3 0

38.5K 3K 535
                                    

[Aiden]

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

[Aiden]

Madison me enviará al puto infierno sin escalas. El jodido futbolista estaba de vuelta, esta vez revoloteando demasiado cerca de ella. Aparté la mirada de nuevo. No somos exclusivos. Madison lo dejó claro, así que yo también podía jugar al cazador.

—Adoro este lugar... —musitó la mujer que estaba sentada en mi regazo.

Alejé la mirada de las personas frente a mí, para fijarme en ella y su atractivo rostro. No tenía ni una pizca de Madison. Sus labios eran normales, ojos verdes normales y nariz perfilada normal. No había nada en ella que no la hiciera del montón de chicas guapas, incluso su cabello rojo lo consideré normal. Era preciosa, y su trasero muy cómodo. Pero... —puse los ojos en blanco—, estaba interesado en una morena.

—Debes enseñarme este sitio, cariño, pero a solas.

Sonreí acercándome a su oído para hablarle.

—Porque no te lo enseño ahora... ¿Quieres empezar en la cocina?

Y joderle la diversión a Madison.

—Mmm... Creo que está muy poblada...

Miró sobre su hombro y con toda mi fuerza de voluntad no seguí su mirada. Su atención regresó a mí, con una bonita sonrisa creciendo en su rostro.

—¿No hay otro lugar donde podamos ir? —ronroneó excitada, pasó su nariz por mi mejilla y mi cuello.

Madison suele hacer eso. Pero su forma de olfatearme no es para nada como la pelirroja lo hacía. Cerré mis ojos, y maldije al cielo por empezar a comparar mujeres con esa pequeña arpía de ojos morados que se besaba con putos franceses justo después de abandonarme.

Ahora aquellas estúpidas ideas celosas que dejé atrás cuando ella regresó, estaban de vuelta. ¿Qué más había ocurrido a parte de ese "beso"? seguro ahora ya se daba las libertades de jugar con cualquiera, no tenía un jodido himen por el cual preocuparse.

—Maldita sea —gruñí entre dientes.

—¿Te gusta esto? ¿no? —sonrió maravillada.

Parpadeé para salir de mis pensamientos, estaba tan enojado que ni siquiera me percaté que la mujer tenía una mano en mi entrepierna. No estaba gruñendo por que estuviese tocándome, sino porque en mi cabeza Madison tocaba al hijo de perra de Enzo Montsalve.

Dos podemos jugar este juego.

—¿Qué tienes en mente, preciosa?

Capturé la atención de ella en un segundo. Lamió sus labios y luego señaló mi bulto todavía dormido. Por la forma que el verde brilló en sus ojos, sabía que esta mujer se las arreglaría para levantar mi pene con su boca. Conseguir mamadas sin hacer nada era lo mío, casi suspiré aliviado al saber que no había perdido el toque.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXOWhere stories live. Discover now