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[AIDEN]

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[AIDEN]

Mi almohada vibró, despertándome de un susto. Bueno, la almohada de Madison. Esta era mi segunda noche, invadiendo su vacía cama, tratando de dormir. No es como si fuese posible, ella me quita el sueño, saber si está bien o no me preocupa, hasta ahogarme en desespero.

Pero prometí darle tiempo y esperar por ella. Después de todo, no sé exactamente el área donde se encuentra. Ninguna maldita conexión logró servirme, la palabra "es clasificado", me tenía hastiado, no importa cuánto dinero ofrecí por saber. Lo único que me mantenía cuerdo, es que Madison estaría aquí pronto y entonces no le daría escapatoria.

Tomé mi móvil debajo de la almohada, un mensaje de Nina fue el culpable de despertarme. "Sal. Hay comida". Rodé los ojos, y volví a recostarme en la cama. No recuerdo sentirme molido antes, como si todo el peso del mundo lo cargase en mis hombros.

Me costó unos minutos más separarme de las sábanas con olor a manzanas de Madison. Me puse en pie de mala gana. De nuevo me invadió la incertidumbre cuando metí la mano en mi bolsillo, y sentí la tela de sus bragas. ¿Debería dejarlas aquí? Prometí devolverlas, pero, ¡maldición! No puedo. ¿Cómo sobrevivo el resto del día entonces?

—Las conservo —me dije, girándome hacia la puerta.

Apenas salí de la recamara abotonando mi arrugada camisa cuando me detuve, los amigos de Madison me miraron desde la mesa del comedor, justo frente a mí. El momento apenas duró un segundo, ellos volvieron a servirse el desayuno, y yo me encaminé hacia la silla vacía.

—¿Huevos duros? —preguntó Ethan, sonriente.

—En realidad azules... —gruñí molesto, tomando la jarra de café.

Escuché los tenedores que chocaron contra los platos de Nat y Nina y su gemido de descontento por mi comentario. Ethan se carcajeó divertido, pero pronto me señaló a lo que se refería. Había un tazón con huevos duros, al lado de las tostadas.

Claro, él no se refería a la precaria situación en mis pantalones. Pero estaba muy cansado e irritado para disculparme con ellas. Incluso si sus miradas indignadas, esperaban una disculpa. Pues se aguantan.

—Sabes, Aiden, es bueno tenerte aquí. Ya no me siento en desventaja numérica, estás mujeres pueden ser muy intensas cuando se lo proponen.

Ethan les lanzó una mirada hastiada de reojo, una que provocó que Natalie le diese un puñetazo en el hombro. El tipo sonrió, mirándome con una ceja alzada de: ¿Ves de lo que hablo? Claro que podía entenderlo.

—Ya que lo mencionas, yo quiero saber, ¿por qué sigues durmiendo aquí, Aiden? —inquirió Natalie.

La chica me lanzó una seria mirada, con sus labios en una fina línea recta. Ella no estaba dándome la tregua en un tiempo cercano.

—Nat... —comenzó Nina, mirando a su amiga a su derecha con cierto reproche.

Le agradecí en silencio que ahora me defendiese. A decir verdad, Natalie seguía siendo la única que seguía oponiéndose a Maddie y yo, juntos. No soy ciego, sé por qué me odia, por qué odiaría a cualquiera cerca de Madison. El recelo en sus ojos chocolate lo dicen en silencio.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXOWhere stories live. Discover now