3 7

37K 2.8K 256
                                    

Cuando llegué a casa fui consciente de lo que estaba haciendo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Cuando llegué a casa fui consciente de lo que estaba haciendo. Estaba a un lado del auto, respirándome todo el aire del planeta en un par de bocanadas. Como desearía poder huir en este instante y buscarme otra identidad en otro país, ¿era mucho?

El invierno que pasaba ha sido uno sin nieve en Skipton, pero el frío y el cielo nublado de enero seguían sobre mi cabeza. Una fuerte ventisca removió mi cabello, y levantó las hojas muertas del suelo, llevándolas consigo por la húmeda acera.

—No puedo esperar aquí toda mi vida —susurré inquieta, dándome ánimos.

Metí las manos en mi chaqueta negra y me aventuré por el camino a la entrada de mi casa. Caminé lento, notando que el auto de mi padre estaba estacionado fuera del garaje. Subí los peldaños del porche de madera, acercándome a la puerta. Esta vez toqué, y esperé, muerta de miedo.

No pasó mucho tiempo cuando papá salió y su expresión curiosa cambió cuando me vio. Lucía mejor que la última vez, ya no estaba cubierto de sucio, cambió sus eternas camisas a cuadros, por un suéter gris de lana. Alcé la barbilla para mirarlo a los ojos, es un hombre alto que no pudo heredarme su increíble estatura. Estúpidos genes.

—Hola, cariño —jadeó aliviado, rompiendo el silencio y envolviéndome en sus brazos—. Oh, Dios... te he extrañado...

Besó mi mejilla, y volvió a apretarme contra él. Su suave y familiar aroma me llevó al pasado, un tiempo atrás donde sus abrazos calmaban cualquier tempestad frente a mí. Me relajé y abracé a mi padre con alivio, por primera vez en mucho tiempo.

—También te he extrañado, papá.

Fue la verdad. Necesitaba esto, saber que no estaba tan sola en el mundo. Tenía personas rodeándome todo el tiempo, pero nadie sufría en silencio lo que yo. Solo mis padres.

Después de un par de besos en mi frente, me dejó entrar. Fuimos directo a la cocina, él me sentó en una de las sillas del viejo comedor para cuatro, en el centro de la habitación y empezó a servirme limonada rosada que él solía preparar.

Las habilidades de papá para cocinar eran casi nulas, por lo que no me sorprendió que colocase en la mesa una bolsa grande de papitas saladas y un tazón con salsa.

No supe cuánto extrañé su compañía hasta ahora. Porque estos pequeños pedacitos de calma, se hallaban naufragando entre un océano de problemas de mi pasado. No solíamos ser felices todo el tiempo después que el cáncer entró en la familia, pero un vaso de limonada rosada y frituras, lograron pintar un sol resplandeciente en mi día.

—¿Así que tus amigos vinieron?

Mi padre alzó una ceja oscura inclinándose hacia la bolsa de papas por otra. Asentí con suavidad, dejando el vaso medio vacío sobre la mesa. Sentí que el tiempo no pasó, ya que llevábamos un par de minutos charlando como personas normales.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXOWhere stories live. Discover now