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            [AIDEN]

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[AIDEN]

Nota mental: asesinar al hijo de perra de Elliot Bayley en la primera oportunidad que encuentre.

Madison se había puesto pálida al verme. Sé que ella esperaba que la reclamase como hice con el idiota francés de manos largas, lo noté en su cuerpo tenso. Sin embargo, mantuve el temple y educadamente me retiré con ella.
Claro que no esperé que ese imbécil conociera su móvil y le prometiera llamarla. Sobre mi frío cuerpo dejaría que ese idiota patea balones tuviera interacción con Madison de nuevo. Nadie interferiría en mis jodidos planes con ella, por cierto, planes que se destruían como una casa de naipes cuando Madison se negaba a seguirlos.

Solo deseaba un jodido almuerzo con ella ¿qué coño hay de malo en eso? ¿Cómo diablos es que huyó sin siquiera comer?

Tal vez fue muy rudo de mi parte atreverme a ordenar por ella en la terraza, sin consultarle si deseaba comer eso. La tomé por sentado. Lo entiendo. Eso la molestó, y se fue como la perfecta mujer berrinchuda que hace una escena cuando no es valorada.

Lo comprendí cuando la vi muy cerca del maldito deportista, observándolo a los ojos sin titubear. Escuchándolo hablar sin miradas rehuidas, tal como hacía con todos. Pero claro, conmigo, no podía mantener su mirada por mucho tiempo antes de buscar otra cosa que llamase su atención, e ignorarme.

¡Joder, estoy enojado!

La velocidad con que conducía mi auto no revelaba el verdadero sentimiento de rabia pura que había en mi interior. Deseaba apretar el acelerador y llevarnos a la velocidad de la luz por las calles húmedas de Londres. Pero claro, mi autocontrol era mi amortiguador.

—Si no te gustaba la comida italiana, pude haber ordenado otra cosa... mariscos, o qué se yo... cualquier cosa —seguí diciendo, cabreado.

Estaba apretando los dientes con tanta fuerza, que podía escuchar el crujir en mi mandíbula. Verla tan cerca de Elliot, detonó algo en mí que no sé cómo nombrar. Pero se parece mucho al sentimiento de odio que me surgía hacia mi medio hermano cuando era niño.

—Te lo dije, Aiden, no tengo hambre.

Echó su cabeza hacia atrás contra el asiento del auto, su mirada se perdió en la ventana. Seguía rodeando su cintura con sus brazos, sin atreverse a mirarme a los ojos. ¡Cristo! Necesito paciencia.

—Madison, por favor —siseé indignado, deteniendo mi auto frente al semáforo en rojo—, solo dime. ¿Qué demonios hice en la terraza para que te cerraras conmigo?

Ella estaba destruyéndome. Tenía mi corazón en su puño, y sentía que lo estrujaba con tal intensidad, que me hería. Esto ya no era cuestión de orgullo, definitivamente ya no estaba luchando por eso aquí.

—Nada —respondió cansada.

—¿Ese es el problema? ¿No hice nada cuando tuve que hacer algo? —pregunté exasperado.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXOWhere stories live. Discover now