3 2

41.2K 3K 584
                                    

En todo este tiempo, jamás me imaginé de nuevo en el ascensor de Quest Enterprise

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En todo este tiempo, jamás me imaginé de nuevo en el ascensor de Quest Enterprise. La suave música instrumental no estaba haciendo su trabajo por hacer de este un viaje placentero. Nada había cambiado, seguía siendo el mismo elevador de paredes de cristal.

Me había girado hacia la vista del Londres financiero, aunque no enfocaba nada en particular, mi mente estaba distraída. Tenía un pequeño viaje que hacer hasta el último piso del rascacielos. Eran las oficinas ejecutivas, no había estado ahí antes, así que sería un alivio no recordar el fiasco de una entrevista fallida con el elegante y despiadado Señor Sexo en una de sus salas de juntas.

—¿Maddie?

Me volví ante el murmullo curioso de mi nombre. Greg alzaba una ceja oscura, con una expresión de desconcierto en cuanto las puertas se abrieron en dos.

—Hey... —saludé desganada— necesito hablar con tu socio.

Él frunció el ceño, antes de asentir, vacilante. Lucía muy guapo y conservador en su traje negro, con camisa blanca. Se hizo a un lado de la puerta del elevador, mostrándome una luminosa recepción muy moderna. Noté ese sutil estilo, y solo pude relacionarlo con Nina. Seguro ella era la mente maestra detrás de la decoración de este sitio, no por nada dirigía todo un departamento de diseño en esta misma empresa.

—Acabo de charlar con él, Aiden y yo íbamos a verte mañana en HICKS.

—Cambio de planes, Greg. Las cosas se han acelerado un poco, no me gustaría tener que pedir este favor ahora, pero lo necesito...

El novio de mi mejor amiga cabeceó con entendimiento, pero sus labios seguían siendo una línea recta de seriedad. Colocó una mano en mi espalda, me acompañó por la sala, caminando despacio para poder hablarme.

—No quiero asustarte ni nada, cariño, pero justo ahora él está un poco alterado —murmuró sombrío, haciendo una mueca de desagrado—. Y cuando está así... toda su rabia suele explotar como una jodida bomba nuclear.

No me fijé mucho en las paredes de cristal que nos rodeaban, o los muebles que pasábamos mientras Greg me encaminaba en línea recta hacia la oficina principal. Sus palabras me tenían viendo la nada. Nos detuvimos frente a las puertas de madera que rezaban el nombre de Aiden Quest, en letras doradas. Junto con CEO.

—¿Y es seguro hablar con él? —pregunté vacilante.

Solo pude recordar las palabras de Aiden en mi apartamento. Cuando me pidió perdón por explotar conmigo en nuestra entrevista, debido a un exabrupto que tuvo antes. Aiden es fuego, siempre lo supe. Debía admitir que tenía una debilidad placentera para quemarme. Pero hasta mi pirómano trasero sabía cuándo retroceder.

—Me quedaré ahí si te hace sentir mejor, Maddie. Descuida.

—Si esto no fuese importante... —suspiré resignada, colocando una mano en la puerta.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora