E X T R A

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El día que Maddie, amó una flor...  

[AIDEN]

[Más de un año después]

Los meses pasan volando cuando tienes mucho qué hacer. O alguien a quién cuidar. Yo tengo a dos. Mi hermosa esposa. Y mi guapo hijo. No es por presumir, pero es perfecto. Digo, yo lo hice...

Ambos estuvimos aterrados de perder el sueño por la noche. De morir de angustia por no saber a qué se debería su llanto. Y de nuevo, así como en su sexo, estuvimos equivocados desde el principio. Él debe ser el niño más perezoso en la historia de los infantes, y después de casi un año, eso no ha cambiado.

Abrí mis ojos, y me fijé en mi pecho. Sonreí al ver la cabecita rubia de Dylan. Todavía no tiene una mata de cabello, como Colin. Pero eso lo hace lucir más adorable. Aguardé en silencio, y pude escuchar su acompasada respiración. Le encanta dormir sobre mí, como a su mamá.

No pude evitarlo, lo rodeé en mis brazos y besé su cabeza antes de olfatear su suave esencia de bebé. Es tan real, nació de Madison y tiene mis genes. Más de un año después y todavía me conmueve mi pequeño hombrecito...

—¡Hey! Está despierto.

Hallé a Maddie en la cocina, preparando waffles, vestida como toda una empresaria. Ella nos sonrió feliz, al vernos. Me fijé en Dylan, mi hijo bostezó abriendo toda su boquita, antes que sus ojos azul violeta me observasen con aburrición. Seguía en pañales como yo en bóxer, definitivamente no puedo negar mi paternidad.

—En realidad, tuve que despertarlo —confesé asombrado, dejando a Dylan en la silla de cocina para bebé—. ¿Cómo es que tenemos un niño tan perezoso?

Coloqué el mostrador de madera para encerrarlo en la silla. Él empezó a darle manotazos y a balbucear sin nada coherente para decir. Me senté en la silla de comedor a su derecha, dándole un par de juguetes que él arrojó lejos. Dylan tiene más de catorce meses, y hasta el momento, Madison y yo seguimos combatiendo para que diga "mamá" o "papá".

—No lo sé, es tu hijo —me culpó mi esposa, sonriendo divertida, mientras preparaba la comida de Dylan.

La emoción brilló en los ojos de mi hijo cuando su mami se acercó a él. Dylan estaba ido en mi esposa, observándola como si ella fuese su diosa, le sonreía maravillado, mostrándole los únicos cuatro dientes que lo hacían lucir como un conejo. Miré a mi hijo, incrédulo, ya tengo que enseñarle que ella es mi mujer.

—Hola, amor mío —lo saludó Maddie, llenándolo de besos hasta emocionarlo—. ¿Me dices hola, Dylan? ¿Puedes decir hola, mami?

Madison obtuvo un bah, ah, bah, como respuesta. Me reí entre dientes, cruzándome de brazos.

—Le estás exigiendo demasiado. Es obvio que quiere decir papá, ya no lo presiones.

Mi mujer me sacó la lengua, dejó el tazón de Dylan en su mostrador y se alejó de nuevo a la estufa. No pude evitar mirarle el delicioso trasero. Para mí sigue conservando una sexy figura, aunque ella esté estresada por perder el último peso del embarazo. No me molesta en lo absoluto que tenga sus sensuales curvas, en realidad estoy feliz con ello.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXOWhere stories live. Discover now