NO TE ENAMORES DEL SR. SEXO

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[AIDEN]

"Nadie mejor que yo entiende lo efímeras que son las personas". "Le importas a una chica que ha dejado a todos fuera de su vida, menos a ti".

Me empiné el último sorbo de coñac de la copa. En unas horas, debía partir hacia la terraza en THE SQUARE, y esperar a Madison. Solo que... sus palabras y las de Greg eran infinitos ecos en mi cabeza. Ayer noté ese deje de resignación en sus ojos violetas cuando me entorpecí y le dije que no solía ser de los tipos de "para siempre".

Es la verdad no lo soy. Pero empezaba a dudar cuán malo sería serlo por ella.

—¿Sigues aquí? —inquirió Greg.

Cerró la puerta de mi oficina y se acercó al escritorio. El cielo ya había oscurecido, y lo único encendido era una pequeña lámpara en la esquina de mi escritorio, apenas iluminaba lo suficiente de la enorme habitación a oscuras.

Greg se las ingenió para llegar hasta la silla frente a mi escritorio sin tropezarse en el camino. Apenas se sentó, sus oscuros ojos me escrutaron con fijeza. No le costó mucho suspirar, haciendo una mueca de aburrición.

—¿Y ahora qué te sucede, Aiden?

Fruncí mis labios, y me encogí de hombros.

—He pensado en lo que dijiste el día de ayer. Y no lo sé... yo... tal vez quiero algo más —confesé obstinado.

—¿Cómo qué? ¿Perpetuos amigos con derecho? —se burló sin sonreír.

Rodé los ojos, apartando el rostro. Sí, ya sé lo estúpido que he sido. Pero cuando Madison dejó mi cama anoche, y la vi irse, fue el último golpe que derribó mi reticencia. No quiero ser efímero para ella.

—Lo digo en serio, Greg —gruñí impaciente—. Hablaré con Madison, quiero resolver esto. Quiero saber si ella y yo, podemos funcionar.

Alcé la mirada del escritorio hacia mi amigo. Pensé que lo hallaría asombrado, mirándome con emoción y alivio. Jamás me esperé su semblante amargado. Las sombras que creaba la escasa luz de la lámpara, marcaban su ceño fruncido con demasiada severidad.

—Wow, no te emociones tanto, te dará un infarto, hombre.

—Aiden... —suspiró resignado, dejando caer sus hombros— Tal vez sea mejor que te hagas a un lado, y...

—¡¿Qué?! ¿Por qué? ¡Ayer estuviste diciéndome justo lo contrario!

Mi exaltado reclamo lo hizo erguirse en su asiento, mirándome con enojo.

—Sí. Eso fue antes que dijeras que podías aburrirte de Madison. Aiden, le debo demasiado a esa chica para hacerme el ciego y permitir que la lastimes... lo siento, hombre, pero Maddie estará mejor sin ti.

—Jódete —escupí molesto—. No voy a dejar que nadie más la tenga. Ella es jodidamente mía.

Me alcé de mi asiento, y me dirigí a la salida, tomando mi saco de camino a la puerta. Greg me persiguió impaciente, me sujetó el brazo con fuerza obligándome a detenerme apenas sujeté el picaporte en mi mano. Estrujé esa perilla con endemoniada fuerza.