1 6

41.3K 3.5K 845
                                    

           

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

           

Me volví entre las sábanas a mitad de la noche. Escuché más gemidos de mujer, y una cama meciéndose a lo lejos. Cerré los ojos, y suspiré con hastío. La vida pro activa de Nina y Greg era un fastidio por las noches. Él no era de los que se quedaban a dormir, y cuando lo hacía, Nina despertaba con las sonrisas más bonitas y llenas de vida.

Al principio de su relación, imaginé que se debía al sencillo hecho que Greg cediese dormir fuera de su apartamento. Ahora que esos dos se habían perdido el miedo, eran tan escandalosos como el porno.

—¡Oh Dios! ¡Sí! ¡Más! —gimió Nina.

Segunda noche con los chicos en casa, y yo ya estaba más que dispuesta a aceptar la oferta de Ethan y sus sábanas tibias. Solo que me daba pesar dejar a Aiden sufriendo solo. Sonreí al recordarlo esta mañana. No había apartado la molesta expresión asesina de la enamorada pareja que se besaba frente a nuestras narices.

Supuse que escuchó el porno auditivo de ayer, y no le agradó para nada tener que desvelarse escuchando a sus hedonistas amigos, teniendo sexo maratónico cada par de horas.

Escuché mi puerta abrirse, y me quedé quieta. Cerré los ojos con fuerza, esperando que Aiden diese marcha atrás a lo que sea que estuviese haciendo aquí. La puerta se cerró con delicadeza, y pronto sentí que alguien estaba al lado de mi cama.

—Sé que no estás dormida no engañas a nadie, amor.

Suspiré con fastidio, abriendo mis ojos justo a tiempo para verlo remover mi cobertor, e internarse en mis sábanas.

—¡¿Qué demonios crees que haces?! —chillé en un susurro.

Me apoyé en mis codos, mientras el enorme hombre se acomodaba a su gusto.

—No pienso seguir congelándome el culo en la sala de estar —gruñó fastidiado, cubriéndose hasta el cuello—. Además, los gemidos de Nina no se escuchan hasta aquí.

Alcé una ceja ante su cara aliviada cuando el silencio reinó entre nosotros.

—¡Oh! ¡Joder! ¡Sí nena! —rugió Greg.

—¡Oh, Mierda!

Aiden se cubrió la cara con ambas manos, sacándome una carcajada. Volví a recostarme en mi lado de la cama, mientras él suspiraba abatido. Se apoyó en un brazo, girándose hacia mí.

En la oscuridad, su silueta era excitante. La luz de la luna se colaba por la ventana, luz azul iluminó el rostro de Aiden. La oscuridad de sus ojos, su cejo fruncido, su recta nariz romana... acaricié su rostro con mis ojos, hasta deslizar la mirada por la línea de su mandíbula que me hizo tragar seco.

—¿Esos dos siempre follan cuándo Greg se queda aquí? —demandó intrigado, sacándome de mi propio morbo.

—¿Para qué demonios tendrías una pareja si no es para follar?

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXOWhere stories live. Discover now