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La última semana antes de las vacaciones de fin de año en HICKS, fue de lo más rara

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La última semana antes de las vacaciones de fin de año en HICKS, fue de lo más rara. No vi a Aiden de nuevo. Ahora que ya no contaba con un historial de hijos regados, Londres parecía perdonar su promiscuidad. En especial cuando todos creyeron la entrevista de The Daily.

La sed de la sociedad por inmiscuirse en vidas ajenas me sorprendía aún más. Frente al mundo, Aiden Quest era el hombre perfecto que toda madre querría para su hija. Pero yo sé la verdad. Él no quiere hijos. Tampoco busca una familia, o abrirse a sentimientos. En pocas palabras, estar solo, no es una idea que le moleste.

Y todo ello, todo lo que él es, resulta ser lo que necesito. No quiero arriesgarme con nadie y perder mi poca cordura cuando se marchase. Estar en una relación, ceder mi confianza voluntariamente y dejar que alguien robase mi completa atención, sonaba demasiado aterrador. ¿Cómo me repondría cuándo todo se fuera al diablo?

Y luego estaba lo de "una familia". No resultó para mí la primera vez así que esa idea, estaba muy, muy lejos de mis ideales. No pensaba compartir mis genes sucios. Las posibilidades de cáncer en mí, y en mi descendencia, eran seguras. Hace mucho lo había decidido, incluso antes que Lily muriese. Yo. No. Quería. Hijos.

Lo último que deseaba, era hundirme en la depresión como mamá.

—¿Estás ocupada? Es obvio que no.

Cressida azotó la puerta de mi oficina a sus espaldas. Me hizo respingar en mi asiento, olvidándome de mis trágicos problemas. Ella atravesó la luminosa habitación como si fuese una pasarela de modas. Lucía bien en su vestido negro tallado al cuerpo, y sus tacones altos. Su labial rojo destacaba sus carnosos labios con la perversa sonrisa que los crispaba.

Temí lo peor.

—Hola, Cressida. Por favor, pasa. Estaba calibrando presupuestos de fundaciones que en serio necesitan la pronta ayuda, pero claro, no es tan importante comparado con tu visita.

Mi sarcasmo concluyó en una bonita sonrisa. La heredera Hicks no debió notarlo, ya que me sonrió como si de verdad creyese lo que acababa de decir.

—Gracias —aceptó gustosa, llevándose una mano al pecho—. Sabes, ya no me siento tan mal que me hayas salido en la estúpida tarjeta del Santa Secreto.

Alcé una ceja, mirándola confundida.

—Eso fue la semana pasada, Cressida. Todos entregaron sus regalos, Bob tiene las mejores corbatas de seda que mi bolsillo puede pagar.

Claro que Ethan me había ayudado con ese regalo, compramos las más ridículamente caras corbatas de Hugo Boss. Al nuevo sujeto en recursos humanos, le habían parecido el mejor regalo que le habían dado en el año.

Incluso Owen había recuperado su posición con Andrea, su regalo fue una membresía platinum a un spa. Algo que la cansada y soltera recepcionista, amó de corazón. Y aunque nadie me dijo abiertamente quién era mi Santa secreto, recibí un par de regalos por igual. Extraño, ya que jamás pasó antes con la Madison gordita.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXOWhere stories live. Discover now