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Olía a Italia

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Olía a Italia. No sé cómo explicarlo, pero se sentía maravilloso. Separé las pesadas cortinas ocres de la habitación de Aiden, iluminando la espaciosa estancia en la que estábamos. El paisaje de los extensos viñedos, llenaron mis ojos. Este sitio era hermoso. Me tenía sonriendo.

—¿Y aquí creciste? —pregunté curiosa, girándome hacia Aiden.

Él estaba de pie, con las manos en los bolsillos de sus pantalones. Sus labios se movieron de lado, en una media sonrisa que intentaba ocultar. Me alejé de la enorme ventana hacia él.

—Pues sí. Este ha sido mi hogar.

Lo abracé.

—¿Cómo pudiste cambiar esto por Londres?

Aiden encogió un hombro, sus ojos azules no delataron sus pensamientos.

—¿Cómo tú pudiste cambiar tu hogar por Londres?

—Creo que yo tomé una buena decisión —murmuré pensativa—, el frío York a cambio de un medio frío Londres es un trato bien hecho. Pero tú... tú estás loco.

Su baja risa llegó a mí, su pecho vibró bajo mis dedos. Y acaricié su piel sobre su camisa, deseando que la ropa no estuviese sobre nosotros en ese momento. Pronto sentí sus manos en mis caderas, bajando hacia mi trasero. Sé lo que quería, y en ese instante me sujeté a su cuello, dejándolo cargarme hasta que mis piernas se aferraron con fuerza a sus magras caderas.

Estuve frente a frente con él, su eléctrica mirada azul me devoraba en silencio. Lo extrañé tanto, que no sé cómo iba a sobrevivir otro par de días lejos de él. Pero yo debía volver a África, solo que hasta que mi llamado no llegase, mantendría el secreto lejos de mi felicidad con Aiden.

—Tú me tienes loco, pequeña bruja...

Sonreí, y me incliné hasta besarlo. Fue un segundo que se derritió en el tiempo, que acompasó nuestros latidos y fusionó los corazones. Si él no es mi otra mitad, pues renuncio a quién sea, solo para tener a Aiden.

Como siempre me sucede a su lado, el tiempo se demoró en avanzar con cada uno de sus besos. Sus suaves gruñidos eran mi advertencia que Aiden estaba perdiéndose en la lujuria, justo como me tenía. Podía sentir el calor de mi cuerpo aumentando, con mi sangre hirviendo en mis venas.

—Eso es todo —gruñó contra mis labios—. Vamos a mi recamara...

Sonreí, dándole un último beso, antes de congelarme al escuchar una voz intrusa, de espaldas a Aiden.

—Preferiría que esperasen hasta después de la cena...

Automáticamente, sentí cómo el fuego de antes se enfrió tan rápido que me arrancó el calor del cuerpo. Apenas me distancié del rostro de Aiden, este ya tenía un ceño fruncido, con una expresión de viva impaciencia.

—¡Papá! —siseó mi novio, fastidiado— ¡Toca la puerta, maldición!

Tuve que tomar una inhalación profunda, armándome de valor para ladear la cabeza y conocer al dueño de la serena voz, el padre de mi novio. Este sonrió, estirando su mano hacia la puerta, golpeteando con sus nudillos, tal y como Aiden le pidió.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXOWhere stories live. Discover now