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Apenas salimos de la estación Kings Cross, cuando todos soltamos el mismo suspiro de cansancio y alivio por estar de regreso en Londres. Aiden cargaba mi maleta y su equipaje, y con su mano libre, sujetaba mi mano. Se estaba portando muy protector conmigo. Okey. Más que de costumbre.

-Entonces... -murmuró Greg, sacando su móvil- conseguí dos autos que nos llevarán a casa. Nina y yo no iremos a Holloway, así que ustedes cuatro pueden compartir el otro auto.

-En realidad, me llevaré a Madison a casa.

Aiden sonó tan decidido. Que casi me quiebro el cuello cuando lo miré con recelo. ¿Cuándo me preguntó si quería ir a su casa? Porque esta vez, quedó muy claro que no pensaba llevarme a la mía.

No fui la única que lo observó con desconcierto. Natalie y Nina no sabían si asesinarlo con una espada, o darle una oportunidad de defenderse, y luego asesinarlo con una espada. Amo a mis amigas, pero están siendo muy "mamá helicóptero" conmigo. Así que, siendo la única a favor de Aiden, suspiré y le seguí el juego. ¿Por qué? No sé, tal vez ya me folló hasta la locura.

-¿Pueden dejar de mirarlo como si fuese un extraterrestre? -les reproché a todos.

Greg fue el primero en sacudir su cabeza, despertando su cerebro. Creo que todos estábamos demasiado cansados. Eran más de las diez de la mañana, pero un viaje en tren de cuatro horas, pondría lento a cualquiera.

-Bien. Como sea. Pueden compartir nuestro auto. Todos vamos a Kensington, de todas formas.

-Eh, nop -respondió Aiden, encogiendo un hombro despectivo-. Gracias Greg, pero vamos a Belgravia. Nos vemos, chicos. Lindo viaje. Gracias por invitarme.

Aiden empezó a halarme de la mano alejándose de mis amigos. No sé qué demonios dijo para que Greg y Nina se quedasen boquiabiertos. Ethan no pareció afectarle, y Natalie no dejaba de asesinar la nuca de Aiden. ¿Qué demonios está pasando?

Nos cruzamos de calle, dejando todos atrás. Apenas doblamos la esquina cuando un Audi negro se estacionó frente a nosotros. Un chofer emergió veloz y tomó las maletas de Aiden, deseándole un feliz regreso. Este abrió la puerta trasera del coche, y entramos en él.

-¿Necesito preguntar, Aiden?

Él estaba derritiendo mis escasas neuronas cansadas en tan poco tiempo. Alcé una ceja mientras este se estiraba en el asiento, haciéndome tragar seco cuando mis ojos se desviaron al dobladillo de su camiseta oscura, y cómo se alzó para revelar su deliciosa piel. Me encanta lamer a este hombre. Qué puedo decir.

-Llamé a Mills antes de bajar del tren, suele estar para mí cuando no quiero conducir.

Sacudí mi cabeza, mirándolo a los ojos. Esa profundidad azul, seguía escrutando mi alma.

-No me refería a este auto, pero gracias por la explicación. Te preguntaba por la ruda forma de despedirte de todos -espeté inquieta-. Me arrastraste por la calle, ni siquiera pude decirles adiós...

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora