llorar, incluso si no es algo grave como sentir nostalgia por estar distanciados. La abracé de nuevo y besé su cabeza, antes de alzar su rostro con mis manos.

Ella no cedió al principio, pero pronto levantó su barbilla. Fruncí el ceño, entrecerrando mis ojos. ¿Qué demon...? Sentí su tensión, mezclándose muy bien con mi errático ritmo cardiaco. Muy lentamente, mi pulgar alzó sus gafas oscuras, encontrando lo que ella intentaba ocultarme.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora