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[AIDEN]

Bebí un poco de gin, y miré por la ventana del avión. Estaba impaciente por bajarme. En especial porque Annette estaba unas dos filas adelante. Eran pocas las personas en clase ejecutiva, por lo que muchos asientos están vacíos, como el que tengo al lado.

Eran seis horas de vuelo, después de la segunda dejé de preocuparme por Annette. Tal vez me volví algo paranoico, creyendo que se sentaría a mi lado. Ella y yo no tuvimos una ruptura en los mejores términos. Después que Anaïs se presentó en mi oficina, dejándome claro que me había estafado gracias a la ayuda de su hermana, fue el fin de mi relación con Annette. No quería a ningún Montsalve cerca.

—Hey...

Abrí mis ojos, encontrando a Annette sentada a mi derecha. Mierda.

—¿Qué haces, Annette? —pregunté aburrido.

La chica sonrió, encogiendo sus hombros con indiferencia. Esa expresión traviesa, reflejada en sus oscuros ojos me hizo sonreírle. Olvidé lo fácil que era ser su cómplice.

—Son seis horas en el aire, Aiden. Es obvio que ya me aburrí.

—Sí, olvidé lo hiperactiva que eres... —admití reticente.

Annette no podía quedarse quieta, por eso era la única que no trabajaba directamente con su padre. A ella no le interesó estar detrás de un escritorio, como sus hermanas. Annette es más libre, fue lo que me hizo estar con ella.

—Yo solo... —empezó a decirme, enviando sus mechones oscuros atrás de sus orejas— quería hablarte. Terminamos muy feo, y jamás me diste la oportunidad de defenderme...

La espina de enojo hacia su familia, empezó a cavar un agujero en mi pecho.

—Tú me diste ese contrato para que lo firmase, Annette —la reproché entre dientes.

Conocí a los Montsalve a través de Jason. Él ya era amigo de la familia. Ese fue mi primer error, confiar en mi medio hermano de nuevo. Anaïs y él se llevaban muy bien. Tenían negocios juntos que le generaban mucha plata a ambos. Y todo gracias a ella, y su intuición para manejar las finanzas. Me gustó, y no dudé en aceptar un trato entre mi compañía y la de su padre.

Solo que no calculé el interés que Anaïs tenía en mí. Pensé que éramos socios, solamente. Así que cuando me presentó a su familia, yo caí por Annette. No era aburrida como Aude, o demasiado entrometida como Angeline. Y no tenía una sola pizca de la frialdad de Anaïs. Me gustó, demasiado...

—¡Yo ni siquiera sabía lo que eso decía! —me replicó en un susurro.

Miré a Annette con enojo, ella estaba tan alebrestada, mirándome ofendida. No iba a caer esta vez.

—Aiden, yo no lo sabía... te lo juro. Solo hice lo que Anaïs me pidió, ella estaba atareada con más papeles a punto de colapsar, quise ayudarle...

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora