¡1 M I L L O N!

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[Madison]

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[Madison]

Desperté y el calor me recordó que no estaba en Londres. Abrí mis ojos y rodé entre las sábanas húmedas de sudor solo para encontrarme dentro de una cabaña con paredes de madera y techo de lámina. No había más lujos que una puerta con red de mosquitos, era un espacio pequeño lo suficiente grande para albergar una sencilla cama twin de tubos de metal, una simple mesa y silla bajo la ventana que servía de escritorio, y una cuna de madera descolorida que podía ser más vieja que yo.

Me senté a orillas del colchón, tomando mi ropa de la maleta que estaba almacenada bajo la cama. Pantaloncillos cortos, camisa blanca, botas de trabajo. Saqué el protector solar y una gorra negra con el logo del Manchester United, el equipo favorito de mi esposo. Después de sujetar mi cabello con una coleta, me puse la gorra y salí de la cabaña.

El abrumador calor del sol me dio la bienvenida a un nuevo día en África. Miré mi reloj, apenas eran las nueve de la mañana. La mayoría del campamento ya estaba despierto, este sitio ya no era ni una pizca de lo que recordaba. Es increíble cómo el tiempo logró edificar una verdadera comunidad de refugiados.

Había una sección dedicada solo a cabañas, cada familia tenía su propia casa, algunas eran más grandes que otras. Ya nadie debía compartir un espacio en el suelo en una tienda de campaña. Creamos privacidad, o al menos la apariencia de tener algo de privacidad. Los baños seguían siendo comunitarios, pero había agua. Había una escuela para los niños, un taller de carpintería, una clínica, una zona dedicada solo a siembra de granos, y un par de refugiados estaban criando un par de vacas.

Era toda una comunidad, que también servía como base de operaciones para el gobierno estadounidense. Odio esa parte. Pero no puedo negar que sin su ayuda esta villa no habría avanzado tan rápido. Esta gente estaba a salvo y era lo único que importaba.

—Buen día, Madison —me saludó Paula, con una enorme sonrisa en su rostro oscuro, mientras se encaminaba hacia la zona de enfermería cargando una caja de metal blanca con una cruz roja en la tapa.

—Buenos días, Paula. ¿Necesitas ayuda?

La doctora sacudió su cabeza, manteniendo la media sonrisa en su boca.

—Nah, solo llevo vendas aquí. Ya llegó el camión con los víveres y mejor empiezo a suplir la clínica temprano, además el sargento Balcom ya se encargó que dos de sus soldados me ayudasen con las cajas más pesadas. Pero gracias, Maddie.

Cabeceé con suavidad. Mirándola alejarse por el camino de tierra, entre las cabañas construidas en todo el espacio que alguna vez estuvo vacío. Las casas más grandes se hallaban más atrás, esta era la zona para los voluntarios. Justo frente al campo de pelota de tierra que los marines acondicionaron para enseñarles futbol americano a los niños. Solo que se vieron vencidos por un balón redondo y una enorme cantidad de críos que querían patear y meter goles en lugar de touchdowns.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXOWhere stories live. Discover now