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Solté el globo de color plata después de haberlo anudado

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Solté el globo de color plata después de haberlo anudado. Este voló hasta impactar el techo sobre mi cabeza. Nina me pasó otro globo y repetí mi trabajo, cuando lo solté este levitó hasta hacerle compañía al resto de sus compañeros de látex de colores metálicos.

—Creo que ya no caben más. Si seguimos así, terminaremos como aquella película de niños con la casa flotando con globos.

—Awww... adoro Up —canturreó Natalie, soltando su globo y mirándolo volar.

—También pienso que ya es suficiente. Necesitamos terminar de preparar los tragos. Vamos chicas.

Nina se levantó del sofá de cuero negro, contoneando sus caderas en su sexy vestido rojo, rodeó el mueble hacia la impresionante cocina abierta detrás de la sala de estar. Por más que quisiera, yo no podía dejar de girar mi rostro hacia todas partes. Este loft en Kensington era impresionante.

Era el apartamento de un soltero hombre. Los muebles de madera oscuros, el estilo industrial de las paredes de ladrillo rojo, los cuadros, la enorme televisión y el equipo de sonido, y la increíble terraza a mi derecha eran sin duda atributos específicos del género masculino.

—Nina... —la llamé curiosa.

Mi vista se había quedado fija en un enorme cuadro de una fotografía en blanco y negro, justo en la pared más allá de Natalie. Fruncí el ceño, tratando de fijarme en lo que decía el rótulo de lo que parecía ser un viñedo.

—¿Sí, Maddie?

—¿De quién es este sitio?

Incluso me puse en pie, dejé a Nat encargándose de recoger las decoraciones sobrantes sobre la mesa de café. Me dirigí a la cocina, mirando de reojo el cuadro.

Mis ojos solo se apartaron cuando llegué a la alargada isla de mármol que gobernaba el lugar. Nina colocaba filas y filas de vasos para tequila, con un gesto de concentración en su rostro.

—¿Es una broma, Maddie? —rió divertida, lanzándome una obvia mirada de reojo—. Ya sé que conoces este lugar.

—¿Qué?

—¿En serio lo conoces, Madison?

Miré sobre mi hombro a Natalie, venía acercándose despacio, con una interrogante en sus ojos castaños por igual.

—No —repliqué ofendida, volviéndome hacia Nina—. Jamás he estado aquí, Nina. ¿Qué demonios?

Mi amiga colocó un último vaso antes de coger una botella de tequila. En su semblante, noté el gesto de fastidio de no-seas-pinocho-conmigo.

—Eres increíble, Madison —me reprochó, en serio molesta—. Primero no quieres decirnos qué demonios sucede contigo y Aiden. Y ahora niegas que estuviste aquí. No estás siendo una buena amiga con nosotras, sabes...

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora