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[AIDEN]

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[AIDEN]

Mills se detuvo justo frente a Quest Enterprise. Miré hacia la escalinata de la entrada, y la veintena de fotógrafos que esperaban con sus cámaras listas, enfocando el auto.

—Si lo desea, señor Quest, podemos rodear el edificio hacia el parqueo subterráneo —propuso mi chófer.

Suspiré con pesadez. Como odio las malditas hordas de fotógrafos. Son animales chupasangre. Pero tal vez, esta fuese la única ocasión que su maldito deseo por conocer mi vida, funcionase a mi favor. Si Madison me veía actuando con normalidad ante las cámaras, ella hará lo mismo. Solo necesita valor, y eso pienso darle.

—Sabes una cosa, Mills, creo que voy a arriesgarme.

—Eh, ¿está seguro, señor?

El hombre incluso se giró en su asiento, mirándome con asombro. Debe conocerme muy bien para saber que he perdido el juicio. Las cosas que hago por esa pequeña bruja.

—Muy seguro —sonreí, quitándome el cinturón de seguridad.

Salí a la acera, y al instante los flashes empezaron a nublarme la vista. Los camarógrafos se amontonaron a mi alrededor, pero seguí caminando, subiendo cada escalón con calma, ignorando el sinfín de preguntas que vociferaban con fuerza.

¡Aiden! ¡Aiden! Dinos, ¿quién es ella? ¿dónde se conocieron?

—¿Es amante o algo más, Aiden? —preguntó una mujer.

—¿Qué tan serio es? ¿Huele a boda en tu futuro?

—¡Aiden! ¿Cómo es que ella obtuvo su ojo morado? ¿Se te salió de control?

Me detuve. Debí haber escuchado mal.

—¿Qué dijiste? —inquirí al paparazzo que apuntaba su lente a mi rostro.

Escuché los clics del obturador de su cámara, fueron demasiados. Sentí el fuego del infierno que empezaba a hervir en mis venas, en especial con ese imbécil sonriendo orgulloso de atraer mi atención.

—Te vimos muy enojado en el aeropuerto —recapituló el hombre—. ¿Fue por verla con otro? ¿Sentiste culpa de golpearla y por eso la llevaste al hospital hoy?

La nueva información, hizo que la horda se volviera loca en preguntas, y escuché nuevos reclamos. Todo por el idiota que acababa de tergiversar lo que ocurrió el día de ayer.

—¡Aiden! ¡Aiden! ¿Crees que se te pasó la mano con ella?

—¿Es por eso que la ocultas? ¿La golpeas seguido?

—¡Aiden! Responde, ¿qué tan grave es tu problema de ira?

No sé qué cara estaba haciendo, debía estar entre el horror y la furia. ¡¿Cómo demonios esto se salió de control tan rápido?! ¡Mierda!

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXOWhere stories live. Discover now