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Una cosa era cierta, y era que yo estaba ebria

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Una cosa era cierta, y era que yo estaba ebria. Podía sentir como mi cerebro dejaba de retener todo lo que dolía en mi pecho, y simplemente lo soltaba como si ya no importase. Quizá por eso había dejado atrás a la Madison que bebía hasta el amanecer.

Ella no era buena fingiendo que el mundo no ardía a su alrededor. Ella era muy sentimental y ya no podía lidiar con el mal en el mundo, estaba rota...

Ella obtiene lo que se merece. Merece sufrir.

Y en definitiva estaba sintiendo ese dolor. No había puntos intermedios con Aiden. Era un sí o un no. Un estás para mí o no lo estás. Pero... ¿era así siempre? ¿o solo conmigo?

Porque este sitio, no tenía ni una sola pizca de frialdad como el ático en Belgravia. Este era un punto cálido. Un punto intermedio donde se daba el lujo de estar con otras. Mujeres que sí valían la pena...

Entré al interior de la fiesta, y me dirigí sin escalas a la cocina. Necesitaba agua. Cuanto más pronto disminuyese el alcohol en mí, más rápido recuperaría la cordura. Tal vez no debí jugar a la ronda de tequila y cerveza, por segunda vez. Gracias al cielo Elliot y Natalie no habían pedido otra revancha.

Logré llegar hasta el frigorífico, y entre infinitas cervezas hallé un paquete de botellines con agua, escondido muy al fondo. Cogí uno, estaba a pasos de cerrar la puerta cuando las risas femeninas me congelaron en mi lugar.

La sexy pelirroja que estuvo con Aiden abrió la otra puerta del frigorífico, inclinándose hacia las bebidas, con una sonrisa satisfecha en sus labios sonrosados.

—¡Ya cuenta, Holly! ¡Qué demonios ocurrió con Aiden Quest cuando te sacó de aquí! —gimió su amiga detrás de ella.

Holly, se irguió para tenderle una cerveza, y luego regresó por otra. Yo seguía ahí, mirando el cristal de los estantes como si no me decidiese por cuál cerveza tomar. Todas eran las mismas, así que me miraba tonta.

—¡Bien te contaré! —replicó la pelirroja, sonriente— nos encerramos en el baño... fue tan emocionante... le hice un pequeño trabajito oral si sabes de lo que hablo.

Cerró la puerta del frigorífico y se giró hacia su amiga para guiñarle un ojo con picardía. Agradecí que estuviesen ignorándome como si yo fuese invisible, mi cara de espanto las habría alertado.

—¡Oh Dios! ¡¿Y después?!

La chica se encogió de hombros, los mechones rojos se movieron con el movimiento hacia su espalda ¡Demonios! Ella era muy hermosa. Y Natalie me lo había confirmado, la chica era un ángel de Victoria's Secret. Malditamente perfecto. ¿Quién puede competir con eso?

Nadie. Y en definitivo, no tú.

—Pues... las cosas subieron de nivel muy rápido, pero luego se detuvo y dijo que no quería aprovecharse de mí en un baño... fue todo un caballero —canturreó conmovida con una mano sobre su descarado escote—, íbamos hacia su cama cuando fuimos interrumpidos, así que tengo su número y una promesa de regresar para conocer este sitio a solas...

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora